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Marcha y provocación

...los convocantes, chavas y chavos citadinos, no contaron con el oportunismo y falta de respeto de sus mayores que decidieron unirse a la marcha con sus propios objetivos y consignas.

Ernesto  Camou

Batarete

El pasado sábado 15 de noviembre se realizó una marcha al Zócalo de la Cdmx que organizó un colectivo de jóvenes para exponer sus reclamos y sus peticiones. Los medios de comunicación los llamaron la Generación Z, y son personas nacidas entre 1995 y 2012, o sea que apenas están en la adolescencia o saliendo de ella.

Un pensador mexicano, David Bak Geler reflexionó sobre la designación y afirmó que es bastante ambigua y parece calculada para velar las diferencias. Agrupar a varios millones de mexicanos sólo por su edad similar no pone atención a las enormes diferencias entre ellos: Para empezar en el conjunto debe haber una pequeñísima fracción con un nivel económico pudiente, y una gran mayoría, más de la mitad, que ha vivido en condiciones de pobreza o carestía extrema. Eso tiene su contraparte en el nivel de estudios a los que acceden: Un conjunto apenas debe haber estudiado la primaria y quizá la secundaria, mientras otros cursan estudios superiores, algunos en universidades “de elite” y otros en públicas. Y persisten las diferencias en vivienda, acceso a servicios, vestimenta, perspectivas de vida, trabajo y lugar de residencia: No es lo mismo ni genera aspiraciones similares, vivir en Polanco o la Doctores, que en una comunidad aislada en la sierra tarahumara o los Altos de Chiapas. Se toma un factor común, la edad, y se dejan de lado las diferencias en algunos casos extremas, entre los participantes de una misma “generación”. Hay alguna coincidencia y muchas diferencias mayúsculas, y eso debería ser analizado y tomado en cuenta.

Pero volviendo al evento, los convocantes, chavas y chavos citadinos, no contaron con el oportunismo y falta de respeto de sus mayores que decidieron unirse a la marcha con sus propios objetivos y consignas, con lo cual desdibujaron las aspiraciones juveniles y los usaron para introducir intenciones distintas y en algunos casos contradictorias con el esfuerzo juvenil.

También caminaron hacia Palacio Nacional hombres y mujeres de edad madura y buena posición económica con carteles que acusaban al Gobierno actual de represor, dictatorial, corrupto y con descaradas peticiones al Gobierno de Trump para que intervenga y “ponga orden”, nostálgicos quizá de Calderón y Peña Nieto, o de Díaz Ordaz por la edad de los reclamantes. Llamó la atención que algunos y algunas manifestantes buscaban que los entrevistaran y a la segunda pregunta cambiaban su discurso a un inglés que las delataba como asistentes a cursos de verano en Texas o California, y solicitaban al país vecino, y su líder delirante, que entrara a defenderlos y poner orden en México; pocas veces se ha visto tan claro que hace mucho tenemos norteamericanos nacidos en México, como afirmó Carlos Monsivais.

Pero a la marcha original se sumó otro contingente: Cuando estaban frente al Palacio Nacional resguardado con placas metálicas y batallones de seguridad. De una calle lateral surgieron marchantes alternos, sujetos fornidos, adiestrados en el golpeteo y la destrucción, que atacaron a las fuerzas de seguridad y trataron de derribar las vallas que protegían el Palacio. Llevaban martillos, mazos y hasta esmeriles portátiles para cortar las junturas de las placas de hierro. Iban bien preparados y utilizaron los instrumentos también para atacar a quienes resguardaban el recinto: Hubo 120 heridos, 100 de ellos policías. Pretendían organizar un caos y mostrar al mundo que el Gobierno de Claudia Sheinbaum está en una grave crisis y que no tiene sustento popular. Algunos medios exageraron los enfrentamientos, como TV Azteca de Salinas Pliego que usó sus “noticieros” para vengarse de una administración a la que se niega a pagar sus impuestos rezagados, que suman ya más de 64,000 millones de pesos.

Las imágenes, algunas falsas, provenientes de otros tiempos, dieron la vuelta al mundo y se usaron para denostar a un Gobierno que tiene más del 60% de aprobación popular: Quieren un golpe de Estado y preparan algo que sólo se puede llamar traición.

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