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Nocaut de vida

Óscar "Pacquiao" Cota se agarró de su familia adoptiva y del boxeo para salir del hoyo y darle un giro a su vida.

Nocaut de vida

Cuando se habla de "tocar fondo" se refiere a caer tan abajo que ya sólo se puede subir, pero para Óscar "Pacquiao" Cota, el "fondo" es el único lugar que conoció sus primeros años de vida, y poco a poco ha escalado peldaños en la vida.

A sus padres biológicos nunca los conoció y creció en el centro Unacari, pero una decisión hizo que su vida diera un giro radical y de dormir en la calle ahora aspira a ser un gran boxeador y profesionista.

Cuando tenía 12 años, junto con un amigo decidió escapar de la casa hogar donde estaba y comenzó a luchar por sobrevivir, y literalmente los golpes de la vida lo hicieron aprender a defenderse.

"Yo me crié en Unacari, en el DIF y a los 12 años me escapé de ahí y anduvimos en pasos malos porque cuando andas en la calle es lo que aprendes; una vez me andaba agarrando a golpes.

"Había una panadería y la verdad me tocó robar una bolsa de pan y me dieron una buena tunda y desde ahí tuve que aprender que robar no es bueno, y cómo defenderme", rememoró.

A partir de ese momento, uno de los más oscuros de su vida, encontró un trampolín que sin tenerlo en cuenta lo sacó adelante: El box.

"Había un señor que me rescató y me llevó a la Cancha 4 a entrenar, se llama don Goyo y desafortunadamente ya no está, y después me tocó conocer a Cayetano que tampoco está, pero desde ahí hemos venido entrenando poco a poco", explicó.

En ese momento, para él, el pugilismo era sólo una forma de conseguir un poco de dinero para comer, pues ayudaba a limpiar el lugar donde entrenaba, pero paulatinamente fue tomando una gran importancia.

Al principio era como una forma de quitarme el hambre porque vivía en el gimnasio, barría, trapeaba y los mismos compañeros me llevaban comida porque les ayudaba a hacer sparring, pero cuando empecé con las peleas amateur ya le vi otro sentido en el deporte", indicó.

El momento que cambió su destino y que auténticamente le dio una identidad fue cuando fue adoptado legalmente por la familia Cota Amador, situación que lo ayudó a poder estudiar y conseguir un trabajo estable.

"Yo no podía estudiar ni trabajar bien porque no tenía un rasgo de apellidos y todo eso, entonces como el DIF siempre ha sido encargado de los niños y jóvenes, por medio de ellos pudieron ponerme los apellidos del procurador que estaba en ese entonces.

"Esto cambió mucho, tanto con la sociedad como con el trabajo y todo porque ya con papeles uno puede estudiar, trabajar, porque cuando no tienes eso, hay muchos trabajos que se pasan de lanza y está muy difícil eso", explicó.

Después de que sucedió esto, reconoció, hay cosas que llegaron a su vida y otras que se fueron, pues dejó las drogas como el resistol de zapatos y el thinner, además de tener empleo estable como cocinero en diversos restaurantes.

Ya con sus oscuros momentos en el pasado, ponerse los guantes es una de sus grandes motivaciones y hoy en el ring del Centro de Usos Múltiples está listo para dar un nuevo golpe y seguir creciendo como boxeador, pero sobre todo como persona.

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