El doble filo de la nueva normalidad
De dónde viene lo de “nueva normalidad”. El concepto de nueva normalidad fue acuñado por el economista Mohamed El-Erian, norteamericano-egipcio, musulmán y hoy Jefe de Asesoría Económica del corporativo Allianz, en referencia a las condiciones que siguieron a la crisis financiera multinacional de 2007-2008.
De dónde viene lo de “nueva normalidad”. El concepto de nueva normalidad fue acuñado por el economista Mohamed El-Erian, norteamericano-egipcio, musulmán y hoy Jefe de Asesoría Económica del corporativo Allianz, en referencia a las condiciones que siguieron a la crisis financiera multinacional de 2007-2008. Nueva normalidad significa el surgimiento de alguna situación atípica o inusual que se ha convertido en algo estándar, costumbre. En estos días se le menciona en referencia al estilo de vida que prevalecerá una vez atemperada la pandemia.
Lo importante aquí es advertir que la nueva normalidad es el tren al que muchos quieren subirse, pero no sólo eso, sino al que todos quieren trazarle la ruta y su destino final. ¿Qué quiere decir esto? Pues que la tan ya cacareada nueva normalidad se está convirtiendo en una extraordinaria oportunidad para que unos y otros la aprovechen para tratar de sacarle el jugo que más le guste a cada quien. La idea que los poderosos, los influyentes y los líderes tienen de nueva normalidad no se refiere precisamente a las nuevas directrices sanitarias para la convivencia y prevención de enfermedades sino especialmente al aprovechamiento que de la etapa postpandemia harán propios y extraños para conseguir sus propios objetivos.
Y en este sentido lo que más se está percibiendo hoy son los diversos ajustes y acomodos políticos y especialmente ideológicos que se prevén. Muy probablemente veamos primero los “ires y venires” de inculpación: Quién o quiénes fueron los culpables del desastre sanitario y económico, de qué partido son, quiénes serán los chivos expiatorios, sobre quién echar la jauría mediática con toda su ferocidad para erosionarles popularidad, etcétera. Un poco más adelante surgirán las conveniencias de los lobbies ideológicos, primeramente a través de sus portavoces intelectuales (escritores, editorialistas, columnistas, conferencistas); más adelante, los ejecutores prácticos (líderes gremiales, grupos de poder, los medios “comprometidos”) y finalmente las voces de la gente (comentaristas, charlas de cantina o de café, juntas de comadres).
Habida cuenta la desesperación de hacerse del poder o de permanecer en él, lo cual no se esconde en muchos países de todas las regiones del mundo, no es difícil que toda esta rebatinga sobre la nueva normalidad se vaya consumando sincrónicamente, a un mismo tiempo, lo que no abonará nada positivo a una nueva convivencia toda vez que los enfrentamientos, “agandalles” y madruguetes podrán estar a la orden del día y por muchos días quedando atrás muy pronto el aroma de solidaridad y la memoria de los sufrimientos y muertes ocasionadas por este virus que logró que unos y otros nos viéramos serenamente a los ojos y tuviéramos, como quizás nunca antes en nuestras vidas, algo en común: Recíproca compasión.
Acabo de leer un breve y reciente ensayo bajo el título de “Coronavirus: Momentum catasthroficum” que refleja el posible resurgimiento, al tenor de la nueva normalidad, de la lucha ideológica bipolar predominante en el siglo XX: Marxismo contra capitalismo, quizás con sus renovados apodos: Progresismo contra bienestar, pedagógicamente estelarizados como “China contra Estados Unidos” que en el fondo significaría “El Estado contra la persona”. La verdad es que de ser así, la tal nueva normalidad ni será nueva ni será normalidad. Y será peor que la pandemia. Así las cosas, la nueva normalidad puede terminar siendo un arma de doble filo y que, como tal, lastimará por sus dos lados. ¡Qué pesadilla!
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí