Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas /

Cascabel

Del invierno a la primavera de la esperanza

No encuentro mejor forma de describir la situación actual de México que evocando a Dickens, quien captura en “Historia de dos ciudades” la complejidad de la época y las posibilidades futuras:

“Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.

Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo”.

Finalmente terminaron las absurdas precampañas con lo que se da inicio al aun más absurdo periodo de intercampañas donde se prohíben actos de proselitismo. Vendrán campañas que en el mejor de los tiempos nos permitirán a ciudadanos conocer de quienes aspiran prioridades, temple, propuestas, equipo de colaboradores, capacidad de articular soluciones viables, liderazgo frente a sus equipos y visión de futuro.

En el peor de los tiempos veremos discursos llenos de lugares comunes, propuestas absurdas, ausencia de temple ante tropiezos, sueños de continuidad o de regreso a políticas fallidas y desafortunadamente reciclaje de personajes que, por decirlo amablemente, representan lo peor que el sistema político ofrece.

Tenemos un Presidente que ganó con 33.73% de los votos posibles, contundente mayoría entre quienes sí votaron, superando por amplio margen a otros candidatos.

El 36.58% que decidieron no votar en 2018 representan incredulidad, apatía y desesperación ante aquella oferta electoral que no entusiasmó. Los temas centrales de aquella campaña fueron corrupción, desigualdad, pobreza, privilegios de los gobernantes, finanzas públicas, seguridad y militarismo. A seis años de distancia, después de un proyecto alternativo de nación, plan nacional de desarrollo, miles de horas de mañaneras, billones de pesos ejercidos, control absoluto del presupuesto federal y 23 entidades federativas, el diagnóstico y retos que presentaba aquel eterno candidato, hoy Presidente, siguen siendo los mismos.

De nuevo la alternancia en el poder ha fallado en transformar. Son corrupción, inseguridad, militarismo, impunidad, autoritarismo, desigualdad y pobreza entre muchos otros los retos a enfrentar por la próxima administración.

El Estado que guardan las finanzas públicas, al igual que los indicadores de educación, salud, empleo, estado de Derecho, corrupción e impunidad requerirá de quien gane un plan de acción inmediata para frenar el deterioro y poder trazar un rumbo sobre bases sólidas.

La deuda pública como porcentaje del PIB a finales de 2018 era 43.6%, de acuerdo a estimaciones de Hacienda proyectan que a finales de 2024 será 48.8%, 6.2 billones de pesos adicionales que no se pueden ya esconder detrás de la muletilla “sin endeudarse”.

La deuda adicional no ha generado condiciones para que el Gobierno federal incremente sus ingresos como lo mandata el artículo 73, VIII constitucional. Deuda destinada a gasto e inversiones en proyectos emblemáticos no productivos, sin justificar rentabilidad financiera, social y de desarrollo económico sustentable.

Tolstoi en su obra “¿Cuanta tierra necesita un hombre?” nos presenta a un campesino, Pajom, cuya ambición por poseer más tierra lo ciega. Le ofrecen ser dueño de todo aquel terreno que lo pueda caminar en un día, emprende el camino y aun a punto de desfallecer dado que ya llevaba un gran trecho recorrido continúa hasta morir.

En realidad Pajom sólo requería de 2 metros para ser sepultado.

Los que prometieron y fracasaron en transformar a México algo podrían aprender de Tolstoi que perfectamente entendía la naturaleza humana con su incapacidad de modificar el actuar. En la obra de Tolstoi, el protagonista muere, en la tragedia de México, miles mueren, desaparecen, carecen de servicios de salud, acceso a la educación, entre otras múltiples carencias. Urge iluminar el quehacer público, para ello se requiere señalar los sinsentidos como el anticipado esta semana por el Presidente que busca desaparecer organismos autónomos para ahorrar dinero, sin despedir a nadie.

Las venganzas como política y ejercicio de Gobierno no deben de tener cabida, tristemente al igual que a Pajom, la ambición del Presidente es su peor enemigo, es este caso ambiciona regresar a la época de la obscuridad. Al igual que para lograr un desarrollo regional equilibrado no se requiere apagar la luz en determinado lugar para que otra región brille, para combatir la obscuridad en la gestión pública, no es con personajes obscuros como se combate la obscuridad de quienes hoy gobiernan.

Todo indica que los partidos políticos en su oferta han optado por la obscuridad anteponiendo la ambición de sus sempiternos cuadros a la necesidad de abrir espacios a ciudadanos capaces.

De ese Presidente que evita “caer en provocaciones” diariamente recibimos invitaciones a caer en sus provocaciones, las reformas constitucionales anunciadas cuando se presenten formalmente, con el texto en la mano, ante la trascendencia e impacto en el diseño de Gobierno y economía que ello implicaría habrá que discutirlas ampliamente, mientras tanto lo más prudente es esperar a que se presenten.

Está en nuestras manos convertir este invierno de la desesperación en una primavera de la esperanza, exigiendo espacios, opinando, votando, cuestionando y vigilando a quienes resulten ganadores.

Óscar F. Serrato Félix es padre de tres, ciudadano, empresario, analista y optimista.