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Atorados

En el caso Ayotzinapa, el Gobierno federal se atoró en la narrativa de uno de los más influyentes líderes opositores en la historia reciente de México: Andrés Manuel López Obrador.

En el caso Ayotzinapa, el Gobierno federal se atoró en la narrativa de uno de los más influyentes líderes opositores en la historia reciente de México: Andrés Manuel López Obrador.

Y es que parece que hemos pasado de la verdad histórica a la monumental mentira, cuando por años la izquierda se esforzó y tuvo éxito en desmentir, desestimar, desacreditar las explicaciones que daba el gobierno del entonces presidente Enrique Peña Nieto sobre las razones que motivaron la desaparición de los 43 estudiantes normalistas.

La congruencia parece estar del lado de los padres de esos jóvenes y de su abogado, Vidulfo Rosales, quienes en aquel entonces igual que lo hacen ahora, cuestionan las explicaciones y las teorías del Gobierno sobre el caso.

Alejandro Encinas presentó un reporte en el que se enumeran posibles causas de los hechos, que se parece mucho, pero mucho a las que en su momento dio Jesús Murillo Karam cuando siendo Procurador General de la República estuvo a cargo de las investigaciones.

Pero si hasta parece que desde la cárcel este señor le dictó a Encinas lo que debía decir.

Y ahí tenemos al gobierno atorado tratando de legitimar una narrativa similar a la que ellos mismos, cuando eran oposición, hicieron pedazos.

Pero los padres no, ellos se mantienen en la misma postura antes y ahora, cuestionando y exigiéndole a López Obrador, tal y como lo hicieron con Peña Nieto, que hable con la verdad y que no proteja a las autoridades que estuvieron involucradas en el caso, sobre todo a los militares que hoy juegan un papel protagónico en la vida nacional y en el Gobierno federal, como nunca antes se había visto.

No se trata de una mala semana para AMLO ni de una crisis de credibilidad, ya sabemos que el hombre tiene un “algo” que le impide perder los altos niveles de aceptación que registra.

Pero en los hechos eso es lo que está sucediendo, le afecte o no en su popularidad, el tema es más de congruencia que de “rating”.

Por eso les digo, aquella verdad histórica la hicieron pedazos, luego llegan al Gobierno y parece que siempre sí la quieren reconstruir.

Y lo que emerge como la monumental mentira es el compromiso hecho desde campaña para esclarecer los hechos, cosa que a un año de que termine el sexenio no ha sucedido… ni sucederá.

Lo que sí es una clara diferencia es la forma en que el Gobierno anterior y el actual han reaccionado ante la exigencia de los padres y a las manifestaciones públicas.

Jamás vimos a Peña o a Murillo enojados, molestos por la reacción de los padres ni mucho menos una andanada en redes sociales cuestionando su derecho a exigir.

El Presidente sí mostró su molestia y fiel a su estilo se mantiene firme defendiendo a capa y espada aquello que antes cuestionaba sobre el caso.

Pero ese es su carácter, son sus modos, es su estilo y nada lo hará cambiar de actitud.

Mire, que hasta a Omar García Harfuch terminaron embarrando en el tema, como si de forma perversa lo estuvieran utilizando como distractor.

El ex secretario de seguridad de la CDMX y hoy aspirante a la Jefatura de Gobierno tiene carrera policial y estuvo en algún momento involucrado en el tema, de una forma que él ya explicó.

Pero cuando un reportero le pregunta a Alejandro Encinas por García Harfuch, el subsecretario suelta una seca respuesta que más que aclarar pareciera tener la intención de dejar más dudas, aventar la pelota a otra cancha, dar una zanahoria para que no se note que lo que hicieron con ese informe no es nada novedoso.

Y muchos han mordido esa zanahoria, la primera de muchas que van a estar lanzando.

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