Jueves negro
La muerte de tres mujeres y el ataque brutal a una cuarta ha puesto en jaque a las autoridades estatales.
La muerte de tres mujeres y el ataque brutal a una cuarta ha puesto en jaque a las autoridades estatales.
Hay en las estadísticas días con más muertes registradas, pero el impacto que generaron las del jueves pasado supera por mucho ese dato.
Una niña de apenas 7 años desaparece de su casa en San Luis Río Colorado y días después aparece muerta en un predio no muy lejano de donde fue vista por última vez.
Una joven estudiante muere torturada y calcinada en un departamento de Hermosillo, era una querida muchacha originaria de Santa Ana.
Otra mujer, joven también y aún sin identificar, es asesinada a tiros en una invasión al Norte de la capital del Estado.
En Navojoa, una señora es brutalmente atacada con un bat por un asaltante de una tienda de artículos deportivos. Hasta el momento de redactar esta colaboración se debatía entre la vida y la muerte, siendo trasladada al IMSS de Cajeme.
Fue la brutalidad aplicada en estos cuatro casos la que ha generado una ola de indignación, de coraje entre la sociedad que exige respuestas, que se haga justicia y que se detenga la violencia contra las mujeres.
Muchos pronunciamientos políticos han surgido y seguirán surgiendo luego de estas tragedias.
Y ni modo, tampoco podemos pedirle a los actores políticos que se queden callados, mucho menos a los miembros de la sociedad civil, a los ciudadanos que están impactados con estos hechos y enojados reclaman a las autoridades resultados.
Sirve esto también para darnos cuenta lo desarticulados que estamos como sociedad, porque seguimos repartiendo culpas y no tareas para que en el futuro este tipo de cosas no se repitan.
Los gobiernos deben dar resultados, de eso no hay duda y no debemos bajar el volumen de esa exigencia porque es legítima.
Pero en algún momento deberemos ponernos de acuerdo, sociedad y Gobierno para que, más allá del intenso debate que se da en medios y en redes, hagamos algo para detener este tipo de hechos que le dan lugares nada honrosos a nuestro Estado en las estadísticas nacionales.
No quiero desacreditar los muchos esfuerzos positivos que se hacen por erradicar la violencia contra las mujeres, pero tengo la impresión de que nos falta profundizar más, inevitablemente llegando a la raíz de las cosas.
Y además esto sirve para entender por qué no avanzamos al ritmo que se quisiera.
Todavía hay quien sigue culpando a las mujeres, a las madres de esa violencia que el jueves mostró uno de sus peores rostros.
Si no lo ha hecho, estimado lector, dese una paseada por las redes sociales, Facebook sobre todo y verá el nivel de debate que podemos llegar a encontrarnos.
Algunos exigiéndole a las mujeres que dediquen y cuiden a sus hijas para que no sean víctimas de un delito.
Con esos niveles, también podemos entender que no se avanza a la velocidad que uno quisiera.
Sin duda este jueves ha sido negro porque nos ha recordado de forma brutal lo desprotegidas que aún están las mujeres frente a las más crueles formas de violencia.
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