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¿Porqué la sorpresa?

Creo que el mensaje de Valle básicamente sintetiza el sentir de la población: Esto se salió de control, hay gran enojo social porque las autoridades están rebasadas.

A inicios de esta semana, recibí un muy video por WhatsApp, donde el comunicador Sergio Valle reflexionaba tras las ejecuciones sucedidas el fin de semana pasado. En su narrativa expresó enojo e indignación. Creo que el mensaje de Valle básicamente sintetiza el sentir de la población: Esto se salió de control, hay gran enojo social porque las autoridades están rebasadas. Sin embargo, tanto en esa reflexión como en otras hechas por actores públicos y por ciudadanos, queda flotando en el aire esta noción de que cómo es posible que hoy estemos así, que si cuándo las cosas se salieron de control, etcétera. Y esta última parte me parece muy importante afianzarla, puesto que a río revuelto, ganancia de pescadores… y en estos eventos, donde hay gran desconcierto, miedo, pero sobre todo mucha falta de información en la población… ahí es donde quienes deberían de ser llamados a cuentas, aprovechan para reacomodarse, para simular, o -rebasados por la ausencia de imaginación- salir con cualquier ocurrencia que les permita ganar algo de tiempo, frente a las exigencias sociales y políticas.

El hecho de que no atestigüemos algo, no implica la inexistencia del fenómeno. Quizá la ejecución en el restaurante, al lado de niños, fue la gota que derramó el vaso, pero eso sucede a diario en todo el Estado… y no porque no se distribuyan los videos de las muertes en calles o en el monte, no significa que la violencia no esté -hoy- en niveles históricos. Entonces, ¿por qué nos sorprendemos? A mí lo que me impacta es que estas manifestaciones se hayan tardado tanto en llegar. ¿Por qué hasta ahora? Ejemplo: Hace casi un año, un grupo de policías en San Carlos, detuvo a unos jóvenes para ponerlos a disposición de un grupo delincuencial, que los ejecutó. Poco tiempo después, la Policía Municipal ¡no se presentó ni a trabajar! Luego, el Departamento de Estado estadounidense, alertó sobre el fenómeno… pero hubo un silencio sepulcral entre autoridades y comunicadores locales, como si nada estuviera pasando. A las semanas vino la venganza: Ejecutaron a policías en Guaymas y eso provocó la salida del fiscal y del secretario de Seguridad del Estado. Vaya poder que se debe tener para que la Policía mejor prefiera quedarse guardadita en casa y vaya dinámicas, tras bambalinas, tuvo que haber para sacudir así al Gobierno estatal. En un escenario así, ¿qué puede esperar la ciudadanía?

Por años, hay regiones de Sonora donde no es la fuerza del Estado la que impera… y nadie dice algo, como si nada pasara. Pero el hecho de que no se hable de algo o que se sonría mucho en spots y en eventos populacheros, no quiere decir que la realidad se esfume. Yo no puedo culpar a la ciudadanía porque ignoren los detalles de fondo de nuestra problemática de inseguridad; su obligación es trabajar, tener un modo de vida más o menos decente, buscar ser felices… no tener que estar al tanto de dónde mataron a tales o si éstos están amañados con aquellos, etc. Pero no puedo tolerar el cinismo (que sólo es producto de la ineptitud o de la complicidad) en los liderazgos gubernamentales al rasgarse las vestiduras, haciendo como que ya no tolerarán más esto. Nuestra realidad, esa que hoy espanta y crea sicosis, nos ha acompañado ya por mucho tiempo. Y de paso, yo tengo dos años escribiendo sobre ello.

En su monumental mediocridad política, diversos actores (y actrices) voltean a ver el panorama del 2021; comienzan a hacer cálculos, a maquinar cómo llegar a la silla o cómo mantenerla. Mientras unos ven la gubernatura como plan B, si las aspiraciones nacionales se caen, otros -por el raquítico nivel político que padecemos- con todo aplomo creen que tienen condiciones personales, profesionales y morales para poder gobernar a Sonora. Viven en el autoengaño. Y en medio de todo ese tango: Robos, asaltos, narcomenudeo exitosísimo, ejecuciones… y una sociedad confundida, desprotegida y sin saber a dónde voltear, pues hartos de unos, votaron por otros (que salieron peores) y luego por otros (reciclados e impreparados) que evidentemente no dan el ancho.

Pasado mañana, toda la plana mayor -nacional y estatal- de las fuerzas de seguridad se reunirá en Guaymas. Se verán fotografías sonriendo, tuits, discursos de acuerdos y compromisos. El guión ya lo conocemos. Desde la CDMX afirman tener una estrategia de seguridad, que tercamente siguen sin aceptar que no se siente ni estadística ni socialmente. Y en el ámbito local, unos le echan la bolita a otros mientras que el tiempo corre y los problemas continúan. Sé que no se le puede pedir peras al olmo, sé que hay una dolorosa escasez de talento real (pero sobra el grillero)… pero mi naturaleza optimista me impide no imaginar que de algún modo se privilegiará al buen uso de la política, de la lógica, de la estrategia. Decía Einstein que sólo los locos pueden esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Por favor, curen su locura.

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