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El costo de la apatía

Nuevamente vemos en Hermosillo una marcha veraniega de dolor, indignación y hartazgo.

Óscar Serrato

CASCABEL

Me reencuentro con una reflexión que a pesar de los siglos sigue vigente: “El precio que pagan los hombres buenos por la indiferencia hacia los asuntos públicos es ser gobernados por hombres malvados”, en La República de Platón (427 -347 a.C.).

Nuevamente vemos en Hermosillo una marcha veraniega de dolor, indignación y hartazgo. La muerte violenta de tres niñas y su madre exhibe el fracaso de muchos, así como el falso discurso de los tres niveles de Gobierno que absurdamente vía propaganda enaltecen la figura de sus titulares con sus imaginarios logros. Responsables todos ellos, ávidos de aplausos y escurridizos ante la cruda realidad en la que se encuentra la seguridad pública en nuestro país, sólo alcanzan a culparse entre ellos.

Mis plegarias por estas cuatro mujeres, madre e hijas, así como con sus seres queridos y una sociedad de luto. Me niego a asumir como propio el discurso de algunos “actores” de sociedad civil que ante estos sucesos apuntan a un fracaso social. Sin menoscabar que siempre se puede hacer algo más y mejorar, quienes han fracasado y siguen empecinados en continuar con una estrategia fallida son quienes hoy gobiernan.

La insensibilidad exhibida al ignorar el sentir social publicando propaganda festiva sobre sus “grandes logros” como servidores públicos me lleva a la reflexión de que debemos no sólo pensar, alzar la voz e indignarnos; debemos activamente buscar un cambio donde el Estado regrese a su función primigenia de ser garante de seguridad, garantías individuales y derechos humanos.

De nada sirve un Gobierno que festeja regalar bicicletas y tener una magnífica receta para hacer chocolates, si los niños no pueden salir a rodar sin temor o enfermarse sin un sistema de salud que les restablezca la salud.

Durazo Montaño, que en su búsqueda de más dinero impulsó y logró para 2025 un incremento al impuesto sobre nómina, declaraba: “… va a traducirse en este ingreso adicional para el Gobierno del Estado”. En la exposición de motivos incluía: “… se busca combatir cualquier acción que vulnere el orden público y la paz social, ya que es evidente el aumento significativo en los medidores de actividad delincuencial”.

Tal como se ha argumentado desde hace años que nació esta ambición de vía un fideicomiso, el dotar a un puñado de cortesanos el manejo de dinero público no es la solución al problema de seguridad. Sólo logra pérdida de competitividad, evadir responsabilidad y convertir en corresponsable a un sector.

Si se sigue haciendo lo mismo, empecinados en perpetuar estrategias fallidas y quien encabeza se niega a asumir su falibilidad, seguiremos en esta desenfrenada carrera hacia el abismo.

En un año con muchos retos económicos, el reincidente repudio de la promesa del candidato Durazo Montaño al nuevamente incrementar impuestos tiene consecuencias reales.

De acuerdo a México Cómo Vamos, en el segundo trimestre de 2025 se perdieron en Sonora 1.5% de los empleos formales registrados ante el IMSS, creándose en los primeros seis meses del año 3,026 empleos, acumulando una pérdida de 6,881 en doce meses a junio de 2025.

El objetivo de ingreso adicional anhelado por el Gobernador, así declarado, se ha logrado. Mientras tanto, seguridad y competitividad del Estado a la deriva tal como lo exhiben los irrefutables indicadores.

La indiferencia nos alcanzó. Esta semana se publicaron en una edición vespertina del Diario Oficial de la Federación once decretos con los cuales se marca un hito en materia de seguridad, economía, CURP biométrica, telecomunicaciones, transporte y medio ambiente.

La nueva Ley de la Guardia Nacional, Ley General del Sistema de Seguridad Pública, Ley de Desaparición Forzada y la Ley en materia de telecomunicaciones y Radiodifusión, se continúa la marcha de la locura otorgando al Estado facultades que lo ubican en el umbral del totalitarismo.

En el frecuente declarar “no somos iguales” por parte de Sheinbaum, apelando a la confianza fundamentada en su declaración de rectitud de intenciones, asegurando que jamás usarían los nuevos poderes para coartar libertades, contrasta con el cotidiano actuar de su movimiento político.

El ya consumado golpe al Estado al haber aniquilado división de poderes, así como la captura y destrucción institucional de contrapesos evidencia la insinceridad de la señora Presidenta.

Ante un entorno internacional complejo, la evidentemente molesta señora presidenta exige respeto a su persona, a la institución y al país. Bajo la misma tesitura, gobernadores exigen lo mismo.

El respeto, al igual que la reputación, se construye en base a congruencia, autenticidad, honestidad, templanza y confiabilidad. Es la desconexión de su narrativa pública con su actuar la causa de la erosión del respeto de quienes gobiernan; la evidente corrupción, falsedad y podredumbre que permiten en sus administraciones es origen y causa del descrédito.

Ante todo esto encuentro sorprendente, por decir lo menos, que en algunos partidos que se dicen de oposición busquen reciclar desacreditados personajes apelando al olvido y perdón de los electores. Quien defraudó la confianza en su momento, si se le permite regresar, sólo lo hará para llenar de nuevo sus alforjas.

La antítesis de la indiferencia es interés, así como la de la resignación es ambición. Está a nuestro alcance interesarnos, ambicionar y construir un mejor México. Hagámoslo.

Óscar F. Serrato Félix es padre de tres, ciudadano, empresario, analista y optimista.

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