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La suerte

Cascabel

En enero del año 49 a.C. Julio César decidió cruzar el río Rubicón con una legión iniciando así la guerra civil que marca el punto de inflexión en la historia de Roma. De acuerdo a Suetonio antes de cruzar pronunció “la suerte está echada”, logrando conquistar Roma y dar inicio al largo proceso de disolución del imperio Romano.

En enero de 2024 los consejos políticos nacionales de los diferentes partidos parece ser que exclamaron “que suerte la nuestra” procediendo a autodesignarse como futuros legisladores asegurando así fuero, privilegios y presupuesto. Evidencian así su desprecio hacia los ciudadanos, desvergüenza y podredumbre en esas ya tristemente famosas listas de asalto a las prebendas que les otorgará el ser automáticamente senador o diputado.

La inclusión de los presidentes, prófugos, cuestionados ex gobernantes y “juniors” así como la exclusión de ciudadanos marcará un punto de inflexión en la frágil democracia mexicana.

La justificación de la experiencia y una supuesta legendaria capacidad de construcción de acuerdos que dicen los presentan como verdaderos leones capaces de doblegar al más diestro de los domadores, en realidad se trata de una leyenda construida a base de propaganda pagada con recursos públicos, leyenda que existe sólo en su febril mente.

El diseño de Estado que ha permitido la restauración de la presidencia imperial se debe a ellos, a su falta de visión y vocación federalista. Los acuerdos logrados tiempo atrás que tanto presumen en realidad fueron de cómo repartirse el botín cuando gobernaban, mismos acuerdos que buscan perpetuar al repartirse el botín de las posiciones legislativas por la vía plurinominal.

Es evidente que los mitológicos leones de la hoy oposición son en realidad mininos domesticados, desdentados y de peluche. El Presidente continúa marcando la agenda. Con su tradicional risa socarrona enumera diariamente inverosímiles reformas constitucionales cuya única finalidad es sentar las bases del debate electoral, obligando tanto a los suyos como a la oposición a bailar al son que él les marca. Tristemente sus correligionarios sin capacidad ni independencia se ven reducidos a convalidar todas las ocurrencias.

En los días que faltan para conocer los textos de las reformas constitucionales no me sorprendería que incluyera en su propuesta para él y los suyos un moderno derecho de pernada así como la obligatoriedad de nombrar a todos los primogénitos del País Andrés o Andrea, ante el aplauso de los suyos y el ya tradicional desplegado de apoyo de los genuflexos gobernadores.

Por parte de la oposición siguen sin entender el poder del silencio, sin poder hilar una estrategia coherente ante las constantes provocaciones. Como ciudadanos enfrentamos la elección más importante de este siglo donde hay que ir a votar, concedo que muchos lo haremos arrugando la nariz, sin entusiasmo y sin opciones atractivas en las elecciones federales.

Dentro de los temas que marcaron un punto de inflexión de esta administración y considero cruciales será las propuestas del papel que tendrán las fuerzas armadas a partir de octubre. Mao Zedong decía que “el poder político surge del cañón de un arma”. El Presidente al repudiar la promesa de campaña de “regresar al ejército a los cuarteles”, presentando y gestionando una Guardia Nacional como apéndice militar entregará una fallida política de seguridad. Se ha entregado control territorial y se comparte en los hechos el “monopolio del uso de la fuerza” con grupos criminales con notorio activismo electoral. No habrá otra oportunidad de corregir el error histórico de este Presidente.

Lincoln, durante la guerra civil, manda llamar al general en jefe del ejército, George McClellan, con un simple mensaje. “Si no quiere utilizar al ejército me gustaría me lo prestara por un tiempo” como forma de expresar su molestia ante la pasividad exhibida hasta ese entonces.

Al Presidente y gobernadores respetuosamente les pido que nos presten a las fuerzas del orden para frenar la escalada de violencia. Sigue vigente la aspiración de justicia y atender la pobreza en México, erradicar pobreza y desigualdad en todas sus expresiones debería de estar dentro de las prioridades de la sociedad y agenda de los que aspiran gobernar.

Es importante que en el escabroso camino de corregir las injusticias no se pierda el objetivo de consolidar una mejor sociedad. Los programas y políticas públicas para atender una y otra deberían de ser concurrentes y diferenciados. La política de transferencias ha sido exitosa en atenuar las injusticias, espero y la próxima administración continúe con ellas eliminando el uso clientelar, con padrones confiables y eliminando la sospecha de corrupción que hoy recae en el manejo de esos recursos y a la vez presente programas diferenciados que conduzcan a generar oportunidades en aras de una mejor sociedad.

En toda sociedad hay quienes piden, quienes dan y quienes arrebatan, tristemente nos enfrentamos a una clase política, sin clase, que ha decidido arrebatar. Mi repudio sin límites a esos mercaderes de la política. “Hay décadas en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas” decía Lenin; en las semanas que faltan para el primer domingo de junio habrá que vía participación, propuesta, protesta, debate y diálogo lograr que México logre recuperar las décadas perdidas en la construcción de una democracia funcional.