El amparo, institución amenazada
¿Qué propondrán en el futuro cuando la realidad los someta? Despojarnos de la ciudadanía, a eso aspiran.
SEPTENTRIÓN
La instauración del amparo fue una conquista desde su instrumentación a mediados del siglo XIX, los distintos efectos sobre esta facultad quedaron establecidas en la Constitución de 1857.
El documento que normó las relaciones políticas y sociales en el País descansaba en otorgar derechos y obligaciones respetando escrupulosamente al ciudadano, los artículos 14 y 16 daban muestra de lo que se pretendía.
El primero adquiere una relevante vigencia a más de siglo y medio de su publicación, la redacción es elocuente:
“Art. 14. No se podrá expedir ninguna ley retroactiva. Nadie puede ser juzgado ni sentenciado por leyes dadas con anterioridad al hecho y exactamente aplicadas a él, por el tribunal que previamente haya establecido la ley”.
El artículo 16 fue la pinza con la que el constituyente del 57 cerró las ambiciones de quienes veían en la Carta Magna un impedimento antes que un acuerdo.
“Art 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles y posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento.
En el caso de delito in fraganti, toda persona puede aprehender al delincuente y a sus cómplices poniéndolos sin demora ante la autoridad inmediata”. (Constitución de 1857. Con sus Adiciones y Reformas hasta el Año de 1901).
El juicio de amparo quedó establecido en la Constitución de 1857 en los artículos 101 y 102, detallando los límites de la autoridad y las garantías procesales de los particulares.
La ecuanimidad y precisión de estas disposiciones hicieron que los ciudadanos contaran con un instrumento que les daba certeza y garantías.
Sin embargo, las objeciones desde el poder crecieron y para inicios del siglo XX la cantidad de recursos sin resolver atiborraban los juzgados.
El presidencialismo se impuso y más allá de lo que la Constitución establecía, el porfiriato tuvo como único juez a Porfirio Díaz, esto provocó injusticias y descalabros sociales.
Venustiano Carranza fue el artífice de la Constitución de 1917 y la elaboración del documento introdujo intensos debates en torno a estos temas, el coahuilense intentó modificar los alcances del amparo acotándolo, las encendidas discusiones que provocó la materia hizo que respetaran casi en lo general lo que se exponía desde 1857, el espíritu prevaleció.
Después de guerras intestinas, intervenciones extranjeras, repúblicas efímeras, prolongadas dictaduras, cruentas luchas fratricidas, regímenes revolucionarios, un largo periodo institucional y una era democrática hoy sepultada; atestiguamos el arribo enfebrecido del populismo devastador, padeciendo un pronunciado retroceso político amenazando gravemente esta facultad ciudadana.
La aberración en torno a la retroactividad aniquila todo orden constitucional y va en contra de una arraigada tradición jurídica, sin embargo, el embate contra el amparo continúa y será modificado a conveniencia del régimen.
Luis Cabrera escribió en 1911: “La Constitución y las leyes garantizan para todos los mexicanos una suma igual de libertades personales, pero estas no se ejecutan con igualdad sino que su aplicación se había venido dejando al prudente arbitrio del Presidente de la República, de los gobernadores, de los estados y aun de las pequeñas autoridades locales”. (Marván Laborde, Ignacio. Cómo hicieron la Constitución de 1917. México: FCE, SC, CIDE, 2017).
El anhelo del régimen consiste en edificar una nueva tiranía presidencialista con ropajes constitucionales, arbitraria y erosionada por una lacerante corrupción y una vandálica incompetencia.
Con el tiempo los abusos e injusticias estarán consentidos por toda autoridad, basta observar la ignorancia, torpeza e ilegitimidad de la Suprema Corte para anticipar lo que viene.
¿Qué propondrán en el futuro cuando la realidad los someta? Despojarnos de la ciudadanía, a eso aspiran.
JOAQUÍN ROBLES LINARES es ex presidente de la Sociedad Sonorense de Historia, colaborador en temas históricos, políticos y culturales distintos medios de comunicación. Ex funcionario cultural, actualmente dedicado a su práctica privada como odontólogo.
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