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Burla

Los mexicanos vivimos las condiciones que guarda el IMSS, así como la regresión que hemos padecido en salud, la esperanza de vida es un ejemplo, a causa de la fallida política de salud y después de sexenios de avance, esta retrocedió cuatro años. La declaración del director es un agravio.

Recientemente nos visitó uno de los altos funcionarios gubernamentales, poseedor de una biografía colmada de privilegios. Vástago de un ex Gobernador, egresado de una de las universidades más elitistas de México, el ITAM, alumno de posgrado en instituciones extranjeras e integrante notable de la clase política.

De esa holgura emergió Zoé Robledo, hoy director del IMSS. Institución vital para millones de mexicanos e indispensable para lograr el progreso social de los ciudadanos. Después de cinco años, este funcionario la convirtió en una de las entidades más devastadas por la administración federal.

Millones de recetas sin surtir, condiciones físicas deplorables, carencia de especialistas, largas demoras en citas y cirugías, niños enfermos de cáncer sin tratamientos, ausencia de vacunas, pensionados y jubilados abandonados a su suerte. A diferencia de todo lo anterior, la demagogia nunca escaseó.

Robledo, vino a inaugurar una modesta Unidad de Medicina Familiar e intentando justificar los disparates que el Presidente ha dicho a lo largo de cinco años, aseguró que eso era Dinamarca. Uno más de los delirios que aquejan al mandatario y que sus subalternos repiten sin recato enfermos de sumisión.

Los mexicanos vivimos las condiciones que guarda el IMSS, así como la regresión que hemos padecido en salud, la esperanza de vida es un ejemplo, a causa de la fallida política de salud y después de sexenios de avance, esta retrocedió cuatro años. La declaración del director es un agravio.

Este sometimiento de los funcionarios ante el Presidente se asemeja a lo que sucedía en los gobiernos de Antonio López de Santa Anna, personaje de gran popularidad y maestro del oportunismo y la desvergüenza. Después de 1836 Santa Anna permaneció repudiado por su actuación en la guerra con Texas, no obstante, el militar era un político que sabía interpretar los tiempos, si le eran adversos se refugiaba en su hacienda de Manga de Clavo, pero cuando detectaba una oportunidad no la desperdiciaba.

En 1838 se desata la Guerra de los pasteles, el general se incorpora a la lucha y en uno de los combates en Veracruz pierde una pierna.

Regresa al poder desde el victimismo patriótico, desfigurando los frágiles equilibrios políticos para centralizar todo en su figura. En septiembre de 1842 arribando de nuevo a la Presidencia, se consuma uno de los momentos más bochornosos para la historia política mexicana, la muestra fehaciente del ridículo servilismo mexicano.

El 11 se celebró su triunfo sobre las tropas de Barradas en Tampico, el 16 se conmemoró del Grito de Independencia, el 27 la entrada del Ejército Trigarante, pero lo más estrafalario para cerrar esa mañana, sería la suntuosa ceremonia del entierro de su pierna en el cementerio de Santa Paula.

Todo presidido por su Alteza Serenísima, acompañado de su gabinete, personalidades civiles, religiosas y militares, sin faltar las entusiastas turbas, que emocionadas observaban las solemnes exequias de un pie.

El sepulcro fue ornamentado con un águila mexicana y un cañón, simbolizando el arrojo y el patriotismo del dueño de aquella célebre extremidad.

El mausoleo guardaba la urna ricamente adornada y sobre la base de aquella imponente sepultura -engalanada con capiteles dorados-, una columna de altura considerable sobresalía por sobre el resto de las tumbas. Todo sin faltar los discursos adulatorios y las impostadas palabras de elogio al mandatario y a su pie.

Este régimen está compuesto por zalameros y oportunistas, pocas veces en el México moderno habíamos tenido tales ejemplos. El mandatario se ha convertido en un animador que se burla de todo, embelesado con su figura como Santa Anna. Entretanto, México se desangra y sus funcionarios se convierten en ridículas comparsas.

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