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Israel contra Irán

El gobernante de Israel sabe que cuenta con el apoyo de Trump, pero éste, con su acendrada costumbre de mentir, dijo que iba a tomar dos semanas para decidir si apoya al aliado que inició el conflicto.

Ernesto  Camou

Batarete

El pasado viernes 13 de junio, el estado de Israel, liderado por el sionista Benjamín Netanyahu, lanzó un “ataque preventivo” en contra de instalaciones nucleares de la república de Irán, situado a unos 1,800 km al Oriente de Jerusalén, más o menos la distancia entre Hermosillo y la CDMX.

Para llegar desde Israel hasta Irán, los aviones, y también los misiles, deben volar sobre Jordania e Iraq; de alguna manera violan espacio hostil, lo que puede agravar el conflicto. Pero de mayor peso es que el ataque provino de Israel, con la excusa de que están construyendo armas nucleares, afirmación que no sostienen en datos sólidos. Irán sostiene que pretende lograr formas de generar energía eléctrica para su población; Trump, por su parte, afirmó que Irán puede construir bombas nucleares en sólo 15 días, sin embargo, la directora de la Dirección Nacional de Inteligencia de su Gobierno, Tulsi Gabbard, expresó que sus propios especialistas, espías pues, no tienen evidencias de que el objetivo sea bélico. De inmediato, el Donald repudió la declaración de su colaboradora, y la ha mantenido al margen de las mesas de discusión e información sobre las operaciones que podría realizar su país en el Medio Oriente.

En los primeros ataques Israel eliminó a un grupo de científicos e investigadores sobre energía nuclear, entre ellos a Fereydoun Abbasi-Davani, ex director de la Organización de Energía Atómica de Irán. Y Netanyahu ha asegurado que el principal objetivo es Alí Jameini, el ayatola (título que señala a una alta autoridad religiosa) que ha gobernado Irán por 36 años, y que a sus 86 años mantiene una política hostil a Israel y los Estados Unidos; la cual parece justificarse con la andanada ordenada por Netanyahu contra sus instalaciones de investigación situadas en la localidad de Fordo, en el centro del país: Se trata de laboratorios bajo tierra que son difíciles de atacar, al parecer sólo los Estados Unidos tienen bombas capaces de dañar estas plantas subterráneas, por eso el primer ministro Israelí espera la ayuda de Trump.

El Presidente norteamericano suspendió su participación en la cumbre del G7 -donde iba a entrevistarse con nuestra Presidenta-, para atender la crisis entre Israel e Irán. Le cayó de perlas porque al llegar a Canadá caviló que en recientemente ha insultado a casi todos los países y gobernantes que asistían a la cumbre. Incluso el primer ministro canadiense lo mandó callar e interrumpió su conferencia de prensa cuando el norteamericano comenzó a desvariar y querer regañar a los anfitriones. Para el ego maltrecho del Donald, eso fue un insulto y una advertencia: Si permanecía en la cumbre, buena parte de los asistentes no serían muy amables con él, prefirió huir.

El gobernante de Israel sabe que cuenta con el apoyo de Trump, pero éste, con su acendrada costumbre de mentir, dijo que iba a tomar dos semanas para decidir si apoya al aliado que inició el conflicto. Sin embargo, ya hace tres días que buques y portaviones estadounidenses se dirigen hacia Israel, y se afirma que al menos un avión de carga aterrizó ahí colmado de armamento, para apoyar las acciones contra Irán.

Se puede afirmar que el mundo está ante una coyuntura muy complicada: Israel, apoyado por Trump, inició hostilidades contra un país cercano, sin provocación previa, en una región que ha sido volátil y conflictiva desde hace cientos de años. Se trata de un ataque absolutamente irresponsable, y evidencia la voluntad de aniquilar a sus antagonistas, en vez de intentar llegar a acuerdos de convivencia, digamos civilizada.

No podemos engañarnos: Esta refriega contrapone al mundo islámico contra EUA y el estado judío, y puede dar pie a un conflicto que muy pronto puede rebasar los límites regionales.

En Canadá, Claudia Sheinbaum apuntó con claridad a que “la paz no consiste únicamente en la ausencia de guerra, también implica la presencia de justicia, comercio justo, oportunidades, cooperación para el desarrollo y respeto a los derechos humanos”.

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