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Elecciones

Desde el México independiente la representatividad política fue motivo de disputa y conflictos.

Desde el México independiente la representatividad política fue motivo de disputa y conflictos, después de las guerras de Reforma e Intervención en el siglo XIX, hubo voces que empezaron a advertir lo importante de reconocer y aceptar, dos palabras que encierran toda una pedagogía política.

Francisco Zarco (1829-1869) es recordado como uno de los precursores de nuestra incipiente libertad democrática, además de su influyente trayectoria como protagonista político, literato, historiador y periodista, se convirtió en uno de los personajes más brillantes de aquel siglo XIX mexicano, caótico y pródigo en quebrantos nacionales a consecuencia de la mezquindad y la corrupción.

Zarco se adhería a un pensamiento liberal, pero eso no fue obstáculo para evidenciar los abusos y omisiones que cometía esta corriente ideológica. Desde el comienzo de su crítica política hacía señalamientos tanto a conservadores como a liberales, sin que mediaran preferencias personales o actitudes interesadas, esta honestidad intelectual le granjeó enemistades y venganzas que aceptó con valentía.

Durante un tiempo se retiró de la crítica política para refugiarse en la literatura, para algunos nunca es suficiente el abrazo cálido del relato literario y regresan por el fuego abrasador de la actividad política. Antes de morir escribe un artículo que intituló: Las Elecciones, algunas líneas de este texto nos dan una idea de su pensamiento y de su aspiración como ciudadano libre, es interesante hacer notar la vigencia de lo expuesto hace 154 años:

“Es un síntoma de estabilidad de las instituciones, que los poderes públicos se renueven mediante el sufragio del pueblo, es señal de vitalidad que sea agitada la lucha electoral; y el resultado general de las elecciones de 1869 está demostrando que el País desea mantener y preservar las instituciones, y anhela que cese todo género de discordias, y que los poderes públicos se afanen por conseguir el afianzamiento del orden y la libertad.

Este resultado debe ser aceptado y reconocido por el País entero y admitido como la continuación del régimen legal, sea cual fuere el partido que tenga mayoría en el quinto congreso constitucional. Agosto 3 de 1869” (1).

Zarco vivió la debacle nacional causada por personalismos nefastos, monarcas novelescos, caudillos iluminados, invasiones extranjeras abusivas, intromisión de autoridades religiosas y algo que contribuyó a su inquietud política, la recurrente dictadura de Santa Anna, que terminó con una monumental mutilación del territorio nacional.

La representatividad y ejercicio democrático que hemos disfrutado las últimas décadas con el hoy INE, es uno de los periodos más brillantes de nuestra vida política, al fin encontramos como Nación los recursos para ejercer nuestros derechos políticos haciendo efectiva la legitimidad. Esta proviene del ejercicio libre y ciudadano, no de una institución religiosa, caudillo, hombre fuerte, revolución, Presidente popular o partido hegemónico.

Esta legitimidad que hoy presumimos emana de miles de ciudadanos anónimos actuantes, no del Gobierno o partido en turno. A López Obrador le apremia destruir al INE y su estructura, ha diseminado infundios con tal de desacreditarlo, tristemente muchos de sus simpatizantes aceptan lo que su líder asevera, sin la más mínima comprobación o duda, sin reflexionar que las próximas víctimas de sus delirios serán ellos.

La demolición del INE tiene una intención perversa, destruir la legitimidad lograda, así arrogarse la facultad de decidir quién nos representará. Pulverizando ese logro nos llevará otra vez al recorrido fatal de décadas anteriores, en el que un poderoso tiene la atribución de decidir todo y por todos, convertirnos en súbditos para dejar de ser ciudadanos.

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