La Cuaresma
El miércoles pasado fue “de Ceniza”, inicio del periodo cuaresmal, tiempo de penitencia, dicen, y de preparación para la fiesta más importante de la liturgia cristiana: La resurrección de Cristo.
El miércoles pasado fue “de Ceniza”, inicio del periodo cuaresmal, tiempo de penitencia, dicen, y de preparación para la fiesta más importante de la liturgia cristiana: La resurrección de Cristo. En estos tiempos secularizados el significado para la mayoría ha cambiado radicalmente: Ahora es más bien un anuncio de las vacaciones de Semana Santa y un recordatorio para preparar la salida a la playa o al rancho, acumular provisiones, mandar el carro al servicio y ponerse de acuerdo con familiares y amigos con quienes se compartirán los días de ocio.
No era así a mediados del siglo pasado. El miércoles había que pasar por una iglesia, en mi caso Catedral que estaba a dos cuadras de mi hogar, a que “nos pusieran la ceniza”. Ahí íbamos, muy ordenaditos por el pasillo para que el sacerdote, en un latín incomprensible, nos tiznara y recordara que éramos polvo y al polvo volveríamos.
Salíamos de ahí con la frente marcada y procurábamos que no se nos disipara, aunque al final de la tarde sólo permanecieran varias líneas negruzcas que nos cruzaban la cara, desde la frente hacia abajo: Señal que habíamos cumplido con el precepto.
Ya ese primer día empezaba el sufrimiento en las moradas: No se podía comer carne y deberíamos comer pescado. Eso sí era mortificación, pues a pesar de la cercanía del puerto de Guaymas, los productos de mar llegaban a Hermosillo en mal estado. No había mucha preocupación por parte de las pesquerías para conservar los mariscos, y lo que se vendía en tiendas y mercado, tenía ya un tufo insoportable que nosotros calificábamos simplemente como “olor a pescado”. Llegaba a la sartén en un cierto estado de descomposición, su aroma desagradable inundaba la casa y sentarnos a la mesa era ya una penitencia más que aguda, y un presagio de lo que comeríamos los siguientes siete viernes; no en balde muchas generaciones crecimos con una aversión mayúscula a pescados y mariscos. Tuve que salir del terruño para comprobar que el pescado fresco no olía “a pescado” y que era extremadamente sabroso; incluso se podía disfrutar como los japoneses, crudo en rebanadas delgadas y con su salsa adecuada.
Durante esa cuarentena teníamos la obligación, así nos lo prescribían, de asistir a los “ejercicios de Cuaresma” que predicaba por una semana algún sacerdote fuereño con reputación de fogoso orador sagrado, y que desde el púlpito de catedral nos anunciaba las penas del infierno o las no menos estremecedoras del purgatorio que con seguridad íbamos a sufrir todos sin excepción: Un fuego casi tan abrasador como el del averno, nos decía, pero que se soportaba porque sabíamos que una vez expiadas las culpas veniales, llegaríamos a la morada celestial, por más que en promedio necesitaríamos varios siglos de padecimiento en aquel tenebroso recinto: Salíamos con poca esperanza y sobrado temor y temblor.
El toque amable y ameno provenía de la invasión silenciosa y lúdica de los “fariseos” yaquis, o chapayecas, que cumplían su manda y discurrían por barrios y calles, ataviados con máscaras estrambóticas, danzando al ritmo de tambores y tenabaris, para anunciarnos el suceso portentoso que vendría a trastocar la historia y la humanidad: La pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Eran pequeñas bandas que vagaban bailando y haciendo travesuras, a veces asustando a algún chiquillo, y que a medida que se acercaba la Semana Santa, se asociaban con otros grupos y adoptaban un aire marcial. Iban tomando conciencia de su función como ayudantes de la soldadesca romana que se aprestaba para detener a Jesús. Los veíamos con curiosidad y no poca precaución.
Con la Cuaresma llegaba la primavera. Temporada de Sol y vientos suaves y tenaces que remecían las copas de los árboles y nos permitían, por unos días, volar papalotes hechos con carrizo o ramas de palma, engrudo y papel de china colorido con los que pespunteábamos el azul del cielo hermosillense.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí