Baches y baches
Las incomodidades y accidentes que provocan los hoyos no son nuevos. Tristemente tienen una larga historia...
En el Informe de Indicadores 2019 elaborado por “Hermosillo, ¿Cómo vamos?” hay un indicador que llama especialmente la atención. A la pregunta sobre cuáles son los tres problemas más importantes en Hermosillo, la mayoría de las personas encuestadas señaló que la inseguridad, la drogadicción y el transporte urbano, en ese orden. Digamos que hasta ahí parecen razonables los problemas referidos por los hermosillenses; el asunto que no encaja bien es el lugar asignado a la devastada carpeta asfáltica de avenidas y bulevares capitalinos. Ese tema ocupa el sexto lugar en el ranking de la referida asociación civil: Sólo el 7.2% señaló que los baches son un problema primordial. Llama más la atención el porcentaje al compararlo con el publicado en 2018 (y obtenido en 2017), cuando el 8.3% expresó que el mal estado de las calles y la pavimentación estaban entre los problemas principales; se ubicaban en ese entonces en el cuarto lugar.
Si hacemos memoria, las vías capitalinas no estaban tan afectadas el año pasado como lo están ahora; de hecho, muchas lucían bastante bien tomando en cuenta que el Gobierno municipal, priista por cierto, se esforzó por pavimentar, recarpetear y bachear muchas de las calles y bulevares con el tácito propósito de que el ambiente electoral le fuera favorable. Como sabemos no les sirvió de nada pues el candidato del ex invencible fue también barrido por la ola lopezobradorista.
Al escudriñar la metodología aplicada por “Hermosillo, ¿Cómo vamos?” se advierten algunas posibles explicaciones a la confusión que genera la comparación de los porcentajes de 2019 respecto a 2018: Para empezar, la encuesta que se publica en 2019 fue levantada en octubre de 2018, justo cuando los hermosillenses disfrutaban de calles en más o menos buenas condiciones. De ahí derivaría una simple hipótesis: Si el levantamiento se hubiera hecho hoy, es decir en el arranque del otoño 2019, el resultado sería distinto y seguramente los baches compitieran por los primeros lugares entre los problemas que en las encuestas anteriores encabezaron el ranking. Sería lo lógico, a propósito del malestar generalizado que causan no sólo a los automovilistas que han tenido la desgracia de ser devorados por un cráter sino también a ciclistas y corredores que en la noche o por la mañana transitan por rutas infectadas de una especie de viruela urbana.
Las incomodidades y accidentes que provocan los hoyos no son nuevos. Tristemente tienen una larga historia; como es ampliamente conocido la capital del estado cuenta con un rezago en pavimentación y mantenimiento de las rúas ya asfaltadas. Sólo como anécdota vale recordar cuando, en su último informe, el alcalde Javier Gándara señaló que durante su administración se había pavimentado una cantidad inédita de metros cuadrados; sin embargo una rápida aritmética permitió deducir que si el munícipe siguiente continuara con ese ritmo, en muy pocos años quedarían en Hermosillo sólo unas cuantas calles de terracería.
Como dicen algunos analistas, resultó que “esa mentira no era verdad” y ahí siguen las polvorientas calles de la ciudad del sol como uno de sus principales rezagos. Ahora, como antes, los baches siguen siendo un problema desafiante para el alcalde en turno. Tienen distintos orígenes: Algunos surgen a consecuencia de las interminables fugas de agua y de la negligencia en su reparación pues demoran en exceso en atenderlas y lo hacen con una calidad que deja mucho que desear. Son problemas añejos que se agudizaron este verano porque la temporada de lluvias se prolongó por varias semanas causando estragos en la cinta asfáltica de la ciudad.
La solución pasa necesariamente por considerar un horizonte de largo plazo dado que se requieren años para introducir drenaje pluvial, mejorar la calidad de los materiales aplicados y desde luego modernizar la red de distribución de agua, acciones todas que implican recursos extraordinarios que el Ayuntamiento supuestamente no tiene. En realidad, ése es el verdadero problema.
Alvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía. Profesor- investigador de El Colegio de Sonora.
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