Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Sonora / Reportaje Especial

Perlas, gemas que maravillaron a Yaquis y Españoles

Por su excelente condición física estos indígenas, en el siglo XVII, podían bucear en las profundidades del Golfo de California para extraer las ostras que contenían estas joyas.

SEGUNDA DE DOS PARTES

GUAYMAS, SONORA.- La perla mexicana sustraída del Mar de Cortés fue una de las gemas que más atesoraron los yaquis desde siglos atrás y cuando los españoles llegaron a Sonora quedaron maravillados por su belleza y rareza, convirtiéndose en una de sus joyas favoritas.

La perla del Golfo de California es única en el mundo y de una gran belleza, según conocedores de la materia, ya que se compone del nácar de los moluscos Pteria sterna y Pinctada mazatlanica, dos especies que se dan en mayor cantidad en esa zona del País.

Jesús Faustino Olmos de la Cruz, cronista vitalicio del Heroico Puerto de Guaymas, relató que cuando llegaron los españoles a México y recorrieron los estados del Noroeste del País, descubrieron que los indígenas yaquis portaban collares y accesorios hechos con perlas.

Explicó que los españoles quedaron tan maravillados con las perlas de concha nácar que a partir del siglo XVII se empezó a sobre explotar uno de los yacimientos de ostras más grandes, encontrado en La Paz, Baja California, a donde algunos yaquis habían migrado, ya que no estaban de acuerdo con la evangelización.

El Imparcial: imagen de artículo

CON BUENOS PULMONES

El historiador resaltó que por su condición y capacidad física, los yaquis eran de los pocos que podían descender en las profundidades del mar y sustraer las ostras perleras, ya que aguantaban debajo del agua más tiempo que los demás pescadores.

Ya había indígenas yaquis en esa parte de la Baja California y fueron aprovechados para la extracción de las perlas que había sido descubierta en esa parte y pues ellos hacían toda una ceremonia para llegar a la parte de abajo (fondo del mar). “Duraban alrededor de 60 segundos, un minuto o un minuto pasadito; sacaban el molusco y regresaban a la superficie, y así estaban subiendo y bajando”, relató.

Olmos de la Cruz indicó que los yaquis sustraían las ostras, pero sólo a ciertas horas del día, cuando la luz del Sol iluminaba más las aguas y podían apreciarse más las ostras enterradas en la arena.

Se echaban un clavado y metían un palo, que usaban como herramienta para defensa porque podían ser atacados por algún tiburón”.

Según la tradición yaqui de aquel entonces, durante la última extracción de ostras, los pescadores se metían en grupo al mar y gritaban que esta última pesca era dedicada a la Virgen.

LA “JOYA DE LA CORONA”

Cuenta la leyenda que la corona de San Eduardo de Inglaterra contenía una de perla sustraídas del Golfo de California, la cual fue encontrada por dos buzos ingleses, a finales del siglo XVII. Esta corona la ha portado también la actual reina Isabel II.

La espectacular gema de mar fue nombrada como “El Gran Limón”, por su particular tamaño, y de acuerdo a la revista México Desconocido, se destaca de una hilera de perlas que adornan el perímetro de la corona inspirada en el gobernante de la casa de Wessex: San Eduardo El Confesor.

El Imparcial: imagen de artículo

A más de 400 años de haber sobreexplotado la pesca de ostras perleras en el Golfo de California, actualmente este ti po de joya se puede llegar a obtener por medio de una granja de cultivo situada en Guaymas, Sonora.

Esto fue gracias a la inquietud de tres estudiantes que a principios de la década de 1990, iniciaron un proyecto de investigación con la fauna marina de la región cuando cursaban el tercer año de Ingeniería Bioquímica en el Tecnológico de Monterrey.

Enrique Arizmendi, Manuel Nava y Douglas McLaurin, con apoyo de su profesor de maestría, Sergio Farell, fueron quienes lograron fundar la primera granja experimental de cultivo de ostras perleras.

“Perlas del Mar de Cortez” es la única granja comercial de perlas en el continente americano que utiliza la ostra conocida como concha nácar (Pteria Sterna) la cual produce unas de las gemas más apreciadas en distintos países del mundo, por sus singulares colores. Debido a la sobreexplotación de esta ostra siglos atrás, hoy es difícil de encontrar en su estado natural.

DISTINTAS FORMAS

Manuel Nava, ingeniero bioquímico, expuso que las perlas pueden ser de cualquier color, ya que la pigmentación depende del tipo de ostra que la produzca y no necesariamente tienen que ser redondas sino que pueden adquirir cualquier forma.

El concepto que se tiene de que una perla debe ser redonda y blanca, dijo, es gracias a las perlas de cultivo japonesas que empezaron a surgir en la década de 1960, ya que los japoneses cultivan una ostra de nácar blanco, cuyo valor en el mercado es mucho menor que las de concha nácar.

Pero cuando se les preguntaba a la gente en el siglo XVIII, XIX y anteriores cómo era una perla, te podían decir cualquier color y cualquier forma porque todas se obtenían de forma natural”, aclaró.

El Imparcial: imagen de artículo

CALENTAMIENTO GLOBAL

El calentamiento global ha afectado al desarrollo y producción de ostra perlera en Guaymas, como explicó uno de los cultivadores, Enrique Arizmendi, ya que ese tipo de ostra es de agua fría y se ha sabido adaptar al cambio climático.

Recordó que uno de los años más desastrosos que han tenido fue en 1997, por el fenómeno de “El Niño” que causó la muerte del 90% de las ostras que se tenían en la granja y tuvieron que esperar cuatro años para poder llegar a los niveles en los que estaban.

El calentamiento global sí nos preocupa. Si llegáramos a ese punto en el que hay más acidificación del océano por la cantidad del CO2 que se mezcla con el agua y se hace el ácido carbónico, con un PH más bajo es más difícil para las ostras secretar el nácar. Entonces sí nos preocupa”, expresó.

SUFREN POR EL CALOR

Enrique Arizmendi indicó que lo máximo, quizás, que puede llegar a soportar una ostra es hasta 35ºC, pero lo que la agota es estar en esa temperatura subletal durante varios días.

Otra de las afectaciones del cambio climático es que el incremento de la temperatura en el agua hace que reduzca la cantidad de alimento, ya que las ostras consumen plancton y este no sobrevive en aguas calientes, por lo que los veranos son de incertidumbre, ya que prácticamente las ostras están en inanición.

Pero contra viento y marea y pese a los distintos problemas que enfrentan, estos empresarios le siguen apostando al cultivo de estas bellas joyas que sólo se forman con los recursos naturales que brinda el Mar de Cortés.

En esta nota