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Se patrimonializó el Estado

Se patrimonializó el Estado en Sonora durante las últimas décadas. Hoy por primera vez los pasivos del Gobierno estatal superan a los activos públicos según la última auditoría financiera del ISAF

Se patrimonializó el Estado en Sonora durante las últimas décadas. Hoy por primera vez los pasivos del Gobierno estatal superan a los activos públicos según la última auditoría financiera del ISAF, y el Presupuesto de Egresos 2021 presentado la semana pasada plantea un nuevo déficit y más endeudamiento.

Se patrimonializó el Estado cuando las cuotas del Isssteson se fugaron en la compra de medicamentos a sobreprecio y en subrogaciones onerosas con hospitales privados que hoy reclaman los terrenos de un Instituto en quiebra actuarial. Ni siquiera alcanzan los 27 puntos porcentuales sobre sueldos que aportan los trabajadores y empleados para sostener el sistema de pensiones, mismos que contrastan negativamente con el 11.3% del Issste y el 6.3% del IMSS.

Se patrimonializó el Estado cuando la Ley de Ingresos estableció que los mayores beneficiarios de la recaudación del 2% sobre hospedaje fueran las Oficinas de Convenciones y Visitantes (OCVs), y que los recursos se concentraran en la promoción de los agremiados (hoteleros) y la ciudad que representan.

Se patrimonializó el Estado cuando las notarías públicas se convirtieron en botín político, cuando se estableció la prerrogativa de transmitir notarías a familiares y demás personas afines; de proponer e imponer a los suplentes, y de aplicar exámenes cerrados a costa de cientos de aspirantes «desconectados» en fila.

Se patrimonializó el Estado cuando la comunicación gubernamental se repartió de forma discrecional, en opacidad constante y en permanente sobreejercicio; cuando Telemax y Radio Sonora dejaron de ser medios culturales, plurales y críticos y, en cambio, fueron utilizados como cascarones y vehículos para la facturación de consultorías de imagen política.

Se patrimonializó el Estado cuando una red de funcionarios públicos del Instituto Catastral y Registral del Estado de Sonora (Icreson) y del Registro Público de la Propiedad, en complicidad con notarios, abogados y corredores de bienes raíces, despojaron propiedades «emproblemadas» para usufructo privado.

Se patrimonializó el Estado cuando el Congreso del Estado olvidó sus funciones legislativas y se asignó partidas de gasto en publicidad y apoyos sociales, creando una duplicidad de funciones con el Ejecutivo y convirtiendo al Legislativo en uno de los más onerosos del País.

Se patrimonializó el Estado cuando los casi 90 millones de pesos en presupuesto anual del ProSonora fueron a parar a un puñado de grandes empresas que en términos netos pagan nulos impuestos estatales o incluso reciben una transferencia neta positiva.

Se patrimonializó el Estado cuando los subsidios ganaderos en Sonora se repartieron discrecionalmente y en complicidad con la cúpula gremial.

Se patrimonializó el Estado con la creación de una organización civil concentradora de apoyos fiscales y premiadora selectiva a costa del erario.

Se patrimonializó el Estado cuando decenas de terrenos baldíos fueron subastados en vez de ser aprovechados como centros de esparcimiento y de encuentro social, o como puntas de lanza para la cultura ecológica y la inversión en salud preventiva y mental.

Así podría leerse una columna situada en un futuro cercano si los candidatos a Gobernador en Sonora se comprometen a una agenda que ponga fin al contubernio entre el poder político y el poder económico. Mientras tanto, toca decir en tiempo presente que la hacienda pública sigue en franco deterioro.

Mario Campa

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