El sabor de San Carlos
Directamente del Mar de Cortés, los platillos que se pueden degustar en esta región tienen la delicia y frescura que buscan los comensales más exigentes.

San Carlos, Nuevo Guaymas, no solo se vive con la mirada: también se saborea. Esta joya del litoral sonorense, que se ubica entre montañas rojizas y el Mar de Cortés, es un destino que conquista por sus paisajes, pero enamora aún más por su cocina.
Aquí, el océano y la tierra se encuentran también en la mesa, dando como resultado una gastronomía que celebra lo fresco, lo auténtico y lo sabroso.
Quien visita San Carlos como comensal se enfrenta a una experiencia bastante completa. El aroma salino que flota en el ambiente se traduce en platillos que conservan la esencia de la costa.
La ventaja de tener acceso directo al mar convierte cada bocado en una muestra de frescura: los mariscos que llegan a las mesas han sido extraídos pocas horas antes, lo que eleva la calidad del sabor y la textura a niveles difícilmente replicables en otros lugares.
Una probadita…
Protagonistas emblemáticos del lugar son los ostiones. Servidos frescos, directamente en su concha, con unas gotas de limón y salsa picante, representan lo más puro del gusto marino. Pero también hay versiones sofisticadas, como los famosos ostiones a la Rockefeller, horneados con mantequilla, espinaca y queso gratinado, una mezcla entre lo local y lo clásico que conquista paladares exigentes.
El camarón, estrella indiscutible del Mar de Cortés, se presenta en múltiples formas: en cocteles vibrantes con verduras crujientes, empanizados al estilo de la costa, al ajillo, en brochetas con verduras, o a la parrilla, resaltando su dulzura natural. También es líder en pastas cremosas y tacos dorados que equilibran lo crujiente con lo jugoso.
El callo de hacha y el caracol no se quedan atrás. En ceviches finamente picados o servidos en su forma más natural con unas gotas de limón, ambos productos muestran el valor de una cocina que respeta el ingrediente. En San Carlos, los sabores no se esconden detrás de salsas pesadas: aquí se busca resaltar el producto, no disfrazarlo.
Y si se trata de platillos calientes, el filete de pescado zarandeado, los caldos de mariscos y las sopas de almeja tienen su lugar asegurado. Preparaciones sencillas, muchas veces al carbón o al vapor, que permiten que el sabor del mar hable por sí solo.
La cocina sonorense también se hace presente con guarniciones como tortillas de harina hechas a mano, arroz con verduras y frijoles refritos, recordando que, en el norte, el mar y el desierto conviven en armonía.
Frente al mar
Más allá del platillo en sí, lo que hace especial a la gastronomía de San Carlos es el momento que la acompaña: comer frente al mar, con la brisa salada y el sonido de las olas, vuelve cualquier platillo una experiencia inolvidable. La comida no se sirve solo en platos, sino en paisajes.
Para los paladares curiosos y los amantes del mar, San Carlos es un festín continuo. Aquí, cada comida es una oportunidad para saborear la cercanía con el océano y celebrar lo mejor de la costa sonorense, donde la frescura no es una promesa: es una realidad que se siente desde el primer bocado.
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