La institucionalización de la venganza

“Licencia especial de militares para participar en elecciones está en Constitución de 1917”: Claudia Sheinbaum (Periódico Milenio 24/06/2025).

La intención del régimen es contraria a la historia política del México contemporáneo, la reforma constitucional que busca darle facultades políticas a los militares no tiene paralelo, la mandataria defiende su proyecto aludiendo a la Constitución del 1917 como un referente de sus pretensiones, algo muy alejado de la realidad.

Venustiano Carranza fue un civilista junto a la mayoría de los constituyentes, en los días de la redacción constitucional, de todos los integrantes de aquella legislatura sólo dos tenían un origen estrictamente militar:

“… de los 51 constituyentes que por sus datos biográficos podemos identificar como “militares”, hasta donde sabemos sólo dos de ellos sí tuvieron formación como tales: Uno fue Salvador González Torres, diputado por Oaxaca, quien egresó del Colegio Militar en 1902, participó en la revolución constitucionalista, fue jefe del Estado Mayor de José Agustín Castro y en 1916 tenía el grado de general; el otro fue Pedro Zavala, constituyente por Sinaloa, quien era ingeniero militar, en 1911 tenía el grado de capitán de artillería en el Ejército federal… los 49 militares restantes eran ciudadanos que se habían incorporado a la lucha armada desde 1910-1911 y la mayoría a partir de 1913”. (Cómo hicieron La Constitución de 1917, Ignacio Marván Laborde. México, FCE, SC, CIDE. 2017).

Ser militar constitucionalista en 1917 equivalía a ser un civil que se había incorporado a los hechos de armas a partir del derrumbe del porfiriato, la mayoría provenía de actividades que no tenían un antecedente militar, más allá de las intenciones ideológicas o de proyecto constitucional en aquella legislatura, gracias al origen y formación de sus integrantes predominaba una atmósfera civil no castrense.

La reforma que se impondrá a pesar de las advertencias nacionales e internacionales, terminará con la añeja tradición cultivada en México desde los años cuarenta del siglo pasado, logrando que los espacios políticos fueran ocupados por civiles, los militares que tuvieran aspiraciones políticas estaban obligados a dejar de pertenecer al Ejército.

La experiencia militarista en América Latina ha sido sangrienta, las distintas corrientes políticas que han abrazado esa vía han terminado en una fatalidad, desde Perú con Juan Velazco Alvarado, militar de izquierda y su golpe en 1968, hasta Augusto Pinochet, militar de derecha y su salvaje insurrección en Chile en 1973, pasando por los afines al régimen morenista como Cuba y Venezuela, dos gobiernos fracasados y asfixiantes, profundamente crueles y militaristas.

La construcción en México de un Estado policial y militar es más que una realidad, con todo el Poder Judicial y Legislativo en manos de un partido se va edificando un engendro totalitario, todos los sistemas sustentados en un proyecto militarista coinciden en algo, la venganza como consigna y el temor como oferta, igual que en el régimen franquista, en el morenismo se habla desde el rencor:

“Lo que se vio en abril de 1939 no fueron unos comienzos de paz o de reconciliación; más bien se anunció la institucionalización de la venganza a gran escala contra la izquierda derrotada. Por varias razones, Franco se empeñaba más que nadie en mantener abierta la herida de la guerra. En el lenguaje oficial sólo existían “vencedores” y “derrotados”, “buenos españoles” y “malos españoles”, “patriotas” y “traidores”. (La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX. Paul Preston, Ed. Planeta. 2014).

La Presidenta y sus correligionarios traicionan toda tradición política civilista y democrática.

Esta reforma nos llevará a un Estado opresivo y policial, demencial e irreparable. *

Joaquín Robles Linares es expresidente de la Sociedad Sonorense de Historia, colaborador en temas históricos, políticos y culturales distintos medios de comunicación. Exfuncionario cultural, actualmente dedicado a su práctica privada como odontólogo.