El debate, corte de caja
En materia de percepción cada cabeza es un mundo y que muchos estrategas de los candidatos están dispuestos a todo con tal de cambiar las tendencias electorales
Me tocó escuchar la entrevista radiofónica a un encuestador que exponía los resultados de su sondeo levantado a propósito del primer debate entre candidatos a la gubernatura de Sonora. Cualquiera que haya oído las cifras manejadas deduciría que el candidato del prian lo ganó por goleada, que les dio una paliza a los demás aspirantes y que estos ni siquiera metieron las manos. Cuando más fascinado estaba con su danza de datos, el locutor le espetó la pregunta de quién le había pagado la encuesta. Hubiera querido ver la cara del entrevistado, pero su tartamudeo evidenció que la pregunta lo había sacado de balance. El cuestionamiento puso al descubierto que se trataba de un ejercicio pagado por uno de los candidatos a la gubernatura.
Los resultados publicados por MassiveCaller revelaban un escenario muy distinto: Otro aspirante, que no era el prianista, sacaba una ventaja superior a dos dígitos. Al respecto, el locutor preguntaba a su entrevistado cómo se podían explicar resultados tan disparejos, a lo que el pillado encuestador, queriendo sortear el incómodo momento, atinó a responder con una crítica a MassiveCaller. Dijo, palabras más palabras menos, que esa empresa no tiene credibilidad y que era imposible levantar 1,000 opiniones sobre cada pregunta en un lapso tan rápido como el que separa una de la otra en los varios temas abordados en el primer debate.
Sirvan estos comentarios para constatar que en materia de percepción cada cabeza es un mundo y que muchos estrategas de los candidatos están dispuestos a todo con tal de cambiar las tendencias electorales; tratándose de encuestas es posible que el resultado dependa del mecenas que paga el levantamiento. Al margen de esta situación, lo cierto es que el primer debate deja algunas enseñanzas interesantes. El candidato de Morena, por ejemplo, se aplicó a presentar sus propuestas; se empeñó, de hecho, en convertirse en el aspirante de las propuestas, pero también del cambio y la transformación. El del prian, en el abanderado del continuismo habida cuenta deque no representa un viraje respecto a los gobiernos anteriores, incluido el de Claudia Pavlovich. El abanderado de Movimiento Ciudadano es quien dejó más qué desear; estuvo por debajo de las expectativitas considerando que en mensajes previos prácticamente amenazaba con que no tendría ningún empacho en desenmascarar a sus adversarios. La verdad es que no dijo gran cosa; atrás quedaron sus ataques que hoy se ven sólo como balandronadas de un candidato que, según sus pronósticos, a estas alturas de la contienda ya debería encabezar las preferencias de voto.
La literatura especializada en estrategia electoral sugiere que los punteros son los únicos que pueden perder en un debate. Bajo esa premisa, si quien encabeza las encuestas no pierde, entonces gana. Me parece que eso es exactamente lo que pasó con Alfonso Durazo: Pudo sortear un terreno minado como lo es un debate donde sus adversarios habían adelantado que lo atacarían sin misericordia. Así que el respetable se quedó con las ganas: No hubo bombazos ni nada parecido, acaso pequeñas puyas que no alcanzaron a debilitar al mejor posicionado. El de Bavispe resultó ganador en virtud de que sus adversarios fueron incapaces de hacerle daño, de ahí que su delantera se advierta cada vez más irremontable.
El protagonista inesperado del debate resultó ser el tristemente célebre formato: Demasiado rígido para que ese espacio pudiera convertirse en verdadera oportunidad para el contraste de programas. La trasmisión también dejó mucho que desear. Tantas interrupciones terminaron por fastidiar al público que había decidido verlo la tarde del martes. Algo tendrá que ajustar el árbitro electoral para que el próximo debate, a celebrarse el 18 de mayo, se desarrolle sin contratiempos técnicos y consiga armar un espacio propicio para el contraste de planes y proyectos. Esperemos que así resulte, para bien del sistema de partidos en la entidad y el fortalecimiento de la democracia.
Alvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía. Profesor-investigador de El Colegio de Sonora.
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