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Rendición de cuentas y cuentos

El discurso anclado en resentimientos añejos y declarar no ser iguales de nada sirve ante un diseño institucional fallido.

Había una vez una incipiente e imperfecta democracia, México, donde en un acto de profundo respeto a la República, constitución y principio de separación de poderes, el titular del Ejecutivo se presentaba ante el Congreso de la Unión a rendir su informe sobre el estado que guarda la administración pública. A septiembre de 2022 la perversa tradición de “ni los veo ni los oigo”, indigna de una democracia, continúa en el ánimo presidencial. De acuerdo al 69 constitucional es obligación presentarlo por escrito y desde hace algunos sexenios así se ha realizado. Pervive en este cuarto informe de Gobierno de López Obrador la nueva tradición de emitir en un evento con público seleccionado para no incomodar al Presidente, un discurso glorificando su gestión, repleto de logros imaginarios, aplausos “espontáneos”, escenografía espectacular y sin un ápice de autocrítica.

“En nuestro País los datos indican que estamos mejorando” afirma el Presidente negando en nueve palabras los datos que su propia administración presenta. No pretendo negar por mi parte que la pandemia y la guerra en Ucrania representan retos importantes en la gestión pública y alcanzar resultados prometidos, sólo sostengo que el negar la realidad además de oligofrénico conlleva a no tomar las decisiones adecuadas para revertir la situación.

En todas las mediciones de pobreza los datos presentan un retroceso en estos cuatro años, de acuerdo a la estimación de Cepal para 2022 hay 6.4 millones de mexicanos adicionales en situación de pobreza sobre 2018, de 2021 a 2022 la pobreza extrema se incrementa en 1.1% para llegar 9.4% de la población. Por lo que corresponde a salud y educación los datos del mismo Gobierno que reflejan retrocesos importantes, habría que reflexionar sobre la contradicción entre el discurso triunfalista y acciones, en ambos casos se inicia una transformación profunda evidenciada en la creación de IMSS-Bienestar y el nuevo modelo educativo.

Afirma López Obrador: “Se nos cayó la economía, pero ya logramos recuperar los niveles previos al Covid”; de acuerdo a Inegi a marzo de 2022 el PIB ha disminuido en 3.0% del tercer trimestre de 2018 y la población ha crecido 5.3 millones de habitantes. Continúa: “Lo más importante es que, sin crecimiento, según el indicador macroeconómico, pero con una mejor distribución del ingreso, hemos logrado aminorar la desigualdad y la pobreza”; efectivamente se ha reducido la desigualdad, todos los mexicanos ganan menos con un impacto brutal evidenciando con las cifras oficiales de crecimiento en pobreza.

En otras partes del discurso expone que el plan de cero corrupción y erradicar lujos en el Gobierno les ha permitido contar con 2.4 billones de pesos extras. La percepción de corrupción continúa intocada, se han incrementado las adquisiciones por asignación directa y cada día es mayor la opacidad en el gasto público en aras de salvaguardar la supuesta “seguridad nacional”, efectivamente el gasto público se ha incrementado en 34.26% con poca inversión productiva. López Obrador de nuevo repite que en su gestión se ha “evitado endeudar al País”; la deuda bruta de México se ha incrementado en 27.12% de diciembre de 2018 a junio de 2022.

“Es muy satisfactorio poder informar que estamos reduciendo la incidencia delictiva”, afirma López Obrador; homicidios dolosos, personas desaparecidas, extorsiones y feminicidios, entre otros delitos, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública han incrementado en este sexenio, el tan anunciado punto de inflexión ante la evidencia del fracaso de las políticas públicas en esta materia no llega. No deja de sorprender la ausencia de capacidad y voluntad para corregir el rumbo. El discurso anclado en resentimientos añejos y declarar no ser iguales de nada sirve ante un diseño institucional fallido.

López Obrador: “Por eso envié el día de ayer al Congreso una iniciativa de reforma legal integral con el propósito de que la Guardia Nacional pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa, con el único afán de que se consolide, de que mantenga su disciplina y profesionalismo y, sobre todo, para que no se corrompa, como sucedió con la antigua Policía Federal”; La iniciativa fue presentada el 31 de agosto y aprobada por la Cámara de Diputados el 3 de septiembre.

Propone, en franco desacato a la Constitución, perpetuar el mando militar de la seguridad pública. En la exposición de motivos fundamenta su iniciativa en “la necesidad inmediata de superar los obstáculos administrativos y disponibilidad de recursos”, temas relacionados con su capacidad de gestión administrativa. Afirma de forma errónea que la “en la Ley de Seguridad nacional la delincuencia organizada es reconocida como una amenaza la seguridad nacional, la cual es eminentemente un tema de seguridad publica” dado que en dicha ley en su artículo 5, amenazas a la seguridad nacional, en sus fracciones III, actos que impidan a la autoridad actuar contra la delincuencia organizada y V, actos tendentes a obstaculizar o bloquear operaciones militares, no hay tal reconocimiento.

El equiparar seguridad nacional con seguridad pública representa no sólo una reasignación de responsabilidades administrativas y manejo de recursos presupuestales, representa un salto al vacío constitucional y representa una transformación profunda cuyas consecuencias adversas marcarían el destino del experimento democrático de México. En este primer filtro 267 diputados federales decidieron anteponer su lealtad partidista a su juramento de “cumplir y hacer cumplir la Constitución y leyes que de ella emanan”. Dante en la Divina Comedia remite al noveno y último círculo del infierno a aquellos que traicionan, que es sin duda uno de los actos más despreciables que un ser humano pueda cometer. Esperemos que los 128 senadores estén a la altura de su juramento y de llegar a la Suprema Corte prevalezca el orden constitucional. Finalmente de ser aprobada la iniciativa presidencial, a las fuerzas armadas se les estaría ordenando cumplir órdenes contrarias a su juramento.

En la grandeza del diseño constitucional, perfectible como todo acto humano, las leyes tienen sus leyes, leyes que representan la defensa ciudadana ante la amenaza despótica de aquellos que evocan la máxima de “todo para el pueblo, sin el pueblo”. Dejemos atrás la maldición de Sísifo que como castigo tenía que empujar una piedra cuesta arriba para que antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, superemos juntos la cima para retomar el ideal de un solo México de todos y para todos.

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