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¿En qué se parecen Felipe Calderón y George Bush?

Nos encontramos en un punto de la historia determinante. En proceso de rendición de cuentas para entender de dónde venimos y hacia dónde vamos.

En sus guerras fallidas. Desde los tiempos romanos algunos emperadores nos demostraron como ante la falta de popularidad, gobiernos fracasados o venganzas, se inventaban una guerra para derrotar a un enemigo. Fernando Gutiérrez Barrios, el policía político del sistema mexicano fue impulsor de la teoría de la fabricación de un enemigo a la altura del Estado para justificar la matanza de estudiantes de 1968, como lo documentó Sergio Aguayo en sus obras. Pero en este siglo hemos vivido dos guerras feroces para tapar la pésima gestión y repudio de gobernantes. Empezaré con George Bush, el ex presidente de Estados Unidos. En el ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York murieron más de 3 mil estadounidenses. Había debilitado a la principal potencia en el mundo. Dos años después, en el 2003, Bush decidió ir a la Guerra contra el régimen de Sadam Hussein, en Iraq, bajo la justificación de la existencia de armas nucleares que amenazaban la paz mundial. Se basó en un supuesto informe de inteligencia militar que documentaba la existencia de dicho arsenal. Pero en poco tiempo se descubrió que fue falso. No había pruebas que justificara un ataque contra Iraq. Encabezados por el New York Times, la gran mayoría de medios de comunicación le creyeron al Gobierno. No cuestionaron la veracidad de la información que afirmaba la existencia de armas nucleares. Lo viví en octubre del 2008 en Estados Unidos. Invitado por la Embajada de ese País asistí a un programa de capacitación de periodismo y Gobierno. Consistía en visitar medios de comunicación y oficinas públicas para analizar e intercambiar puntos de vista. En el Departamento de Estado, en Washington, sostuvimos un encuentro periodistas de todo el mundo con el padre del periodismo moderno de investigación, Bob Woodward, quien con sus investigaciones logró que Richard Nixon renunciara en 1972. Le pregunté por qué los medios estadounidenses no fueron capaces de desnudar las mentiras de George Bush para justificar la masacre en Iraq. “Nos equivocamos”, me contestó el maestro Woodward. Me dejó sin palabras la respuesta. Después en reuniones en Oregon y Nueva York, con editores de The Oregonian, NY Daily News, NY Times, nos admitieron a la delegación de 17 periodistas latinos que la gran tragedia del periodismo de su país fue haber justificado una guerra absurda. La obra de Lance Bennett, Regina Lawrence y Steven Livingston “Cuando la prensa falla”, desnuda la omisión del periodismo en Estados Unidos en este tema. Diecisiete años después en Iraq ni llegó la democracia ni se acabó el terrorismo: Nació el Estado Islámico, una fuerza más violenta y sangrienta contra el mundo. Felipe Calderón hizo lo mismo en México. Justificó la guerra contra el narcotráfico porque en el País había más consumo de drogas. La escritora Anabel Hernández documentó en sus obras cómo es que sólo sirvió para proteger a un cártel y hoy la caída la Genaro García Luna le da la razón. Rubén Aguilar y Jorge Castañeda le advirtieron que era un absurdo lo que estaba haciendo. Que al iniciar una guerra sabes sólo cuando comienzas, pero nunca cuándo acabarás. “No se sostenía la justificación de Felipe Calderón para ir a una guerra. Era absurda”, nos reiteró el viernes pasado en Proyecto Puente el ex vocero presidencial. Gustavo de Greiff, el fiscal que acabó con Pablo Escobar en Colombia advirtió desde marzo del 2007, en entrevistas que le realicé para periódico Reforma, que iba México al fracaso. Human Right Watch, también. Calderón no escuchó. Lo suyo era legitimar el déficit democrático con el que llegó a la Presidencia. No importaba que corriera sangre en todo el País ni el fuego cruzado que advirtió Marcela Turati en sus obras que documentaba la muerte de inocentes. En este punto nos encontramos en México: En los rescoldos de una Guerra. Dos sexenios fallidos que dieron vida a cárteles de la droga aún más fuertes. La estrategia no puede ser más guerra. Tiene razón el Presidente. No sé cuál deba ser. No soy especialista. Sólo narro y hago el paralelismo de dos gobiernos disímbolos, pero tan parecidos en la soberbia del manejo del poder para justificar guerras fallidas. Estados Unidos acabó con Al Qaeda. Qué ironía: Fue en el Gobierno de Barack Obama donde Osama Bin Laden fue eliminado. Pero esa guerra engendró al Estado Islámico y dividió más a medio Oriente. En México más de la mitad de los gobernantes tiene pacto con el narcotráfico. Nos encontramos en un punto de la historia determinante. En proceso de rendición de cuentas para entender de dónde venimos y hacia dónde vamos.

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