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El Imparcial / Hermosillo / Ayuda a hermosillenses

Ni sueño ni dolores vencen amor maternal de Rosa Carmina

Cuida de sus hijos Francisco Esteban y Jesús Santiago, quienes padecen distrofia muscular de Duchenne

HERMOSILLO, Sonora.- Las lágrimas brotan de la mirada desesperanzada de Rosa Carmina Uruchurtu Ruiz, de 45 años de edad, al relatar su vida cotidiana al lado de sus hijos Francisco Esteban y Jesús Santiago, ambos con distrofia muscular de Duchenne, por lo que no pueden moverse.

El amor maternal de Rosa Carmina la ha llevado a cuidar permanentemente de los muchachos, de 25 y 19 años, lo cual le ha llevado a desarrollar un tumor y una vértebra en el lado izquierdo de la columna.

Es un dolor inmenso que me da que ningún medicamento me lo quita y tengo que estar ‘al 100′ para mis hijos porque ellos son los que me necesitan”, relató, “en las noches no puedo dormir porque estoy al pendiente de lo que ocupen, así sea darles agua o moverlos”.

Amigos le han sugerido a la madre de familia tomar medicamento para descansar, el cual Rosa Carmina ha rechazado, pues sus hijos la requieren a todas horas y no puede darse el lujo de descansar por mucho tiempo.

Actualmente, las sillas de ruedas de Francisco Esteban y Jesús Santiago se han quedado sin baterías, lo cual, aunado a la escasez monetaria que atraviesa la familia, ha puesto a Rosa Carmina en un grave aprieto del cual solicitó ayuda a la ciudadanía para salir.

EMPEÑA PAPELES

Ahorita sí les pido que nos ayuden por favor porque es muy difícil esta enfermedad, ahorita los tengo, mañana quién sabe”, dijo, al borde del sollozo, “empeñé los papeles de la camioneta para poder salir de la deuda del (médico) particular, porque sé que cuando uno se muere nunca se lleva nada y a mí no me importa lo material, me importa que los dos estén bien”.

Francisco Esteban, de 19 años, destacó, tiene problemas de salud adicionales a la distrofia, pues además padece diabetes y escoliosis e incluso atravesó recientemente una neumonía que hizo a su madre temer por su vida.

Para llevar pan a la mesa, Rosa Carmina trabaja vendiendo ropa donada en un tianguis, sin embargo las ganancias son fluctuantes y hay días en los que simplemente no hay, por lo que el pago de renta y la compra de pañales y comida queda en la incertidumbre.

“La verdad sí es muy difícil, porque la distrofia que ellos tienen es calidad de vida, la verdad tengo miedo levantarme un día y que ya no estén conmigo porque eso es lo que me va a pasar, y quedarme yo sola”, dijo entre suspiros.

Las súplicas de sus hijos por poderse desplazar en sus sillas de ruedas, aunadas al estrés de cuidarlos, han hecho que Rosa Carmina tenga pensamientos intrusivos sobre salir corriendo de su casa y dejar su vida atrás.

La señora Rosa Carmina tiene que cargar a sus hijos para cambiarlos
de lugar, ya que por falta de dinero no puede comprar las baterías para
las sillas de ruedas.

DESESPERADA

El constante estrés mental y fatiga física por atender a sus hijos han hecho que la madre de familia desarrolle el “síndrome del cuidador”, un trastorno en el que el cuerpo pierde la vitalidad por cuidar de alguien más.

Se sienten desesperados, y yo lo veo y hay veces que me encierro en el baño y me suelto llorando, no lloro enfrente de él pero hay veces que no aguanto tanto estrés, tanta mortificación, tanta desesperación”, relató, “es que las sillas son nuestros pies’, me dicen”.

El sábado pasado fue el cumpleaños de Francisco Esteban, quien le pidió a su madre tomarse una foto vestido de vaquero, sin embargo Rosa Carmina le explicó que, en estos momentos, son más necesarias las baterías, aunque también le gustaría cumplirle ese capricho a su hijo.

Yo le digo a mi Dios: Dame mucha fuerza para sacar a mis hijos adelante, se oye muy feo pero yo prefiero que Dios me los recoja antes que a mí, porque si muero ¿Qué van a hacer?”.

SI DESEA CONTRIBUIR

  • Las personas que deseen apoyar a Rosa Carmina pueden ponerse en contacto con ella a través del número 66-23-99-89-05
  • Además pueden contribuir haciendo depósitos a la tarjeta bancaria 4217470007712959.
  • Requiere entre 2 mil 500 a 3 mil pesos para conseguir baterías nuevas para las sillas de ruedas de sus hijos

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