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Criterio

Ocurre en un País que parecería no importarnos; pero resulta que hoy no hay nada en ningún País que no nos afecte para bien o para mal (ni siquiera en “Tumbuctú”). Bueno, pues así es hoy el mundo. Habríamos pensado que la reciente crisis económica de Grecia no tendría ni el mínimo efecto para nosotros, y ya vimos que no fue así. Habríamos pensado que la reciente decisión senatorial argentina de no dar curso legal al aborto no tendría nada qué ver con nosotros pero en realidad la votación del Senado argentino en esa materia ha reforzado la posibilidad de que en otros lugares del mundo, especialmente en América Latina, se razone más el asunto y se perciba en muchos ambientes que el péndulo comienza a oscilar en este conflictivo asunto y se toma más en serio eso de proteger la vida de cualquier persona humana, independientemente de su edad. Hace pocos años el tsunami que golpeó con crueldad la costa japonesa e hizo estallar una de las plantas nucleares más seguras del planeta nada tendría que ver, por ejemplo, con la política energética de Europa central o de cualquier otra parte, pero resultó que esa catástrofe motivó al Gobierno y pueblo alemán a programar el cierre progresivo de sus 17 plantas nucleares y planear un viraje acelerado hacia fuentes seguras de energía. Y estos son sólo unos cuantos ejemplos entre muchos más. Pues ahora toca el turno a Rumania. ¿De qué se trata? La sociedad rumana desde hace ya algunos años vio venir con gran fuerza y desde la Unión Europea una penetrante corriente ideológica que perturbaría su estructura social básica, es decir, el concepto natural de familia y precisamente en el seno de una de las comunidades más reprimidas por el socialismo real, sobre todo bajo la dictadura comunista de Nicolás Ceausescu de 1965 a 1989. Y así fue que la sociedad civil se organizó desde hace algunos años para someter a referéndum una reforma constitucional que defina la familia como “el matrimonio libre entre un hombre y una mujer, su igualdad y el derecho y el deber de los padres a garantizar la educación y la instrucción de los hijos” de tal manera tal que quedan fuera de la definición de matrimonio otras formas de convivencia y, además, garantizaría el derecho fundamental de los padres a proteger la educación de sus hijos, asunto que emociona a los rumanos tras haber vivido largamente bajo un sistema en el que la participación de los padres en la educación de sus hijos simplemente no existía porque sencillamente no podía existir. Pues a pesar de las presiones e injerencias de la Unión Europea por bloquear el solicitado referéndum, la sociedad rumana ha logrado la aprobación interna para realizar esa consulta y definir puntual y constitucionalmente la figura del matrimonio y familia naturales. Tal consulta se llevará a cabo el próximo mes toda vez que el número necesario de firmas, como requisito para autorizar el referéndum, fue holgadamente rebasado: Se exigía un mínimo de 500 mil firmas a recoger en seis meses y se obtuvieron seis veces más: Tres millones de firmas, enorme tarea considerando que la población total de Rumania es de sólo 20 millones. Lo que dijo Francisco “Los niños -dijo el Papa- dan vida, alegría, esperanza. Ciertamente dan también preocupaciones y a veces problemas; pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris porque se ha quedado sin niños”.

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