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El ciudadano Presidente no puede enfermarse

Sin importar el país, cuando un presidente se enferma, aunque sea un leve resfriado, habrá siempre consideraciones de seguridad nacional. Y cuando un mandatario se enferma de Covid-19, esto es particularmente preocupante.

POR ANA MARÍA SALAZAR

Sin importar el país, cuando un presidente se enferma, aunque sea un leve resfriado, habrá siempre consideraciones de seguridad nacional. Y cuando un mandatario se enferma de Covid-19, esto es particularmente preocupante. Y cuando Andrés Manuel López Obrador se enferma, en el momento más crítico hasta el momento de la pandemia, podría ser esto catastrófico para el País. No solo es crítico el momento por el número de personas que han muerto, más de 150 mil, debido al Covid-19, pero sucede en un momento donde todos los países están negociando (y peleando) por obtener vacunas, la estrategia de vacunación ha sido errática y desordenada, además de que surge una cepa de coronavirus aún más contagiosa. La economía también sigue en crisis, y no está teniendo el rebote que prometió el Presidente y su equipo económico, y aumente la preocupación sobre la violencia política y territorial que seguramente explotará en este año electoral. Si no fuera poco, el Presidente se enferma en momentos claves para la selección de los candidatos que representarán a Morena, y su partido tiene una profunda, y peligrosa división, que impactará los resultados electorales este año, y hasta la gobernabilidad en algunas regiones del País.

No quiero ser ave de mal agüero, pero lo único que faltaría es que nos azotara un terremoto, que el Popocatépetl nos diera un susto o algún otro desastre surgiera debido a la incompetencia.

Obviamente le deseo al Presidente una rápida y completa recuperación porque el País urgentemente lo necesita. Pero también hay que decirlo: Es una irresponsabilidad que se haya enfermado, especialmente en este momento, cuando más se requiere un Presidente que pueda dirigir el País en este momento de crisis. Más allá de las obvias críticas que le han hecho los expertos sobre su renuencia a no usar cubrebocas, probablemente lo más incomprensible de López Obrador fue su decisión de continuar viajando en vuelos comerciales en giras que tenían poca relevancia, excepto para hacer campaña y reducir la importancia mediática de lo peligroso que es el Covid-19.

El día en que el Presidente anunciaría que estaba contagiado de Covid-19, él viajó a San Luis Potosí a inaugurar nuevas instalaciones de la Guardia Nacional. ¡El Presidente arriesgó su vida, la vida de su familia y de sus secretarios y asesores más cercanos para inaugurar un edificio! Además de poner en riesgo a las personas que viajarían con él en diferentes vuelos comerciales.

La prioridad del Presidente en este momento debía y tenía que ser atender la crisis del Covid-19, no inaugurar edificios, o hacer campaña. Si hay temas urgentes que tiene que atender en otros estados de la República, el Presidente debería de atender llamadas y tener reuniones virtuales como lo están haciendo el resto de los mexicanos.

Por qué el Presidente no aceptó ser una de las primeras personas en recibir la vacuna también es un misterio. Mucho de la zozobra que vivirá el País podría haberse evitado si López Obrador hubiera aceptado inocularse.

Hoy se reportó la muerte del secretario de la Defensa colombiana, Carlos Holmes Trujillo, por Covid-19. Este es un ejemplo de la importancia de que funcionarios se cuiden, especialmente aquellos funcionarios del gabinete de seguridad.

El comportamiento de AMLO está poniendo en riesgo funcionarios claves que necesita el País para enfrentar la pandemia. Por una parte, declara el secretario de Salud, Jorge Alcocer, supervisaría los médicos que atenderían al Presidente durante su convalecencia. Y en el caso del doctor Hugo López-Gatell, se encuentra en aislamiento. Podríamos decir que ambos funcionarios son víctimas de la irresponsabilidad del Presidente, ya que no podrán, estos dos funcionarios, trabajar tiempo completo en enfrentar la crisis sanitaria que vive México.

Otro tema importante es la debilidad del gabinete del Presidente, durante este momento de crisis. La desaparecida secretaria Olga Sánchez Cordero reaparece en las conferencias mañaneras, sin saber exactamente dónde se encontraba físicamente el Presidente.

Esperemos que el progreso de la enfermedad sea leve para Andrés Manuel Obrador. Pero aún en los casos menos graves, hay un impacto en la capacidad física y sicológica en los enfermos de Covid-19. Y las secuelas pueden afectar la capacidad de trabajar y concentración, volviéndose imposible regresar a trabajar a corto plazo. Tal fue el caso de la nueva secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Isela Rodríguez, quien tuvo semanas de convalecencia antes de poder asumir su cargo como secretaria. Para recuperarse, el Presidente necesitará semanas, si es que no le quedan secuelas. Esperemos que no.

Frecuentemente la irresponsabilidad y soberbia son, entre otras, las amenazas más importantes a la seguridad y gobernabilidad del País.

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