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Conoce los detalles de la aventura de “Dulcinea”: la perrita que viajó 2 mil km y regresó casi un mes después con su dueña

“Dulcinea” vive aventura de película con pescadores al irse con ellos de Puerto Peñasco a Guerrero Negro; sus dueños la creían muerta o perdida.

Conoce los detalles de la aventura de “Dulcinea”: la perrita que viajó 2 mil km y regresó casi un mes después con su dueña

PUERTO PEÑASCO.- Para la perrita de raza pequeña, “Dulcinea”, tal vez fue otra aventura más, pero esta sobrepasó cualquier otra historia que tuviera la “lomito” de 4 años de edad, porque anteriormente ya había desaparecido, pero regresaba a los dos o tres días.

Es una perrita muy cariñosa, juguetona y sobreprotectora de los niños, ya sabíamos que es muy andariega pero esta vez se pasó de tueste”, dijo Indra Inzunza, feliz de tenerla de regreso, y quien contó la aventura que vivió, por casi un mes, la perrita que adoptó desde cachorrita. Viajó más de mil kilómetros de ida y otros tantos de regreso. 

Narró que todo empezó el 2 de mayo cuando dos hermanos pescadores, primos de una vecina suya, por cuestiones de trabajo, viajaron hasta la comunidad de El Dátil, en Guerrero Negro, BCS, la madrugada de ese día. Sólo los conocía de vista. Ahora son amigos. Mientras enganchaban la panga en una Suburban y subían sus cosas para emprender el viaje, las puertas de la misma estaban abiertas y fue cuando “Dulcinea” aprovechó para subirse y acomodarse en la parte de atrás, entre todos los utensilios que llevaban. Nadie se dio cuenta. No hacía ruido.

Esa fue la conclusión a la que llegaron, después (el pasado miércoles cuando la perrita regresó a casa y se reunieron), los involucrados en esta historia, de cómo inició la aventura de “Dulcinea”.

Indra asentó que al principio no fue extrañada porque creía que su mascota estaba en la casa de su vecina –prima de los pescadores- donde también se queda a dormir porque hay niños con los que juega todo el día.

CÓMO SE DIERON CUENTA

Fue en el retén de San Luis Río Colorado, cuando los soldados realizaban una inspección al vehículo de los pescadores, quienes escucharon unos ladridos en la parte de atrás de la camioneta, continuó Indra.

Era “Dulcinea” que ladraba aguda y fuertemente (como todo perro de raza pequeña) a los militares. Ellos se voltearon a ver intrigados. No sabían qué decir. Después los soldados les dijeron que podían irse con todo y su “fiera”, le relató entre risas, Jesús Iván López, uno de los hermanos pescadores.

Entonces, prosiguió, Julio (el otro hermano) le comentó a Jesús Iván que creía haber visto a “Dulcinea” jugando con los niños de su prima, quien es la vecina, y así quedó.

Siguieron el camino pensando que la perrita era de su prima. Después la llamarían para que no se preocupara, pero no lo hicieron porque uno de los hermanos pensaba regresar a los pocos días y quería llevarle, de regreso, una “sorpresa”, pero resulta que “Dulcinea” no era de su pariente, comentó.

ANÉCDOTAS DE “DULCINEA”

Ya estando en El Dátil, que es una zona pesquera, más al Sur de Guerrero Negro, desprovista de energía eléctrica y señal de teléfono, tuvieron complicaciones con el carro y no pudo regresarse, externó.

Como quien dice estaban incomunicados, máxime cuando estaban a la mar, pescando. Me comentaron que la perrita se subía a la panga con ellos, pero cuando sabían que iba a haber vientos la ponían dentro de una caja para no llevarla. 

Pero resulta que la caja estaba sobre la arena y le ponían peso arriba para que no se moviera, pero Dulcinea escarbaba con sus patitas y hacía un hoyo. Se escapaba la vaga y de repente les aparecía, moviendo su colita, a los hermanos, cuando salían de pescar. Le agarraron mucho cariño”, mencionó. 

Uno de los hermanos pescadores, le contó, expuso Indra, que un día la vagoneta se le embancó lejos del punto pesquero y, como no hay señal de teléfono, no pudo pedir ayuda.

Estaban solos él y “Dulcinea”, con poca agua y sin comida. Tuvieron que caminar mucho y se les hizo noche, se compartieron el agua. El pescador le daba a la perrita en su mano. Hicieron un hoyo en la arena para dormir porque hacía frío y los coyotes aullaban.

Amanecieron abrazados y otro día su hermano los encontró al ver que no llegaban y salió a buscarlos, relató Indra, emocionada, como reviviendo la narración del pescador.

Así por el estilo, Indra externó que “Dulcinea” vivió con los pescadores varias vivencias más, “de película” y por eso le agarraron mucho cariño, pero que a su vez les trajo suerte porque les fue muy bien en la pesca.

Todavía el jueves, agregó, los hermanos pescadores iban para Bahía de Kino a trabajar y cuando llegaron por la glorieta, a la salida de Puerto Peñasco, varios carros les pitaban y no sabían por qué, creían que le había pasado algo a la lancha.

Para su sorpresa, culminó Indra, Jesús Iván miró por el espejo retrovisor y miró a “Dulcinea” que los seguía asoleada, jadeante y con la lengua de fuera. Eso los enterneció, se regresaron y la dejaron bien resguardada en un lugar que usan para guardar herramientas de trabajo (en casa de su prima) y ayer le entregaron la llave. Ahí estaba todavía “Dulcinea”.

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