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Deshonor a la vista de todos

No es distracción, es el comportamiento sistemático de regímenes que persiguen anular las voces críticas y acallar a quienes no comulgan con una tiranía destructiva.

Joaquín  Robles Linares N

SEPTENTRIÓN

La corrupción actual ha superado cualquier antecedente y a la par de otros regímenes autoritarios, intenta justificar sus excesos, fracasos e incongruencias con una retórica hueca que pretenden vender como victoria política, presurosos pretenden encubrir la extendida descomposición, la abrumadora incompetencia o los  repugnantes  contubernios.

 Según sus argumentos, el desabasto de medicamentos es un triunfo en contra de las voraces farmacéuticas, la demolición de Poder Judicial independiente es abandonar la Corte neoliberal y los abrazos a los criminales son justicia para desorientados, esto es   refugiarse en el fracaso envolviéndose en ampulosa palabrería.

No es distracción, es el comportamiento sistemático de regímenes que persiguen anular las voces críticas y acallar a quienes no comulgan con una tiranía destructiva.

La  primero fue apropiarse de la opinión pública y a esto obedece la mañanera, una exposición diaria en la cual el relato dista mucho de la realidad, todo acontece mientras el País se derrumba y ellos hablan, la verborrea antes que las soluciones, las justificaciones antes que las acciones.

 La colonización de medios de comunicación públicos o privados con propagandistas que intentan introducir sesgos afines al régimen, procurando edificar la imagen de una mandataria popular y capaz, revestida de un temperamento frío, nada más alejado de la realidad.

Olvidan su compromiso con la verdad y la ética, abonando al vano empeño de construir un mito en torno a su proyecto, no hay propuesta política que no recurra a la leyenda a la que esta izquierda mafiosa es adicta.

En esto se suman conspicuos capitalistas y organizaciones empresariales, quienes  asienten dando un ejemplo de servilismo y deslealtad, acompañados de profesionales en distintas materias que callan o se adhieren a la debacle.

 Hay que destacar que la principal felonía proviene de una mandataria que presume su formación científica negándose a sí misma, argumentando falsedades y sin tolerancia al disenso, encubriendo a su mentor político y callando ante la deshonestidad, la complicidad se manifiesta de muchas maneras y una es la omisión.

Los escándalos y las conductas ignominiosas de los miembros de su movimiento reflejan la realidad de su organización, una agrupación compuesta por un alud de oportunistas envilecidos por el poder y la avaricia, evidenciando la incoherencia y la impunidad, escoltados por quienes se subliman ante dictaduras asesinas revelando su vocación de farsantes.

La catástrofe ha llegado a límites para los cuales no hay retorno, después de toda  usurpación del Poder Legislativo, Poder Judicial y Poder Ejecutivo, vendrá la fase final, la reforma electoral.

El siglo XX está plagado de ejemplos en los cuales esto sucedió, sin embargo, hay un ingrediente que hace de esta estrategia un éxito, la ausencia de ética ciudadana.

Timothy Snyder lo clarifica en un brillante texto: “Sobre la tiranía: Capítulo 5. Recuerda la ética profesional”. Verdades que expresan conductas que provocaron hecatombes:

“Si los abogados hubieran cumplido con la norma de que no puede haber ejecución sin juicio, si los médicos hubieran aceptado la regla de que no puede practicarse una operación sin consentimiento, si los empresarios hubieran acatado la prohibición de la esclavitud, si los burócratas se hubieran negado a realizar el papeleo que tuviera que ver con el asesinato, el régimen nazi habría tenido muchas más dificultades para cometer las atrocidades por las que lo recordamos”.

Las atrocidades se están cometiendo, no hay medicamentos ni atención médica, el crimen y el Gobierno se han convertido en una unidad indisoluble, la impunidad se pasea fastuosamente por los pasillos del Senado y viaja en lujosos aviones privados, mientras los propagandistas hacen los suyo, deshonrarse a la vista de todos.

Joaquín Robles Linares es ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia, colaborador en temas históricos, políticos y culturales distintos medios de comunicación. Ex funcionario cultural, actualmente dedicado a su práctica privada como odontólogo.

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