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Hablan las víctimas del coronavirus

Suele suceder que los humanos no nos tomamos en serio los riesgos de una pandemia hasta que no nos afectan directamente.

Suele suceder que los humanos no nos tomamos en serio los riesgos de una pandemia hasta que no nos afectan directamente. Creemos que no nos tocará o que, por alguna razón milagrosa, nos salvaremos. Son los típicos mecanismos de defensa para negar la realidad.

Hoy, por eso, he decidido darles voz a las víctimas del coronavirus: Ya sea gente contagiada o familiares que perdieron a seres queridos. Hay testimonios de China, México, Reino Unido, Italia, España y Estados Unidos. Todos los saqué de notas de periódicos serios. Unos son más leves que otros, pero todos dan cuenta del drama de las víctimas en esta pandemia. Escuchémoslos y, aunque no nos guste, pongámonos un rato en sus zapatos para darnos cuenta de la gravedad del tema:

“Desde que se inició el brote de coronavirus, mi tío ha muerto, mi padre está gravemente enfermo, y mi madre y mi tía han comenzado a mostrar algunos síntomas. Para las personas que están gravemente enfermas, como mi padre, no hay camas. Mi tío murió de hecho en uno de los centros de cuarentena, porque no hay instalaciones médicas para personas con síntomas severos”.

“Tenía dolores extraños, como médico me di cuenta que era pulmonía. Sentía como un mico aferrado a mi espalda, así describía un paciente mío su síntoma y ahora, lo sentía yo […] el tratamiento para la terapia con oxígeno es doloroso, buscar la arteria radial es difícil, lo hacían hasta dos veces al día. Me ayudó ser médico, tocaba soportar el dolor, mientras otros pacientes gritaban desesperados, basta, basta […] la noche era el momento más duro, no podía dormir, la angustia invadía la habitación. Durante el día entraban médicos, personal de limpieza, repartían comida, todos rigurosamente cubiertos de los pies a la cabeza. A la noche llegaban las pesadillas, rondaba la muerte […] ¡Honor a médicos y enfermeras!”.

“Me contagié junto con mi hermano y mi cuñado en Vail. Nos sentimos muy mal, con mucho dolor en el cuerpo. No nos hicimos la prueba porque en el hospital nos dijeron que las estaban reservando para personas mayores. No hay tratamiento como tal, pero nos recetaron un medicamento para calmar los síntomas y nos recomendaron quedarnos en casa con reposo. Es una gripa, pero mucho más fuerte”.

“Mi padre murió del virus ayer. Era un tipo con buena condición física y sin problemas de salud. Entre más gente salga y conviva, más tiempo durará el aislamiento y habrá más contagios. Yo no soy doctor pero sé que si ustedes se quedan en la casa tienen menos probabilidad de contagiarse y trasmitirlo”.

“Me hice la prueba antes de sentirme enfermo porque varias personas de mi entorno habían dado positivo. Tres días después descubrí que lo había contraído. Pero pasó más de una semana antes de que mostrara síntomas. Entre ellos estaba tos bastante debilitante y una fiebre alta, pero con altibajos. Me tuvieron que llevar al hospital en ambulancia para hacerme una evaluación. Después de la revisión, me regresaron a la casa donde estoy recuperándome. Ha sido un largo camino”.

“La última vez que vi a mi madre fue a través de una pequeña ventana en su cuarto de hospital. Conforme iba perdiendo la batalla en contra del virus, mis cinco hermanos y yo le dijimos adiós por medio de un walkie-talkie. Yo le dije que la amaba y que no se preocupara por sus hijos”.

“Tenía frío, tiritaba y comencé a tener un poco de fiebre. El miércoles por la tarde comencé con la fiebre alta -38- y empecé a llamar a los teléfonos habilitados. Tuve que esperar varias horas hasta que me atendieron. La comunidad de Madrid acababa de ser declarada zona de riesgo y me dijeron que me llamarían para hacerme la prueba. Llamaron a las 5:30 de la madrugada del jueves y a las 14:00 llegaron a mi casa. Iban dos médicos en la ambulancia, aparte del conductor. Uno ayudaba al otro a colocarse el traje. Me metieron un bastoncillo en la boca y se llevaron la muestra. Nos dijeron que tocaba esperar 24 horas. No me daba miedo dar positivo, me preocupaba mucho más pensar en que podía haber contagiado a alguien de riesgo. Yo me encontraba mal, estaba muy cansado y aturdido, pero no asustado. Es muy parecido a una gripe, pero con más fiebre. Antes de que me dieran el resultado sabía que era coronavirus”.

“Mi querido padre murió hace unas horas. Fue el coronavirus lo que finalmente se lo llevó. Puedo decirles que, debajo de la superficie, los profesionales de la medicina están enloqueciendo. No sé como nuestro sistema médico va a poder manejar el influjo de tantos pacientes”.

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