En el ring de las percepciones
La oposición a López Obrador al parecerse ha convencido de la imposibilidad de afectar las simpatías que posee entre los ciudadanos: 70 por ciento de aceptación.
Una parte importante en la lucha política y en la disputa del mercado está en el ámbito de las percepciones. Sembrar en el votante o en el consumidor una idea, sea esta falsa o parcialmente verdadera, eventualmente arroja resultados convenientes. En vísperas de las múltiples contiendas electorales pendientes en el calendario, ese fenómeno adquiere especial nitidez.
Por ejemplo, en Estados Unidos se realizan actualmente las primarias de cada partido. De acuerdo con las encuestas, tres aspirantes demócratas concentran las preferencias de sus simpatizantes; especialmente uno busca que lo vean como la alternativa que garantiza un triunfo holgado sobre Trump y en eso basa sus promocionales; intenta, por supuesto, influir en la percepción del elector. Por su parte, el presidente Trump se afana en señalar que los ataques que recibe se deben a que él encabeza los sondeos; es una forma de neutralizar la crítica y colocar la especie de que él va arriba en las encuestas; es una estrategia cuyo target es influir en la percepción del electorado. Quién obtenga mejores resultados en este campo triunfará en noviembre del 2020.
En México, ese fenómeno goza también de cabal salud. La oposición a López Obrador al parecerse ha convencido de la imposibilidad de afectar las simpatías que posee entre los ciudadanos: 70 por ciento de aceptación. Es por ello que sus detractores están buscando diferenciar a AMLO de Morena y de los candidatos que presente ese partido: Plantean, a contrapelo de lo que dicen las encuestas, que no hay nada para nadie en el proceso electoral del 2021; que siendo éste mayoritariamente un proceso local, la victoria o la derrota estarán determinadas por cuestiones locales, es decir, que lo federal no contará y menos si no está involucrado el carismático tabasqueño.
Con esa convicción los partidos de oposición hacen su trabajo. Un día sí y otro también, destacan los problemas ocasionados por la 4T: estancamiento económico, escasa generación de empleos, disminución de la inversión extranjera, incremento de la violencia y la inseguridad, alcahuetería de la corrupción (encarnada, según ellos, en el incombustible Bartlett), incapacidad de los gobernadores emanados de Morena como los de Morelos y Veracruz, etc. Despliegan sus argumentos a diestra y siniestra, con el propósito claro de fijar en el imaginario de la gente, que la 4T ha resultado un fiasco. La pregunta es ¿conseguirán con esa estrategia resquebrajar la buena fama que la marca Morena mantiene en la percepción ciudadana? Es difícil una respuesta objetiva, aunque si atendemos a las encuestas recientes, el avance resulta bastante desfavorable para los detractores.
Donde la lucha por la percepción tiene tonalidades sorprendentes es en Sonora. Escuchar la postura del líder del priismo sonorense, o la opinión de un analista político frenéticamente oficialista, sostener que el PRI ganará en el 2021, no deja de llamar la atención. El pronóstico lo basan en los supuestos malos resultados que están dando los munícipes morenistas; de nuevo, tales previsiones y diagnóstico no dejan de ser meramente un asunto de percepciones. De otra manera no se entendería la manipulación que el analista realiza alrededor de un sondeo de Massive Caller; esta casa encuestadora que goza de cierto reconocimiento, aunque no necesariamente el del mainstream demoscópico, publicó a finales del mes pasado las preferencias electorales de la entidad.
Los resultados ponen a Morena como el partido más votado, seguido de lejos por el PRI y todavía más lejos por el blanquiazul. El mismo levantamiento determinó los porcentajes de preferencias al interior de cada partido, aunque éstos no son comparables entre los partidos pues son universos distintos. No obstante, no pocos periodistas y sobre todo el analista referido los mezclan lo que le permite concluir que el candidato priista mejor posicionado le gana al candidato morenista que encabeza las preferencias en ese partido.
Es un procedimiento a todas luces incorrecto en términos metodológicos, pero que tiene sentido en el mundo de las percepciones: Se intenta sembrar la idea de que el PRI va adelante en la contienda electoral.
Alvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía. Profesor-investigador de El Colegio de Sonora.
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