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Conmemoraciones pírricas

Es importante conmemorar los hechos históricos, Santayana nos advierte: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”.

Ayer se celebró el 85 aniversario de la expropiación petrolera. Un evento singular en la mitología de México como Nación, ancla de un nacionalismo exacerbado, expresión para algunos de nuestra independencia y para López Obrador parte fundamental de su discurso de transformación regresiva. Petróleos Mexicanos esa empresa “de todos” a través de su historia sin duda ha sido pieza clave del México moderno en la exploración, transformación, comercialización de petróleo y sus derivados, así como una fuente de divisas y recursos para el Gobierno federal. A contrapelo también ha sido y sigue siendo fuente de numerosos escándalos de corrupción, proyectos fallidos, improvisaciones, burocracia dorada, sindicalismo depredador y freno al desarrollo. La visión de una administración estatista que busca propiedad y control absoluto de los activos para fines de grupo en abierta confrontación con la visión de un Estado rector donde el Gobierno sea quien regule en beneficio de todos el sector energético, quedó en evidencia ayer en un Zócalo a reventar para paliar el ego dolido del Presidente. Escuchamos discursos repletos de lugares comunes, imprecisiones históricas, verdades a media y mentiras completas.

El los últimos 10 años Petróleos Mexicanos ha registrado pérdidas por 2 billones 533,351 millones de pesos, su patrimonio a diciembre de 2022 era de menos un billón 840,840 millones de pesos. El total del pasivo incremento en 75% en 10 años para ubicarse en 4 billones 014,891 millones de pesos, de los cuales 1 billón 306,866 millones de pesos son la reserva de beneficios a los empleados. Es también pertinente señalar que como fuente de recursos al Gobierno federal Pemex es el contribuyente principal habiendo aportado a las arcas publicas 4 billones 228,273 millones de pesos en estos últimos 10 años. En lo que va de la administración de López Obrador las aportaciones del Gobierno federal a Pemex han sido por 890,200 millones de pesos y el pasado 27 de enero se abrió la posibilidad de que el Gobierno federal asuma como propia una deuda de 10,000 millones de dólares. La otra “empresa productiva del Estado”, Comisión Federal de Electricidad, en 2022 registró perdidas 39,800 millones de pesos y recibió aportaciones del Gobierno federal por 82,186 millones de pesos.

La petrolización de la economía y finanzas públicas de los años setenta en aquella fiesta de despilfarro, sueños de grandeza y endeudamiento público desenfrenado de los Gobiernos de Echeverría y López Portillo desencadeno en una crisis cuyas secuelas todavía perviven. El llamar “empresas productivas del Estado” a entes que hoy por hoy sólo generan pérdidas y restan competitividad es un despropósito. Urge un debate serio, de nuevo, sobre el futuro de Pemex y CFE ante la amenaza que estas representan a las finanzas públicas y las grandes oportunidades para la economía de México y el bienestar de todos que representan si se logra reencauzarlas.

En el siglo III a.C. vivió Pirro de Epiro de quien recogemos la connotación sobre victorias pírricas con las que nos referimos a aquellas victorias alcanzadas a un alto costo. Concediendo que la nacionalización petrolera fue justificada, sostengo que el buscar hacer de esta una política pública inamovible fincando como única posibilidad un Estado propietario ante una realidad geopolítica, económica, social y tecnológica diferente es oligofrénico. Haciendo un balance de oportunidades, riesgos, posibilidades y sobre todo costos, yo me inclino por un Estado que participe y deje participar, que regule de forma impecable, que cree condiciones de auténtica competencia, que obtenga ingresos vía impuestos y derechos, que respete la Constitución y tratados internacionales, y sobre todo que favorezca el avance tecnológico. Entrar en un debate sobre la pertinencia de lo sucedido hace 85 años considero que no abona a una conversación de futuro, parecería ser, a juzgar por la marcha de ayer, que es más importante el vivir de glorias pasadas que la construcción del futuro, que es más importante tener un Estado propietario que una vigorosa competencia y que sólo mediante una gestión por funcionarios públicos elegidos por un solo hombre se puede tener un sector de energía funcional en México.

Sobre Pirro nos narra Plutarco en vidas paralelas que ante uno que le daba el parabién después de una batalla haber dicho: “Si vencemos a los romanos en otra batalla como esta, pereceremos sin recurso”. Jacob Abbott narraba: “Su capacidad y genialidad fueron en realidad tan grandes como para convertirle, quizá, en el ejemplo más evidente que ha producido el mundo de cómo un gran poder y las oportunidades más nobles pueden ser desperdiciadas y arrojadas por la borda. No consiguió nada. No tenía un plan, un objetivo, sino que obedecía a cada impulso momentáneo y emprendía sin cuidado ni reflexión previa cualquier tarea que el azar, o los ambiciosos designios de otros, pudieran colocar frente a él”.

vimportante es también no anclarnos en un pasado perpetuando prácticas que dejaron de ser útiles.

Tomemos las lecciones de la historia para aprender de ellas, un liderazgo por más capacidad y genialidad, sin planes, objetivos y guiado por impulsos fracasará una y otra vez. Asumamos nuestro papel como ciudadanos activos y propositivos. A quienes hoy ostentan posiciones de poder les dejo las palabras que recoge Plutarco: “Si eres un dios, no nos liarás mal porque no te hemos ofendido, si hombre, no faltará otro que valga más que tú”.

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