2019: El primer año
Vaya añito que está por concluir. Ante tantos aspectos a desarrollar, he escrito dos reflexiones, una para enfocarme en el aspecto nacional y otro para el local.
Primera parte
Vaya añito que está por concluir. Ante tantos aspectos a desarrollar, he escrito dos reflexiones, una para enfocarme en el aspecto nacional y otro para el local. Aquí la primera parte.
Durante doce años, López Obrador acusó y minó poco a poco a sus adversarios. Los acusó de corruptos, de sinvergüenzas, y de cínicos (creo que con razón, además).
Todos conocemos la historia. Pero llegó al poder… y muchos hemos tenido que reajustar nuestras expectativas. En materia de seguridad y de desarrollo social, el Gobierno federal simplemente reprobó el primer año. Es injusto, irreal e irresponsable plantear metas cuando no se tiene con qué alcanzarlas. La falta de ideas sobre qué hacer en estas áreas (y hablo de ellas pues es de lo que conozco) empieza por la manera en cómo se configuran los equipos de trabajo. De nuevo, no le pueden pedir a los Naranjeros que jueguen como los Yanquis si no tienen a jugadores de esa calidad. Porque ahora está de moda el argot beisbolero, lo pongo en estos términos: Si los criminales están acostumbrados a batear rectas de 90 millas, los actuales pitchers (secretarios, estrategas, directivos, asesores, mandos -locales y federales-) están lanzando puras dormilonas de 60.
El Gobierno federal se aferra a decir que hay estrategia. Estos son los hechos:
1) no sabemos cuál es la profundidad de las actuaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, respecto a congelar los activos financieros del crimen organizado. Dicen que congelan cuentas, pero si nos atenemos a los estimados que se manejan en los centros de investigación respetados, lo presuntamente congelado no se acerca ni al 10% de lo que genera la criminalidad en México.
2) Tampoco sabemos qué está haciendo la Fiscalía General de la República con la información que le proporciona la UIF. ¿Se judicializa y se gana?
3) Sabemos que este es el año más violento en la historia del País, con excepción de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera. ¿Se acuerdan de la discusión entre Jorge Ramos y el Presidente, cuando le alegaba “con otros datos” al reportero que la inseguridad no estaba despuntando?
4) Sabemos que el pueblo sabe quiénes son los malos, dónde se mueven, quiénes los dirigen y dónde están (pues ya no tienen la molestia de esconderse)… pero los sistemas de inteligencia son inexistentes (o muy corruptos), pues de lo contrario la ilicitud podría ser desactivada progresivamente y pasa lo opuesto.
5) Nadie se atreve a decirle al Presidente que el País es muy distinto a la época que él añora (setentas y ochentas), pues el principal abrevadero social del crimen organizado ya no son los pobres, sino el profundo desgaste social, cultural y de justicia de este País. Las estadísticas no mienten.
Por lo tanto, 6) es un tiradero de dinero -al más viejo estilo priista- la forma en la que el Gobierno plantea sus becas, pues no se crea genuinamente capacidad en la gente para que ésta se desarrolle sino que se eternizan las trampas del clientelismo. No estoy descubriendo hilos negros, es la historia de México desde Echeverría a la fecha. Entiendo que por la abundancia de improvisados (que de la noche a la mañana “sabían sobre seguridad”) se caiga en el error de pensar que con el clientelismo se atienden las causas que provocan la inseguridad, pero esto es un error… y es además uno crítico.
7) Alguien serio debe explicarle al Presidente que sus alternativas no deben ser maniqueas: Nada es blanco o negro. Lamento escucharle decir que él no va a replicar la política de Calderón. ¿En serio es tan escaso el ingenio en la gente que le asesora? ¿Se supone que sólo hay dos rutas: Su “estrategia” o la de Calderón? ¿Por qué les es tan difícil trazar alternativas distintas, donde se privilegie lo que ha funcionado y donde se obtengan resultados utilizando más el ingenio que el garrote? Y sobre el maniqueísmo, un último punto: Es falso que para ser honesto se tiene que ser bruto e ignorante, pues esa es la disyuntiva que se plantea. Se puede (y debe, además) reunir equipo humano profundamente leal y convencido del proyecto político, pero con las más altas credenciales para entrarle a los gigantescos problemas. La cavernaria noción de que los buenos son ignorantes e ineptos y los estudiados son bandidos nos va a acarrear muchos problemas. Calidad de equipos = calidad de ideas = calidad de resultados.
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