Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas /

Paradojas e incongruencias

Contradicciones. Decimos una cosa, hacemos otra; así en lo individual como en sociedad.

Contradicciones. Decimos una cosa, hacemos otra; así en lo individual como en sociedad. No sé si en otras épocas ha sido así, pero en ésta que nos toca vivir sí lo es. Sólo por mencionar algunas, aquí las tenemos: Exigimos la verdad, pero nos cautiva la mentira. Queremos libertad para pensar, pero pensamos poco en la verdadera libertad. Rechazamos la autoridad, pero nos aterra la autonomía. Queremos libertad de educación, pero no educamos en la libertad. Quisiéramos libertad de expresión, pero consentimos prensa sin libertad. Decimos luchar por el saber, pero nos conformamos con una educación mediocre. Por un lado queremos sexo sin niños (anticoncepción) pero por otro lado queremos tener niños sin sexo (reproducción artificial). Nos aficionamos al amor sin matrimonio así como al matrimonio sin amor.

En cuanto al amor erótico, exploramos cambio de polaridad: Hay más obsesión para hombres con hombres y mujeres con mujeres (polos iguales), que para mujeres con hombres y hombres con mujeres (polos opuestos). Le quitamos el ritmo a la música y a las melodías su sabor y miel. Decimos proteger a la infancia, pero aniquilamos millones de niños antes de nacer. Pusimos de moda el desprecio por los ricos, pero a la vez más obsesión por el dinero. Proclamamos el amor por los pobres siempre y cuando los asistan otros. Decimos no a las armas, pero promovemos el odio.

Tememos a los malos, pero más tememos ser buenos. Resonamos “vivas” al esfuerzo, pero preferimos nuestro confort. De palabra, gran respeto a la mujer, pero acoso, trata, porno y feminicidio por doquier. Mucho celo por la naturaleza, pero más pasión por lo artificial, postizo. Hablamos mucho de reconciliación, pero alimentamos la separación. Exigimos respeto a nuestra fe y convicciones, pero nos da miedo que estas se noten. La verdad -así lo creo- es que si bien las cosas no andan tan bien, tampoco es que anden muy mal; con lo poco que uno sabe de historia tal parece que en otros tiempos a veces les fue peor, al menos cuando los vemos desde el mirador de nuestros días. Lo importante es hacer muy bien (o tratar de hacer muy bien) lo que a cada uno nos toca hacer, que ya es bastante.

Don Eugenio y Salmerón
Mucho hizo don Eugenio Garza Sada (foto) por la tierra que le vio nacer y por su País, basta nomás ver hoy la prosperidad de Nuevo León y su ejemplo sobre México. Esta es una verdad que el mismo Pedro Salmerón (foto) plasmó en el texto de su reciente comunicado que vino a costarle su puesto en el actual Gobierno federal, puesto del que lo quitó sólo quien lo podía de allí quitar. En su texto, Salmerón dedica más espacio a reconocer a don Eugenio que en reconocer como valientes a sus asesinos.

Es lógico suponer, por ejemplo, que si calificamos de valientes a los terroristas del 9/11 no tardará una respuesta intensa por parte de los familiares de los miles allí muertos como de sus conciudadanos y demás. Esos terroristas hicieron lo que hicieron seguramente convencidos de que era un acto sublime, heroico. Si lo mismo supusieron quienes dieron muerte a don Eugenio, se equivocaron igual que todos los asesinos habidos en la historia, estén del lado que estén. La verdad es que, en cometidos de esa naturaleza, no es apropiado ponerlos de ejemplo ni calificarlos de valientes, término que lleva un significado de alabanza. Lo que escribió no estuvo precisamente bien escrito, pero quizás su despido fue exagerado; no lo sé.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí