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“Fat talk”

¿Qué pasaría si contabilizáramos el número de pensamientos y conversaciones que tenemos acerca del peso, la figura, las dietas y todo lo relacionado con la “imagen ideal”?

¿Qué pasaría si contabilizáramos el número de pensamientos y conversaciones que tenemos acerca del peso, la figura, las dietas y todo lo relacionado con la “imagen ideal”, y además en su lugar diéramos espacio a las conversaciones acerca de los proyectos, emociones, ideas y experiencias que están fuera de ese tema?

Pues este experimento se realizó en varias partes del mundo resultando en un programa muy innovador llamado Body Project, fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Standford, Texas y Austin impactando a más de un millón de jóvenes alrededor del mundo.

El programa ha sido adaptado a la población mexicana con el nombre BIP Body Image Program que tiene su cede en Monterrey. Este método guiado por un profesional empodera a niñas, adolescentes y adultas a hablar y reflexionar sobre el “aspecto ideal” (a veces conocido como el ideal de delgadez, ideal de belleza o peso ideal) que constantemente nos presentan los medios de comunicación, y las participantes intercambian ideas de cómo pueden desafiar las presiones sociales y mediáticas que nos presionan para ajustarnos a cualquier costo a estos estereotipos y que es uno de los fuertes causantes del desarrollo de insatisfacción corporal, trastornos alimentarios y otras obsesiones

Este programa demostró que el hablar y confrontar estos patrones impuestos de belleza nos hace sentirnos mejor con nuestros cuerpos y nos motiva a un auto cuidado seguro e integral, además, detener el “fat talk” es decir, dejar de hablar repetidamente del peso, el cuerpo, la talla, la grasa, las dietas etcétera, demostró que reduce eficazmente la insatisfacción corporal, el estado de ánimo negativo, las dietas poco saludables y la alimentación desordenada.

El programa comenzó a aplicarse en algunas fraternidades de mujeres universitarias y Girl Scouts. Debido al éxito de la estrategia rápidamente se dispersó por el resto del mundo. Una de las experiencias repetidas es que las participantes se daban cuenta que si no hablaban de “fat talk” se les dificultaba encontrar otros temas para conversar y sin darse cuenta volvían a caer en este tipo de conversaciones dañinas, la única forma de trasformarlo fue a través de que todas las participantes estaban capacitadas como monitoras para detectar y detener el “fat talk” y detenerlo de manera amable cambiando la conversación.

Estas experiencias nos alertan acerca de qué tan normalizadas tenemos las obsesiones sobre la figura y el peso en las conversaciones cotidianas y como esto afecta negativamente nuestro estado de ánimo y calidad de vida, también que necesitamos de una consciencia colectiva para ayudarnos entre todas a cambiar la conversación.

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