Congruencia e identidad partidaria
Desplazar el régimen corrupto, aplicar un programa de austeridad republicana y favorecer a los más desposeídos ha sido una constante del tabasqueño desde los años 90 del siglo pasado.
En materia política, la congruencia es un atributo que genera dividendos en el largo plazo. En el corto son otros los factores que hacen ganar o perder espacios a un líder o a una organización partidaria. Ejemplos de ello abundan: En el mundo están los casos emblemáticos de Nelson Mandela, quien en libertad y luego en la cárcel se mantuvo siempre firme en sus ideales; Ghandi, que con su modo pacifista logró lo impensable, la independencia de la India; en Estados Unidos el propio Joe Biden, mantuvo siempre una línea política moderada que en la coyuntura electoral 2020 le abrió las puertas de la Casa Blanca.
En México hay muchos personajes de la vida pública cuya coherencia les dio un lugar privilegiado entre los constructores de la democracia nacional. En esa línea figuran Demetrio Vallejo, Valentín Campa y Heberto Castillo, entre otros. Seguramente el caso más interesante es el de López Obrador, que se ha mantenido en una postura: Sostener que el gran problema del País es la corrupción. Desplazar el régimen corrupto, aplicar un programa de austeridad republicana y favorecer a los más desposeídos ha sido una constante del tabasqueño desde los años 90 del siglo pasado. En esa triada ha basado y basa su andar en la vida pública. Son estos atributos los que lo llevaron a renunciar al PRI en 1988. Tras la validación del controvertido triunfo de Salinas de Gortari, todo indicaba que su incipiente carrera política quedaría truncada para siempre; sin embargo, esa renuncia lo llevó a ser dirigente nacional del PRD, a ser el Gobernador de la CDMX y tres veces candidato a la presidencia. Su perseverancia y tenacidad lo hicieron ganar en el 2018 de una manera tan contundente como ningún candidato a la presidencia en la historia de México. Fue sin duda el premio a la coherencia política.
Se refieren los elementos anteriores a propósito de que varios partidos están tejiendo alianzas o coaliciones de cara al proceso del 2021. Se puede apreciar cómo los promotores están mirando el horizonte con una mentalidad cortoplacista. Les importa mucho el desenlace de la jornada electoral del próximo año pues de ello dependerá su sobrevivencia política; en el largo plazo ya veremos, se han de plantear o, pensarán, como sostenía el gran economista inglés JF Keynes: “En el largo plazo todos estaremos muertos”.
En efecto, las alianzas en ciernes tendrán todo menos congruencia y consistencia. No hay manera de justificar una coalición entre PAN y PRI sino es con argumentos que aludan a intereses de corto plazo. El PAN es la antípoda del PRI o por lo menos lo era en sus orígenes. Que en su devenir histórico el tricolor abandonara principios y valores es otra cosa; sucumbió frente a la victoria cultural panista o trata de adaptarse y utiliza la premisa acreditada a Groucho Marx que decía: “Aquí están mis principios, pero si no les gustan aquí están otros”.
El pragmatismo que están mostrando tanto el PAN como el PRI, por no decir el PRD, probablemente los llevará a perder una identidad partidaria que por sí sola les granjeaba una cantidad interesante de votos. El PAN tiene su voto duro, lo mismo el PRI yen estas circunstancias una alianza prianista daría pie, electoralmente hablando, al desvanecimiento progresivo de esas organizaciones y si nos apuran a su eventual desaparición. Es decir, la urgencia por sobrevivir en el corto plazo pone en riesgo de extinción a dos organizaciones que han sido pilares en la edificación de nuestro sistema y régimen políticos.
El colmo del pragmatismo se da en Sonora, donde un antiguo militante ha llegado al extremo de renunciar al PRI para ser candidato del PRI en alianza con el PAN. La pregunta obligada es ¿qué pasará con el blanquiazul y el tricolor y que pasará con su candidato, de perder el 2021? Posiblemente tenderán a evaporarse como resultado de un pragmatismo que los llevó a dejar a un lado su identidad partidaria.
Álvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía. Profesor-investigador de El Colegio de Sonora.
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