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Hermosillo: Alicia Moreno dedica su vida a criar decenas de niñas

Prácticamente se convirtió en su “mamá postiza”, durante los 45 años en los que las niñas fueron su familia, en la casa hogar La Providencia

Hermosillo: Alicia Moreno dedica su vida a criar decenas de niñas

HERMOSILLO, Sonora.- Durante 45 años, Alicia Moreno Álvarez dedicó su vida a cuidar y atender a decenas de niñas y adolescentes que vivieron en la casa hogar La Providencia, experiencia que la hizo totalmente feliz y plena, por el amor tan grande que le tenía a las pequeñas.

Llegué a la casa en el 66, cuando el señor arzobispo, Don Juan Navarrete, le dio bendición a la casa”, contó, “había algunas niñas, como diez creo, y empecé, sólo me encargaba de la librería y los pendientes que fueran a salir”.

Cuando el padre se tuvo que ir a España a estudiar durante dos años, vio cómo Carmelita, la encargada de la casa estaba muy sola.

“Le empecé a ayudar más y más, me empecé a meter de lleno, y cuando el padre llegó, yo ya estaba dentro”, recordó.

Con sólo 21 años, Alicia se dedicaba a alistar a las niñas en la mañana, darles desayuno, llevarlas a la escuela, esperar que volvieran y acompañarlas en el comedor.

También les ayudaba con la tarea, a la hora del baño, y alistar la mochila. Su día no terminaba hasta que las menores estaban listas para dormir.

SU TRABAJO SU HOGAR

Catorce años después decidió que ya no quería dejar La Providencia, ni en la noche, pues su trabajo se convirtió en su hogar, y sentía que su vida debía ser al lado de las pequeñas.

“Siempre me iba a mi casa ya hasta que terminaba de acostar a las niñas, entonces se me empezó a hacer muy pesado ir y venir, y decidí pedirle permiso al padre para mudarme, y el padre muy contento me dijo que sí”, comentó.

Desde entonces y hasta el 2010, Lichita, como le decían las pequeñas, vivió experiencias maravillosas dentro de la casa hogar; vio crecer a muchas niñas, las veía reír o hablar dormidas, les enseñó sobre Dios, responsabilidades, y las trató como si fueran sus propias hijas.

El camino no fue fácil, añadió, había días muy cansados, y que terminaba rendida, ya que debía hacerse cargo por completo de más de 20 niñas de diferentes edades, pero jamás se arrepintió.

Para ella, vivir esa experiencia fue un regalo de Dios, del que siempre va a estar agradecida, pues quiso mucho a las pequeñas así como a Carmelita, su compañera de aventuras en todos esos años.

Estuve feliz en la casa, esa fue la palabra, eso fue lo que significó, felicidad. Ya no me volví a salir de ahí, ni trabajé en ninguna otra parte; muchos me decían que si no quería irme con las monjitas, o hacer una familia, pero no, yo ahí estaba plena”, afirmó.

A casi 10 años de haberse jubilado, Lichita aún recuerda esos momentos con un enorme cariño, y desea que todas las pequeñas que vio crecer se encuentren bien y felices, cumpliendo aquellos sueños que le platicaban todas las noches, mientras las peinaba, antes de irse a la cama.

Yo entré a la casa de lleno en 1980, ya tenía desde el 66 ayudándoles, pero no me decidía a mudarme para allá, y mi mamá una vez me preguntó que si donde vivía, si con ella o en La Providencia”. Alicia Moreno Álvarez 76 años

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