Los niños merecen saber la verdad
Hablarles a los niños sobre la muerte es difícil, por lo tanto los padres prefieren mentirles.
Julio tenía 5 años cuando su papá le regaló una gatita de cumpleaños, Julio la vio, la abrazó y le puso por nombre “Sopita”. La gatita dormía con él, se subía encima de él y le ronroneaba. Él era muy feliz con su gatita. Julio tenía 8 años cuando una tarde al llegar de la escuela vio a su gata distinta. Ya no lo recibió a su llegada, ni se acercó a él en toda la tarde. Pasaron los días y su gatita ya ni le ronroneaba. Le dijo a sus papás que “Sopita” estaba comportándose de una forma muy distinta y sus papás le dijeron que eran cambios naturales que se daban en los animales. Le inventaron que las gatitas llegaban a una edad en la que maduraban y dejaban de ser como eran.
Julio sabía que algo no estaba bien. Su gata no era la misma y aunque físicamente se veía igual, él sabía que no era “Sopita”. Cuando les decía a sus papás que “Sopita” ya no era la misma, ellos le decían que sí era, pero que había madurado. Julio vivió un duelo, una pérdida, sabía que algo le ocultaban sus papás, pero no podía sacarlos de la misma historia.
Julio vivió un duelo ambiguo, pues aunque sabía que “Sopita” ya no estaba, sus papás seguían diciendo que esa gata extraña era “Sopita”.
Así como los papás de Julio, muchos papás evitan hablarles a los niños sobre la muerte. La gatita de Julio había muerto y sus papás decidieron ocultarle la verdad para evitar que el niño sufriera.
Esto es algo muy común en los padres. Hablarles a los niños sobre la muerte es difícil por lo tanto prefieren mentirles. Los niños, tengan la edad que tengan deben saber lo que sucede. Se debe informar a los niños de la muerte de un ser querido tan pronto como sea posible. La incertidumbre genera miedo. Los niños saben y sienten cuando algo no está bien, no se les debe ocultar la verdad. Los niños pueden asistir a los rituales y también se les debe permitir, si lo desean, ver el cuerpo del ser querido que ha muerto, pues esto les ayudará a elaborar un duelo sano, doloroso, pero sano. A los niños se les debe permitir expresar sus emociones, sus miedos, y responder todas sus preguntas con la verdad.
Hace tiempo murió un joven de 20 años. El joven tenía un hermanito de 7 años. Sus papás fueron por el niño a la escuela y la maestra del niño les dijo que evitaran decirle al niño que su hermano había muerto. Les explicó que si para ellos era difícil, para el niño sería muchísimo peor enterarse de la noticia. La pareja llegó a mi consulta dos semanas después y seguían diciéndole al niño que su hermano estaba de viaje.
Después de la consulta conmigo, le dijeron al niño e hicieron un ritual de despedida con fotos del joven para que el niño se despidiera.
La muerte es dolorosa, pero es necesario enfrentarla. Nunca evites hablar de ese tema con los niños.
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