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La Sauceda, el Isssteson y el cambio de Gobierno

El incendio de La Sauceda y la suspensión del servicio de subrogaciones del Isssteson por falta de pagos a un hospital privado desnudan una alarmante ausencia de liderazgo y de planeación institucional.

Sonora y sus íconos e instituciones atraviesan un prolongado deterioro. La crisis de inseguridad estatal que comenzó antes del triunfo de López Obrador y que el PAN solía adjudicar a la gobernadora Claudia Pavlovich antes de aliarse con Ernesto Gándara (PRI-PAN) está encontrando ecos que navegan una misma ruta: La erosión constante del tejido social y productivo de nuestra entidad.

El incendio de La Sauceda y la suspensión del servicio de subrogaciones del Isssteson por falta de pagos a un hospital privado desnudan una alarmante ausencia de liderazgo y de planeación institucional. La Gobernadora parece resignada a pasar los últimos días de su administración cargando a cuestas promesas incumplidas en múltiples frentes: Seguridad, inversión pública -ofreció en campaña una macroplaza, un Metrobús y un teatro para Hermosillo-, pensiones garantizadas, preservación de espacios públicos, libre tránsito carretero o deuda pública sostenible, por nombrar algunos vacíos que tendrán que ser llenados por su sucesor.

El deplorable estado en el que se encuentra el humedal de La Sauceda -problema que Impulsor se suponía iba a solucionar desde el inicio del sexenio- y la insolvencia del Isssteson son dos crisis que encuentran como común denominador una excesiva pasividad gubernamental y una visión obsoleta de lo público, donde la venta del patrimonio de todos parece ser siempre la solución de último minuto; siempre a favor de los intereses de los mejor conectados al poder estatal.

No hay casualidades ni espontaneidades. Las últimas estadísticas de pobreza del Coneval exhiben un retroceso del bienestar estatal antes del inicio de la pandemia. De 2008 al 2018, la tasa de pobres en Sonora aumentó 1.1 puntos porcentuales al pasar de 27.1% a 28.2%, al tiempo que Baja California (-2.7 puntos), Chihuahua (-5.8 puntos), Coahuila (-10.2 puntos) y Nuevo León (-6.8 puntos) avanzaron sin excusas.

Sólo bastaron dos administraciones como las de Padrés (PAN) y Pavlovich (PRI) para ceñir la capacidad de respuesta del Gobierno estatal de cara a problemáticas acumuladas que se agravarán en las próximas semanas cuando la deuda de corto plazo tenga que ser saldada y más proveedores enfrenten retraso de pagos. Irónicamente, los mismos partidos que nos acercaron al abismo piden tomados de la mano el voto para quedarse.

El debate a la gubernatura del 25 de abril exhibió que los dos candidatos que ya fueron alcaldes o senadores (Gándara) o participaron en una administración estatal (Bours) ofrecen más de lo mismo: Una visión miope que no tiene urgencia de atender los grandes rezagos.

Lo malo: Ernesto Gándara y Ricardo Bours han omitido a lo largo de su campaña siquiera diagnosticar La Sauceda, el Isssteson o la deuda estatal. Ya no digamos poner soluciones sobre la mesa.

Lo peor: Gándara llegó incluso a desmentir durante el debate que el parque de Villa de Seris haya sido un área verde antes del ecocidio del que fue cómplice, mientras Bours aceptó sin rubor alguno desconocer el sistema sanitario público de Sonora.

Lo bueno: Todo indica que se acerca un sano cambio de partido y de visión para encabezar el Gobierno estatal. Llegó la hora de dar una lección democrática a quienes incluso antes de la pandemia ya habían dañado severamente el patrimonio público y el bienestar de Sonora.

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