Los herederos de Andrés
El cabecita de algodón tiene fecha de caducidad en este mundo, igual que la tenemos todos y ninguno de sus descendientes se perfila como un buen guardián de su legado.

PROS Y CONTRAS
El País está polarizado, un proceso que quizá inició desde el sexenio de Felipe Calderón, cuando al iniciar la guerra contra el narco dividió opiniones.
Al sexenio siguiente ese proceso se aceleró, alentado sobre todo por el principal dirigente de izquierda que había en esos momentos: Andrés Manuel López Obrador.
Derivado hoy en un cuestionado escritor cuya precisión histórica se estrella con la evidencia de los especialistas, el ex Presidente adoptó y popularizó una narrativa que no admitía tregua ni puntos medios… y desde Palacio Nacional la fortaleció.
Poseedor de uno de los triunfos electorales más legítimos de los que se tenga memoria en el México postrevolucionario, AMLO optó por mantenerse en la línea de confrontación, sin dar el menor espacio de diálogo a sus adversarios políticos, a quienes exhibió cuantas veces pudo desde el púlpito mañanero.
Sabedor de su gran popularidad, nunca vio la necesidad de atemperar los ánimos del País y por el contrario, los exacerbó tanto como le fue posible a fin de mantener viva la pasión obradorista… y hasta la fecha.
La masa lo disculpó de cuanta cosa se le acusara, no importa que les pusieran enfrente las toneladas de evidencias.
Ahora bien, no sé si ustedes se habrán dado cuenta, pero Andrés no tiene herederos, ninguno de sus hijos ha mostrado una estatura política que siquiera se le acerque a la de su padre, disculpando al más pequeño.
Pero los otros tres, ni de lejos dan señales de parecerse tantito al papá.
Díganme lo que sea, tírenme tanto hate como les dé la gana, lo que les digo es cierto y está a la vista de todos.
Basta verlos, basta escucharlos, basta ver cómo viven para saberlo.
El legado de Andrés tiende a morir. No es una sentencia, pero sí es un riesgo.
El cabecita de algodón tiene fecha de caducidad en este mundo, igual que la tenemos todos y ninguno de sus descendientes se perfila como un buen guardián de su legado.
Tendrán que ser los liderazgos de Morena quienes se encarguen (si es que les conviene) de mantener vivo el movimiento que creó, ciertamente fuerte, sólido, con millones de seguidores y con un arrastre electoral nunca visto.
Por su parte, la presidenta Sheinbaum mantiene vivo ese discurso, no sé si por convicción o por interés.
En paralelo intenta imprimir su sello y en algunos aspectos lo consigue, como en el tema de un verdadero combate a grupos criminales que siguen azotando regiones enteras de México.
Mantiene vivo su enfrentamiento contra los partidos opositores, que débiles como están caen una y otra vez en el juego del régimen.
Ah, pero con las más grandes chequeras de México la cosa está en modo luna de miel.
Siempre hemos criticado, al menos desde la llegada de la 4T, que se le cerraron las puertas al diálogo con la oposición.
Pero si nos apuramos tantito, quizá a los opositores tampoco les ande interesando sentarse a dialogar con la Presidenta.
Parecen estar muy cómodos en esa confrontación.
Porque si bien es el gobierno el primero que debería llamar al diálogo, eso no impide a los adversarios del régimen hacerlo también.
Estamos lejos, sin embargo, de que cualquiera de las dos cosas suceda.
La doctora Sheinbaum no parece sentir la necesidad de dialogar con sus adversarios, mientras que a éstos quizá les resulte mejor mantenerse así.
La diferencia en todo caso es abismal, porque mientras los críticos del poder no alcanzan a conectar con una masa inconforme que espera una figura sólida que la represente, el oficialismo mantiene abiertas estrategias de comunicación muy eficaces con sus millones de seguidores.
Hoy de nuevo saldrán a las calles a celebrar los 7 años de la llegada de la Cuarta Transformación al poder.
Abarrotarán las anchas y extensas calles de la Ciudad de México, no tendrán la menor dificultad para hacerlo.
Pero hay sectores molestos dispuestos al enfrentamiento y decididos a demostrar que no son los partidos de oposición quienes los manipulan.
Ya veremos qué sucede.
El ejercicio del poder desgasta… hay claras señales de eso, incluso dentro de Morena.
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