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A escoger: Economía o salud

Sólo por curiosidad: ¿Qué tan pequeño es este virus? En promedio 100 nanómetros de diámetro: ¡Formado en línea cabe 10 mil veces en un milímetro!

El punto más actual a debate en medio de la pandemia que atravesamos (o que nos atraviesa) se plantea como una oferta de sólo uno de sus dos platillos, economía o salud. Al centro de la discusión -que por cierto se ha intensificado no sólo en los Estados Unidos y Brasil sino por igual en nuestro País- está una preferencia ya sea por la salud o bien por la economía. Concretamente se trata de líderes de opinión que respaldan acciones muy enérgicas de aislamiento social, prácticamente a nivel de cuarentena médica para todos exceptuando a quienes tienen a su cargo la ejecución de tareas ya no solo “indispensables” sino prácticamente “vitales”, es decir, de vida o muerte, como es el caso personal de salud, proveedores de alimentos y de servicios de energía y seguridad. En este escenario un pequeño kiosco de tacos, un lavacarros o un vendedor de revistas en la banqueta no podría salir de casa para trabajar y esto le traería en unos cuantos días un daño personal y familiar que multiplicado por muchos casos rompería el equilibrio social, quizás poco, si a nivel comunitario se trata de un bajo porcentaje de personas en esa condición, pero en cambio será de gran impacto social si esos perjudicados son parte de una comunidad en la que los extremos socioeconómicos son muy distantes entre sí debido a una moderada proporción de personas con economía razonablemente saludable (clases alta y media) y una elevada proporción en pobreza (clase baja o extremadamente baja). Subsidiar temporalmente a una baja proporción de familias en pobreza es mucho más factible que hacerlo en una sociedad en la que un porcentaje elevado de personas subsisten en pobreza y entonces el equilibrio social, de por sí ya vulnerado en ese escenario, terminará por romperse pronto. Además, en presencia de una crisis sanitaria como esta, el planteamiento de descuidar la economía para privilegiar la salud terminará enfermando a más personas y afectando aún más el poco equilibrio social. Ahora, si la balanza se va de paso en el sentido opuesto y se privilegia la marcha de la economía desatendiendo las medidas de contención y mitigación de la diseminación de la pandemia, en pocas semanas los servicios de salud serán insuficientes y será ya tarde para buenos logros y los costos económicos terminarán sumándose al costo de vidas en discapacidad temporal y al de las vidas aniquiladas. En este panorama qué difícil será tomar la mejor decisión ya que implica lograr un equilibrio entre salud y economía que no provoque celo en ninguna de ambas pues ya se sabe de lo que es capaz una “dama celosa”. En este tema nos estamos además preguntando si habrá algo más que explique por qué en algunos países la tasa de contagios corre rápido y en otros corre lento y por qué en unos países la mortalidad es mucho más alta que en otros; me refiero a algo más allá de la adopción de las medidas preventivas a buen tiempo, del nivel de disciplina de los pueblos y del hacer más pruebas diagnósticas para tener datos más reales y mejor oportunidad de aislamientos. Pues sí puede haber algo más, el factor genético. Se ha visto que otros virus como los del sida, la hepatitis B, la hepatitis C y el virus del dengue pueden mostrarse más dispuestos a infectar individuos con ciertas características genéticas específicas y se plantea que así podría ser también en el caso del SARS-CoV-2 (así se llama el virus) y que esto explicaría, por ejemplo y al menos en parte, los diferentes comportamientos de la pandemia Covid-19 entre los pobladores de los países del Norte de Europa que son menos afectados que los de Italia y España.

Sólo por curiosidad: ¿Qué tan pequeño es este virus? En promedio 100 nanómetros de diámetro: ¡Formado en línea cabe 10 mil veces en un milímetro!

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