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El Imparcial / Hermosillo / Cuaresma

José Francisco hace máscaras desde hace más de dos décadas

Empezó primero como cabo, para pagar una manda, pero después continuó por devoción

HERMOSILLO, Sonora.- Por devoción y gusto por la tradición yaqui, José Francisco Valenzuela empezó con la fabricación de máscaras de fariseo hace más de 20 años y desde entonces, en Cuaresma realiza entre 30 y 40 de ellas.

El hermosillense platicó que a pesar de no ser descendiente de la etnia yaqui, sí creció cerca de quienes siguen la tradición en la ciudad, en las ramadas de El Coloso Alto y Revolución.

Aprendí con don Lidio. Yo cuando estaba muy chavalo salía de cabo y ahí veía, y ahí aprendí a hacer todo. Estaba en la secundaria cuando empecé con los fariseos y en el año 2000 empecé a hacer máscaras.

“A mí me llamaba mucho la cultura, las tradiciones (yaquis) y cuando pasaban los fariseos, ya andábamos tras de ellos y me gustó, y dije: ‘Me voy a ir de cabo’, me gustó y así inicié”, recordó.

Una de las situaciones que también alentaron a José Francisco a ser fariseo, fue una manda que había prometido a Dios, durante el primer año, pero los años siguientes confesó haber seguido por devoción.

LA FABRICACIÓN

El tiempo que le lleva elaborar una máscara a José Francisco es de medio día, siempre y cuando tenga todos los materiales reunidos y sepa el diseño que quiere el cliente, pero el trabajo que hay detrás de eso son muchas horas de trabajo; incluso, años.

Detalló que para la elaboración de máscaras es importante contar con una madera especial semejante al corcho, conocida como “chilicote” y sólo se consigue en la sierra alta de Sonora, específicamente en la zona Oriente.

Se usa ese tipo de madera porque es muy fácil de trabajar, porque es muy parecida al corcho. Cuando está verde, es muy pesada, pero se seca y es demasiado liviano. Hay que ir por ella años antes para el secado porque contiene mucha agua y tarda mucho en secar.

“Prácticamente un árbol de 8 pulgadas de diámetro tarda unos tres o cuatro años en secar”, agregó, “y cada año vamos a cortarlo, como en enero, lo cortamos y lo dejamos en la sierra para que se seque y nos traemos los que ya habíamos cortado años anteriores”.

Una vez que se cuenta con la madera, el artesano comienza a tallar algunas partes del rostro, como la boca y la nariz, de acuerdo con el diseño y éste es acorde a la tradición de cada pueblo.

“En los pueblos utilizan más (las máscaras) de payasos, bufones, los personajes de las caricaturas como los Looney Tunes, pero aquí, en la Revolución, Coloso Alto, Matanza y Amapolas, son más tradicionales y apegados a la cultura yaqui, y usamos apaches, indios, orejones o reyes”, añadió.

La elaboración de las máscaras inicia realmente desde que se corta la madera de chilicote y se deja secar por años para poderla trabajar.

MATERIALES

El hilo acerado, pegamento, cartón y plumas de ave, son otros materiales que utilizan, pero lo más importante de todo es el cuero de borrego o de chivo, el cual se utiliza para hacer la base de la máscara, a la medida exacta de la persona que la va a utilizar.

Junto con el chilicote, el cuero es uno de los materiales que más se batalla en conseguir, ya que se escasea en temporada de Cuaresma y la piel de vaca no sirve, pues es más gruesa que el borrego o el chivo y no es tan flexible.

Durante cada temporada, José Francisco realiza entre 40 y 45 máscaras, y desde un mes antes de la Cuaresma inicia con la preparación, ya que tiene que tenerlas listas antes del Domingo de Ramos, el domingo anterior al Domingo de Pascua o de Resurrección.

Esto es, porque en la mayoría de los pueblos, la tradición de los fariseos es iniciar el “Miércoles de Tinieblas”, como así le llaman ellos, que es el último miércoles de la Semana Santa, días antes de la Pascua.

Las mando a Topahue, El Tronconal y Zamora, porque ahí no es tan cultural como con los yaquis. Aquí van entrando cada viernes o cada fin de semana (los fariseos) y ahí sí se van entregando antes las máscaras. Ya son clientes de muchos años”, enfatizó.

Lo que más llama la atención son las plumas que adornan la máscara y estas pueden ser de pavo real, de guajolote y de faisán; estas últimas son las más caras, ya que cada pluma puede costar hasta 400 pesos.

El costo a la venta de una máscara tradicional puede oscilar entre los 2 mil 500 hasta los 10 mil pesos, resaltó el artesano, y el precio depende mucho del tamaño y los materiales con los que se hayan fabricado, especialmente el tipo de plumaje.

El Sábado de Gloria se queman las máscaras, a las 12:00 del mediodía, y es un sentimiento encontrado porque es el trabajo de uno, todo el esfuerzo se queda ahí”, expresó, “y cuando uno sale de fariseo, pues también se queda ahí, pero esa es la tradición y para eso fueron hechas”.

¡ES TODO UN ARTE!

La realización de las máscaras no empieza con el diseño o tallado, sino que inicia años atrás.

  • Cortan el árbol de chilicote en la sierra alta.
  • Lo dejan secar hasta 3 años, pues la madera tiene mucha agua.
  • El cuero de chivo o borrego es fundamental para hacer la base de la máscara.
  • El hilo acerado, pegamento, cartón y plumas de ave, son otros materiales utilizados.

2 MIL 500 HASTA LOS 10 MIL PESOS LOS PRECIOS DE LAS MÁSCARAS QUE DEPENDEN DEL DISEÑO Y LOS MATERIALES QUE SE UTILICEN EN SU ELABORACIÓN.

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