Predecir el futuro
Cascabel
Felices Pascuas de Resurrección. “Es muy difícil hacer predicciones, sobre todo respecto a futuro” decía el gran físico Niels Bohr. El predecir constituye una actividad de alto riesgo, más temprano que tarde se podrá contrastar la realidad con aquellos pronósticos, sobre todo cuando se trata de la evolución de la actividad económica y finanzas públicas.
El pasado miércoles, antes de salir de vacaciones, quizás buscando que pasen desapercibidos, la SHCP presentó ante Cámara de Diputados los “Pre-Criterios 2025″ en cumplimiento al artículo 42, I, de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria que marca como fecha límite el 1 de abril.
El documento presenta: a) objetivos para ingresos y egresos de la Federación 2025; b) escenarios sobre principales variables macroeconómicas ; c) escenarios sobre el monto total del presupuesto de egresos de la Federación y su déficit; y d) enumeración de programas prioritarios y sus montos. Dentro de las estimaciones encuentro relevante un incremento para 2024 en “Requerimientos Financieros del Sector Público” (RFSP), deuda, del 5.4% al 5.9% del PIB, estimando a diciembre deuda por 17.047 billones de pesos, un 50.2 % del PIB.
El gasto neto se revisa a la alza para 2024 de un 26.2% a 26.9% del PIB. Para 2025 estiman que los RFSP bajarán a 3.0% del PIB y el gasto neto a 24% del PIB, una reducción de 479,650 millones de pesos. En el documento de 2023 la SHCP estimaba RFSP para 2024 de 3.2% del PIB, deuda a fin de 2024 por 16.418 billones de pesos y un gasto para 2024 de 8.423 billones de pesos, una diferencia con la nueva estimación de 720,772 millones de pesos.
Definitivamente el predecir el futuro no se le da al equipo de la SHCP, la alternativa sería que optan mentir. A sus estimaciones en materia de gasto público y endeudamiento habrá que darles el mismo tratamiento que a los llamados del Pastor Mentiroso de Esopo.
La admisión de que 2024 el Gobierno federal va a incurrir en el mayor déficit de 1990 a la fecha, que a marzo han sido rebasadas las estimaciones de gasto plasmadas en el presupuesto 2024 y que la política de gasto “se mantendrá orientada a la culminación de obras de infraestructura iniciadas en 2019 y a la provisión de múltiples programas sociales” exhibe una administración que en su ocaso, ante toda la evidencia y alertas, va a continuar su desenfrenado bacanal de gasto y deuda.
La previsión de austeridad brutal para 2025 será imposible de cumplir ante obligaciones constitucionales y servicio de la deuda.
La deuda pública habrá aumentado 63% en esta administración de acuerdo a las nuevas estimaciones. El 12 de julio de 2019 en el Diario Oficial de la Federación se publicó el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, en la página 28 textualmente dice:
“En este sexenio no se recurrirá a endeudamiento para financiar los gastos del Estado ni para ningún otro propósito. No se gastará más dinero del que ingrese a la hacienda pública. Los recursos destinados a financiar los programas sociales provendrán de lo que se ahorre con el combate a la corrupción y la eliminación de gastos suntuarios, desperdicio de recursos y robo de combustibles”.
El tiempo y la historia ubicarán en su lugar a quienes hacen falsas promesas y a aquellos irresponsables que formulan estimaciones insostenibles. Los gobiernos de Echeverría y López Portillo incurrieron en déficits fiscales similares, en escenarios muy diferentes para la economía de México. La independencia de Banco de México, un tipo de cambio flexible, la despetrolización de la economía así como la integración con Estados Unidos y Canadá, entre otros legados de esa etapa denostada por el Presidente, dan pauta a mi optimismo sobre el futuro.
Quien resulte ganador tendrá obligadamente que controlar el gasto público, impulsar una reforma fiscal y priorizar inversiones federales en base a rentabilidad social y económica, repudiando el uso del gasto público como herramienta político-electoral. Existe un desencanto con la democracia, en las cuatro elecciones de la época democrática de México, con sus tres alternancias, los resultados no han sido los esperados.
Entre oportunidades perdidas, mezquindad de perdedores, frivolidad y negación a gobernar para todos, con un común denominador de gasto público mal orientado, corrupción, autoritarismo, incompetencia y desdén a la ley, se han perdido 24 años. Churchill expresaba que: “La democracia es el peor sistema de Gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.
Me niego a dejar de soñar en un México donde se puedan romper las cadenas del régimen de partidos que impiden el tránsito a una democracia plena, sus cúpulas, ante el riesgo de perder privilegios, ya no dan para más, son parte del problema.
No obstante lo anterior, voy a acudir a votar, votar con la nariz arrugada ante la oferta de los partidos, de cinco boletas que habré de cruzar sólo en dos lo haré con entusiasmo y en el resto con pesar.
El no votar o anular mi voto como acto de protesta sólo serviría para empoderar aún más a quienes ante su incapacidad e insolencia ante obligaciones y promesas urge que se vayan.
Alan Key decía que: “La mejor forma de predecir el futuro es inventándolo”, inventemos una vez concluida la elección una nueva relación con nuestros gobernantes y un nuevo despertar democrático en México.
Óscar F. Serrato Félix es padre de tres, ciudadano, empresario, analista y optimista
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