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Solidaridad, liderazgo y confianza   

La confianza nos es más que una evaluación que hacemos sobre la sinceridad y competencia de quien promete.

Esta semana se dio a conocer el Reporte de Donatarias Autorizadas 2021, publicado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), contempla que durante 2020 se registraron donativos en efectivo y especie totalizando 53 mil 440.5 mdp recibidos por las 14,485 donatarias autorizadas que existen en México. Esta cifra no incluye el trabajo no remunerado de los miles de voluntarios que a lo largo del País generosamente trabajan para que estas organizaciones funcionen, de acuerdo a la cuenta satélite de las instituciones sin fines de lucro de Inegi tres de cada cuatro integrares son voluntarios. Por lo que corresponde a la dispersión destaca la Ciudad de México con el 47% de los donativos, seguido de Sinaloa con el 11.8%. Sonora se ubica en el décimo lugar entre los estados con 661 mdp, el 1.2% de los donativos nacionales. La contribución al PIB de las instituciones sin fines de lucro privadas es de 1.3% de acuerdo a Inegi.

Alexis de Tocqueville, en su obra La democracia en América, menciona lo desarrollado de la sociedad civil y participación cívica en aquella entonces joven democracia como uno de los factores de éxito. En México, no obstante, la gran contribución de la sociedad a la solución de grandes y pequeños problemas que existen, se sigue viendo por parte de los gobiernos a la sociedad civil organizada con desconfianza. Se busca limitar la participación activa, propositiva, solidaria e independiente de la sociedad civil, sugiriendo que esta sea de acuerdo a los designios del gobernante en turno.

No hay líderes sin seguidores y partidarios. Hay quienes confunden el poder burocrático o ganar elecciones con poca afluencia libre, con liderazgo. Nos enfrentamos recurrentemente a que se manifiestan simpatías por los líderes, pero no a los seguidores, o viceversa, lo cual es un contrasentido porque uno no es posible sin el otro. No debemos denostar seguidores y alabar líderes. En la esfera pública el liderazgo auténtico se manifiesta en la capacidad de hacerse cargo de las preocupaciones de la mayoría ejecutando de forma impecable políticas públicas con este fin. Recurrentemente escuchamos plegarias por parte de gobernantes donde buscan que los ciudadanos nos hagamos cargo de sus preocupaciones y problemas que enfrentan en el ejercicio de su función. Buscan frecuentemente justificar la falta de resultados y evadir su responsabilidad actual anclando su discurso en el pasado, mientras la realidad, esa dura y terca realidad, los rebasa. No es posible ocultar la realidad ni la incompetencia por mucho tiempo.

Serviría a los gobernantes actuales recordar el destino de Temístocles hace 25 siglos, un autentico líder militar, político cercano al pueblo, popular y general triunfante en la batalla de Salamis. De acuerdo a la historia, por su arrogancia, al olvidar su condición de igual con el resto de los ciudadanos, fue sujeto a votación y condenado al exilio por 10 años, mediante el proceso de ostracismo que los atenienses utilizaban para deshacerse de los líderes arrogantes y perjudiciales para la sociedad.

Recurrentemente mencionamos que las prioridades de Gobierno deberían ser seguridad, salud, educación, economía y combate a la corrupción. Por lo que está pasando, ante la desenfrenada carrera por captura de instituciones con visión de Gobierno y no de Estado, urge como tema trasversal el de legalidad, el apego a normas constitucionales y juramento que los gobernantes hacen al tomar posesión de su cargo. Sigue siendo una tarea pendiente ante los desatinos recientes a nivel nacional y en lo local. Como ejemplo los audios recientemente conocidos del fiscal y en Sonora los nombramientos en transparencia, de auditoría y fiscalización, así como la iniciativa y dictamen que reforma la Ley de Seguridad.

Tengo confianza en el futuro. La participación y compromiso de los ciudadanos en tareas asistenciales aportando el 1.3 % del PIB sin esperar, en la mayoría de los casos, nada a cambio, participación que va de la mano con el crecimiento en las conversaciones privadas y públicas sobre la urgente necesidad de hacernos cargo de forma corresponsable de lo que sucede en nuestra colonia, ciudad, Estado y País.

La confianza nos es más que una evaluación que hacemos sobre la sinceridad y competencia de quien promete, de ahí que en el juicio que existe sobre gobernantes recurrentemente salgan reprobados en todas las mediciones de confiabilidad. Me sorprende que se continúe usando el mismo discurso de promesas sin intención ni posibilidad de cumplimiento en aras de ganar popularidad de corto plazo que les alcance para la próxima elección, cuando cada día es más evidente que el emperador va desnudo.

Es el momento de la sociedad y de los ciudadanos.

Óscar F. Serrato Felix es padre de tres, ciudadano, empresario, analista y optimista.

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