Explora la grandeza del Río Yaqui
Alán Ricardo Aguirre Ibarra emprendió una aventura que inició con el legado de su padre y se convirtió en el libro Aros-Yaqui Las venas de Sonora.

Las corrientes de agua que bañan la Cuenca del Río Yaqui inspiran una historia de amor que nace con el legado de un padre y se traduce en el libro monumental: Aros-Yaqui Las venas de Sonora.
Alán Ricardo Aguirre Ibarra es el creador de esta obra convertida en un homenaje a su padre Mario Aguirre Romo, quien desde su niñez le enseñó la grandeza de este río, la inmensidad de sus montañas y sus imponentes paisajes que dan vida a una vasta biodiversidad de flora y fauna.
La gratitud hacia su padre por compartirles el aprecio a la naturaleza del territorio sonorense y su inquietud de saber dónde nace el Río Yaqui lo llevaron a emprender una extraordinaria aventura que implicó más de tres años de laborioso trabajo.
Así surgió Aros-Yaqui, las venas de Sonora, un libro de 386 páginas en color con alrededor de 400 fotografías sobre la historia y vida de la cuenca más importante del Estado y una de las 10 más grandes de México.

“Es un legado a un ciclo que empezó desde joven y que estamos cerrando con este libro, gracias a la visión de mi padre, que nos llevó a mí y a mis hermanos cuando estábamos jóvenes a conocer estas áreas… fueron aventuras muy interesantes”, destaca Aguirre Ibarra.
Inicia la aventura
En la Cuenca del Río Yaqui convergen una gran variedad de ecosistemas con bosques de coníferas, valles con pastizales hasta zonas casi desérticas con una diversidad de vegetación y especies animales; ahí han habitado y viven pueblos originarios, además sus aguas riegan grandes zonas agrícolas del Sur de Sonora.
El reflejar toda la belleza y trascendencia que encierra esta cuenca con sitios recónditos y poco conocidos, era un proyecto que desde hacía muchos años tenía el agricultor Alán Aguirre y junto con sus actividades empresariales dedicó poco más de tres años para concretar su sueño: Hacer un libro.
Para ello reunió el talento del fotógrafo profesional e ingeniero forestal, el peruano Walter Wust; el conocimiento del historiador y cronista de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda, así como la experiencia y pericia del piloto aviador Eduardo Castro Inzunza quien le dedicó 120 horas
de vuelo al proyecto, además de contar con el apoyo de Alonso Briseño, en los recorridos terrestres.
De esa forma emprendió el viaje por aire y tierra en esta cuenca que tiene en sus alrededores más de 30 municipios de Sonora y cerca de doce de Chihuahua en un área total que abarca más de siete millones 200 mil hectáreas.
En las márgenes del río
se han asentado pueblos originarios como los yaquis, los guarijíos, los tarahumaras, kikapúes y los ópatas, que están en extinción. Alán Aguirre destaca que los pobladores de las comunidades que están alrededor de la cuenca se reconocen por su hospitalidad y generosidad.
En la travesía realizada durante las cuatro estaciones del año encontraron la riqueza de la fauna en esta región como el lobo mexicano, los osos, los pumas, las nutrias, el águila mexicana, el águila calva, que proviene de Estados Unidos y Canadá.
“Creo que la nutria fue el hallazgo más importante porque desconocíamos que hay un área donde hay castores y nutrias”, platica Alán Aguirre.
Uno de los propósitos de esta obra, explica es dar a conocer a los sonorenses y mexicanos la diversidad de sus paisajes, la riqueza de su cultura y la vida silvestre, y el esfuerzo de quienes, dedicados a la agricultura, la pesca, la ganadería o el sector forestal, viven día a día siguiendo el ritmo que marca el gran río.

Es una joya
Para Ignacio Lagarda Lagarda este libro es el número 18 como escritor y lo considera su más grande aventura porque le tocó documentar y escribir sobre la cuenca desde el punto de vista hidrológico, fisiográfico e histórico al hablar también de la colonización, además de describir el medio ambiente y la vida de los pueblos originarios.
“Creo que la cuenca del Río Yaqui es la cuenca más grande de Sonora, pero la más desconocida por los sonorenses”, puntualiza.
Los jesuitas describieron el Río Yaqui en sus planes geográficos y algunos de ellos lo trazaron de forma equivocada, pero considera que el que más lo dibujó y lo hizo mejor fue Eusebio Kino porque era cartógrafo y logró el mejor mapa, como es en realidad hoy en día.
Entre lo más sorprendente de la exploración de la cuenca, coinciden los colaboradores de esta obra, es ver cómo un río que debería de correr por Chihuahua, por una falla geológica en la Sierra Madre Occidental, cruza hacia Sonora.
“Nadie sabía con exactitud dónde nace el río Yaqui y tampoco sabían dónde desemboca”, agrega, “en este libro vienen fotografías de ambos lugares, dónde nace, dónde cae la primera gota y dónde llega esa gota (Golfo de California”.
Una historia de amor
La experiencia de recorrer la cuenca, cuenta Walter Wust, ha sido increíble porque es enorme, son 72 mil kilómetros cuadrados y es un territorio más grande que Costa Rica, incluso dos veces más grande que Bélgica.
La tarea implicó tomar más de 40 mil fotos, después se hizo preselección de tres mil imágenes y en el libro están cerca de 400 elegidas por su espectacularidad en términos visuales, es decir se buscó cubrir el enfoque plástico, visual y estético, y el enfoque documental para cubrir ambas expectativas, añade.
“Hay 400 fotos en el libro, así que lo más alucinante es todo lo que no está. Lo que ustedes ven en el libro es impresionante, pero no se imaginan todo lo que no entró en el libro, podría hacer quince libros del Río Yaqui en Sonora”, expone Wust.
Un recorrido aéreo
Este proyecto voló en lo alto con el capitán Eduardo Castro Inzunza sobre las montañas de la Sierra Madre Occidental con 120 horas de vuelo, aproximadamente, enfrentó muchos desafíos por lo riesgoso de estar entre montañas con elevación de cerca de nueve mil pies o por las corrientes de viento y algunos parajes a la hora de acercarse para captar el mejor paisaje, pero también, dice, lo dejó fascinado.
“El poder estar en esos lugares, eso me dejó impactado, estar ahí en esos lugares donde no puede llegar nadie”, dice.

“En el área de Chihuahua, ahí por San Juanito, es la sierra más alta que nos tocó volar, cerca de nueve mil pies de elevación estuvimos sobrevolando. (Pico de Romurachi)”.
Quienes participaron en esta obra coinciden en el sentimiento de privilegio que les brindó la experiencia de hacer este libro al ver y caminar por lugares donde posiblemente nunca nadie haya estado, quizá sólo los misioneros o los pueblos originarios que habitaron en otros tiempos.
La primera edición de este libro cuenta con mil ejemplares y para más información está el teléfono 6622 44 97 02. Esta obra es parte de una colección que se proyecta realizar con otros sitios como el Alto Golfo de California y el Mar de Cortés y el Desierto de Sonora, así como un documental especial y una versión digital.
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