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¿Claudia o Andrés?

Se cumple ya un año del cambio de gobierno y es el plazo que suelen darse los que recién llegan para terminar de sacudirse herencias de todo tipo, sobre todo las incómodas.

Sergio Valle

Sergio Valle

En esta columna el tema no es nuevo y lo recordamos tras las declaraciones hechas el viernes por la presidenta nacional de Morena, Luisa María Alcalde.

Al parecer la joven política inició un enfuerzo o forma parte de uno encaminado a desterrar la idea de que en algún momento la presidenta Claudia Sheinbaum se deslindaría de su antecesor, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador.

O en todo caso a evitar que eso suceda, que para eso tiene al hijo del ex a un ladito suyo.

Acá mismo les he comentado en varias ocasiones de las muy claras diferencias que hay dentro de la 4T, unos inclinados hacia una cosa denominada “lopezobradorismo” y unos más con una visión de País o de gobierno que debería ir mas allá de las personas.

El deslinde está en marcha y no necesitan anunciarlo, señales hay de que en cualquier momento, como lo marcan los usos y costumbres de la política mexicana, la figura del macuspano deberá quedar totalmente sepultada (políticamente hablando) para dejarle absolutamente toda la cancha y el control político a la actual titular del Ejecutivo Federal.

Tal como a AMLO se la dejó su antecesor, con todo y que era de un partido distinto al suyo.

Hay nostalgia en algunos, quizá los mejor intencionados.

Pero en otros hay algo mucho más oscuro e ilegítimo. Es el afán de poder insaciable, la convicción patológica de que son propietarios de un País y sus recursos, de una narrativa, de un discurso, de una masa que por ignorancia, conveniencia o necesidad extendió su mano para recibir la ayuda que se le ofreció, aunque llegara con un sello personalizado y no institucional, como deberían ser todos los programas gubernamentales de combate a la pobreza.

O peor aún, el desesperado afán de ocultar tanto como puedan sus corruptelas y para ello necesitan mantener una influencia política.

Más bien lo que la señora Alcalde parece estar haciendo, es intentar detener algo que por naturaleza va a suceder, sobre todo porque hay presiones incluso internacionales e incluso porque sería lo correcto.

No se trata de exigirle a la presidenta que se deslinde, tampoco de desearlo, es un hecho de debe y puede hacerlo para continuar los cinco años que le quedan.

y más aún, Sheinbaum no parece estar dispuesta a pagar el costo político y es preferible sacar todo a la luz pública en vez seguir cargando con esa pesada loza que le heredaron.

En el mensaje colgado en sus redes sociales, Alcalde menciona mas veces a AMLO que a Sheinbaum, llamándolo siempre presidente.

Se cumple ya un año del cambio de gobierno y es el plazo que suelen darse los que recién llegan para terminar de sacudirse herencias de todo tipo, sobre todo las incómodas.

Entonces el discurso de la presidenta morenista llega en tiempo, como si estuviese planeado o como si se lo hubiesen encargado.

Y le pongo más ejemplos. Si usted gusta de consumir contenidos políticos en redes sociales o de leer medios especializados en asuntos de gobierno, notará que varios comunicadores que por años han sido abiertamente afines a la llamada 4T, están empezando a marcar una línea entre el antes y después.

Se ha aventurado en sus editoriales a criticar la brutal y desmedida corrupción que parecer haberse solapado durante todo el sexenio anterior, aunque viniera incluso de los más anteriores.

El caso del huachicol fiscal es el calcinante sol que no se tapará jamás con un dedo y mucho menos con incendiarios discursos descalificando a medios, a periodistas o a la ya muy desacreditada oposición.

Ya tienen su García Luna, ese que los obliga a tomar el ¨librito” de Felipe Calderón y asegurar contra todo señalamiento que no sabían nada, nadie sabía nada.

Ya no recordaron el berrinche que AMLO hizo en una de sus maneras cuando le preguntaron por el líder de ¨la barredora” y dijo que eran ataques de la oposición conservadora y sus medios afines.

Al menos a mi me queda la idea de que Sheinbaum no está dispuesta a cargar con eso.

Y entonces cabe la pregunta para la presidenta de Morena:

¿De qué lado esta?

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