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¿Y si tú fueras migrante?

Las naciones tienen fronteras y estas no están de adorno.

Imagínate que tú, bien instalado en tu tierra -con tu familia, tu trabajo y un razonable confort- de repente te veas envuelto en una situación catastrófica que te impide continuar viviendo dignamente allí y te ves obligado a huir en busca de paz, trabajo o sustento a una tierra lejana y de costumbres distintas, pero que te ofrece la oportunidad de una mejor vida para los tuyos.

Pues esto ha ocurrido desde que el hombre apareció en la Tierra: La migración es un fenómeno natural a la condición humana. Pero tendrás un problema: Las naciones tienen fronteras y estas no están de adorno. No te será fácil hoy dejar tu tierra; lo que sucede en tu pueblo no le importa mucho a los que están más allá de sus límites aunque sí tendrán gran interés en que ni se te ocurra penetrar sus fronteras porque entonces ya no serás un migrante con necesidades sino un invasor, un cínico buscador de oportunidades que no mereces.

Nada de esto es exageración en la condición que actualmente enfrentan las multitudes de migrantes que hoy acarician el sueño definitivo de sus vidas de encontrarse en los Estados Unidos de América (EUA) y cuyo acceso único para ellos es entrando por México.

El año pasado fueron detenidos 115 mil guatemaltecos tratando de atravesar la frontera México-Estados Unidos, 76 mil hondureños y 31 mil salvadoreños, en cambio, mexicanos fueron solamente 150 mil cuando 10 años antes fueron capturados 800 mil.

Y sólo durante el mes pasado las detenciones aumentaron a 130 mil. Tras las presiones del Gobierno norteamericano a nuestro Gobierno de reducir el flujo de migrantes a los EUA a través de México, las autoridades de nuestro País han respondido, en estos últimos días, endureciendo la penetración del tránsito por los estados de nuestra frontera Sur, tanto que, como nunca antes, se han instrumentado acciones conjuntas del Ejército Mexicano, la Policía Federal y personal del Instituto Nacional de Migración para detener el avance de caravanas e iniciar las gestiones de repatriación de los migrantes.

La CNDH y los testimonios video-grabados por la prensa y por los mismos migrantes han documentado quejas por un trato violatorio a los derechos humanos por parte de las fuerzas oficiales mexicanas.

Todo este asunto es realmente muy complejo y salta a flote la necesidad de una reflexión de qué es realmente lo que se puede hacer al respecto y especialmente cómo hacerlo sin desconsiderar los derechos de los migrantes.

En los tres últimos días los medios mexicanos vienen marcando una opinión negativa por parte de los habitantes de los estados de la frontera Sur respecto a los migrantes, y en 48 horas aumentó una opinión oscura del migrante como violento, “gandalla” y ofensivo a nuestras autoridades, etcétera, en algunos casos con toda razón, pero en los más de los casos nada qué ver.

No pocos migrantes han expresado en entrevistas justamente las mismas razones para migrar como las expuestas al principio de esta columna, tratándose efectivamente de familias enteras, con niños pequeños y ancianos, algunos exhaustos y realmente desmayándose pues nuestra gente ya no les provee los alimentos y soporte que habrían tenido varios meses atrás.

Frente a esta complejidad y un manejo deficiente del conflicto, surge la necesidad de elaborar protocolos de acción eficientes, considerando los derechos humanos de los migrantes que son, antes que migrantes, personas –como tú y como yo- en su mayoría gente de paz, con motivos suficientes para huir de sus tierras y que merecen realmente la oportunidad que buscan y que no es darles de comer en la boca.

Las políticas migratorias que surgen al margen de una perspectiva ética y de los derechos humanos promueven siempre un inmoral desastre humanitario. La pregunta es si nosotros tendremos que ser omisos o, peor aún, cómplices.

¿Y si tú fueras migrante?

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