A juntar varas
La tragedia en la tienda Waldo’s, de la que hoy se cumple una semana y que cobró la vida de 24 personas, sigue encerrando una serie de dudas que no han sido respondidas...

Un buen amigo dice que en la vida hay momentos para tirar cohetes y otros para juntar varas.
Hoy al Gobierno estatal y al Ayuntamiento de Hermosillo les toca lo segundo: Juntar varas.
La tragedia en la tienda Waldo’s, de la que hoy se cumple una semana y que cobró la vida de 24 personas, sigue encerrando una serie de dudas que no han sido respondidas, hasta que avance y se conozcan los resultados de la investigación que lleva a cabo la Fiscalía General de Justicia del Estado.
Digo, yo quiero creer que todo se sabrá al final de esa investigación.
La sociedad entera está molesta y exige justicia para quienes perdieron la vida cuando estalló el transformador instalado dentro de la tienda, cuyos dueños tampoco han salido ni en persona ni vía representantes legales a dar una explicación más amplia.
Y tampoco parecen estar apurados ni presionados por hacerlo y eso ya molesta y causa aún más críticas.
Hasta hoy se han registrado dos manifestaciones en recuerdo de las personas fallecidas y en exigencia de justicia.
La primera de ellas con un penoso final, cuando los manifestantes agrupados frente a Palacio de Gobierno entraron en conflicto.
La segunda, convocada por universitarios que pareció transcurrir en un ambiente de mayor respeto entre los participantes.
Han sido ya separados de sus cargos los titulares de las unidades estatal y municipal de Protección Civil. Las partes más delgadas del hilo.
Al menos hasta el momento de redactar esta colaboración, no se conoce de ninguna estrategia, operativo o plan para revisar los cientos de locales comerciales que hay en el centro de la capital del Estado.
No para cerrarlos o multarlos, sino para que en un ánimo de evitar repetir historias, se vayan resolviendo en un mediano plazo y de forma planeada las deficiencias que pudieran tener.
AUNQUE NO QUIERAN
El asesinato del alcalde de Uruapan es, por más que lo nieguen, un punto de quiebre temprano en la estrategia y hasta en la narrativa del actual gobierno sobre el combate al crimen organizado.
La relevancia que Carlos Manzo tomó al ser una potente voz que exigía ayuda, clamaba por resultados y enfrentaba a los grupos criminales rebasó incluso nuestras fronteras.
Es emblemático. Sirve para explicar y hasta para comprobar la potencia de los grupos criminales, su arraigo y control (incluso político) en zonas enteras del País en donde el gobierno no ha podido, no ha sabido o no ha querido combatirlos.
No hay forma de integrarlo a la serie de casos anteriores al suyo. La reacción presidencial se enfocó a un control de daños pero políticos y sobre todo dirigidos a los seguidores de la 4T, que más que una explicación coherente, esperaban argumentos a como diera lugar para defenderse.
Incluso si eso implicara faltar a la verdad o contarla a medias. Se enojaron más con los críticos en redes que con los criminales que mantienen asoladas varias regiones de Michoacán y así lo demostró la Presidenta cuando apareció al día siguiente con el rostro desencajado en la mañanera más molesta por los carroñeros de redes (que sí los hay) que por infundir confianza en una población temerosa frente a los hechos.
Pero tampoco podemos festejar que las cosas se le estén saliendo de control al Gobierno federal.
La descomposición social es evidente cuando por todos lados vemos actitudes que intentan normalizar la actividad criminal.
Tampoco podemos dejar sola a la Presidenta, como pareciera que sí lo están haciendo en un sector del gobierno, más apegado al obradorismo.
Pero ella tampoco nos puede dejar solos a nosotros. Y se lo debemos exigir.
Sheinbaum parece tener poca gente a su alrededor en quien confiar plenamente, lo que le reduce su margen de maniobra.
Sus convicciones ideológicas no le permitirán bajo ninguna circunstancia tender puentes de diálogo con la oposición en búsqueda de apoyo.
Aunque seguramente algunos adversarios políticos de la 4T estarían ansiosos por un llamado de esa naturaleza.
Andrés estorba cada vez más, porque entre más pasa el tiempo nos seguimos enterando de más travesuras de esas que según sus propias palabras, no pueden cometerse sin el consentimiento presidencial.
En fin, que no era tan difícil saber el altísimo riesgo que corría el alcalde de Uruapan.
Era de librito entender el impacto negativo que tendría en el Gobierno federal un eventual atentado contra su vida.
A menos que hayan cambiado de librito…o simplemente lo hayan tirado a la basura.
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