¿Qué sigue después del golpe?
Ramón salió temprano de su casa como lo hacía todos los días. Siempre jugaba un partido de tenis temprano y se bañaba en el club para de ahí irse al trabajo.
Ramón salió temprano de su casa como lo hacía todos los días. Siempre jugaba un partido de tenis temprano y se bañaba en el club para de ahí irse al trabajo. Esa era su rutina entre semana. Después del trabajo pasaba por sus dos pequeños hijos a la escuela y de ahí a comer algo delicioso que preparaba su hermosa esposa.
Ese día la rutina sería igual, pero al terminar de bañarse en el club, se dio cuenta que había olvidado sus zapatos en su casa. No podía irse al trabajo con tenis así que regresó a su casa. Al entrar a su casa se fue directo a la recámara. Lo que vio lo dejo en shock. Aturdido sin saber cómo reaccionar se quedó en la entrada de la recámara paralizado viendo a su esposa en brazos de otro hombre. Su cama, su casa, su compañera de vida, la mamá de sus hijos, esto no podía ser real. Tenía que ser un sueño, más bien una pesadilla de la cual quería despertar, pero no podía ni moverse. Quería gritar pero tampoco podía. Ella de pronto se percató de su presencia, interrumpió lo que estaba haciendo y se quedó mirándolo fijamente como esperando su reacción. Ramón de pronto pudo moverse y salió corriendo de su casa. No quería volver, quería desaparecer, quería olvidar y dejar de sentir lo que estaba sintiendo. Pensó que esto era lo peor que le podía pasar, aunque venía algo peor. Manejó toda la mañana sin rumbo, desorientado, hasta que reaccionó y decidió volver a su casa a hablar con su mujer. Al llegar vio que no estaba el carro de su esposa. Entró y encontró una carta que decía: “Me fui, me llevé a los niños, no me busques”.
No podía creer lo que estaba leyendo. En un día había perdido todo lo que más amaba.
Hoy hace cinco años de eso, Ramón ha aprendido a levantarse después de todo el dolor y el desgaste que vivió al intentar recuperar a sus hijos. Su ex esposa le puso una orden de restricción y no podrá acercarse a sus hijos hasta que estos cumplan la mayoría de edad.
Ramón vivió enojado y resentido por cuatro años, hasta que decidió aceptar que aunque lo que le sucedió no fue justo y no lo merecía, eso fue lo que pasó. Decidió aceptar la realidad y vivir su mejor vida, recuperarse, enfocarse en su salud tanto física como emocional para que cuando sus hijos cumplan 18 años, estar fuerte para disfrutar el estar con ellos.
Así como Ramón, todos podemos y debemos levantarnos a pesar de que la vida muchas veces nos da golpes que no merecemos. La decisión es nuestra, ¿nos levantamos o nos quedamos estancados?
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