Que llueva, que llueva, la virgen de la Cueva

¡Por fin! Ya comenzó a llover en las partes altas del Estado. Con esto comienzan a recargarse nuevamente las presas y los acuíferos que nos dan agua. En unos días más se esperan las primeras lluvias en Hermosillo y en los valles del Sonora. Con esto parece que por lo menos ya libramos este período de enero a junio, que es el más seco y en el que Hermosillo podría haberse quedado sin agua.

Afortunadamente no se cumplió la amenaza de que Hermosillo se quedará sin agua y enfrentáramos una crisis social por ese motivo. Quiero pensar que muchos hermosillenses ayudamos moderando y reduciendo nuestros consumos para que el agua alcanzara. Pero sin duda el factor crítico fue que el organismo Agua de Hermosillo, con autorización de la Conagua, tuvo el acierto de habilitar y rentar nuevos pozos de uso agrícola para abastecer agua a la ciudad y cubrir el déficit de agua faltante.

Para los meses de julio, agosto y septiembre, el pronóstico de la Universidad de Arizona para el Norte y centro de Sonora es que lloverá un 30% arriba del promedio. Si el promedio es poco más de 300 milímetros, esto significa que en Hermosillo puede llover alrededor de los 400 milímetros; o sea casi el doble de lo que llovió en 2023 y en 2024.

Aunque, por otro lado, el pronóstico es que también habrá temperaturas arriba del promedio; o sea que tendremos en julio y agosto muchos días con máximas arriba de 45 grados. Así que hay que estar preparados para más calor.

¿Qué sigue?

La tendencia normal es que una vez que llueva, pensemos que el problema ya está arreglado y nos olvidemos del asunto. Pero no es así. En el futuro, la ciudad de Hermosillo va a continuar teniendo periodos más severos de sequía y de escasez de agua. Por ello es necesario aprender de la experiencia y hacer las previsiones necesarias.

El problema es que la gestión del agua en la ciudad ha sido muy ineficiente y derrochador de agua. Entre las medidas que se requieren para hacer más competitiva y sustentable la ciudad están las siguientes:

1. Medir todas las entradas y salidas del agua en el sistema; desde el agua que se saca de los pozos, el almacenamiento de los tanques, los sectores hidrométricos y sobre todo los consumos de las tomas de las viviendas y edificios. Sólo con datos derivados de medición se puede ubicar en donde están las mayores pérdidas o robos de agua, tener un mayor control del agua y hacer más eficiente el sistema. Matemáticamente, con sólo incrementar la eficiencia del 50% actual al 80%, Hermosillo tendría un buen margen de operación para varios años.

2. Reusar y aprovechar las aguas residuales para áreas verdes y para usos industriales de la ciudad. Más del 70% del agua que consumen las viviendas y edificios va a dar a la red de drenaje y alcantarillado y a través de esto llega a las plantas de tratamiento de aguas residuales. La ciudad produce más de 70 millones de metros cúbicos de aguas residuales. Una parte de esta agua está comprometida con los ejidatarios de Villa de Seris, La Manga y La Peaña en cultivos de baja rentabilidad y otra parte, como la mitad, se desecha al Poniente y se evapora. Urge diseñar estrategias para aprovechar estas aguas residuales tratadas para regar áreas verdes y en usos industriales adecuados. Probablemente haya que descentralizar la ubicación de nuevas plantas de tratamiento para acercarlas a estos nuevos usos.

3. Sobre todo, y más importante, hay que rediseñar el marco institucional del agua para romper el círculo vicioso del manejo político del agua por un nuevo marco que permita la planeación a largo plazo y una toma de decisiones técnicas adecuadas para un medio de escasez y de sequías recurrentes. Este rediseño pudiera ser una empresa mixta con participación pública y privada.

La lección que debemos de aprender de la sequía es que no se puede jugar políticamente con el agua y que es necesaria una planeación estratégica y una dirección técnica estable y continua para que la ciudad sea competitiva y sustentable.