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Crece la pobreza en Sonora

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó la semana pasada sus estimados de pobreza correspondientes al año 2020

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó la semana pasada sus estimados de pobreza correspondientes al año 2020.

La buena noticia es que frente al cálculo del 2018, el aumento de 3.7 millones en el número de personas en situación de pobreza fue menor a los pronósticos de la Cepal (9.5 millones) y del propio Coneval (8.9-9.8 millones). Dadas las circunstancias de la pandemia, el resultado a nivel nacional es alentador considerando que la economía se recupera con vigor desde que se levantó la encuesta (Enigh 2020). La rápida ejecución del gasto público, la continuidad de los programas sociales y el aumento al salario mínimo ayudaron a capear el temporal.

La mala noticia es que Sonora se ausentó de las trece entidades federativas que redujeron su pobreza relativa. Nuestro Estado registró un incremento de 3.3 puntos porcentuales, y pasó de una tasa de 26.7% (2018) a una de 29.9% (2020). En la frontera Norte, Chihuahua (26.6% a 25.3%) y Baja California (23.6% a 22.5%) lograron disminuciones, mientras que Coahuila (25.5% a 25.6%) mantuvo constancia. Sólo Nuevo León (19.4% a 24.3%) tuvo un alza más pronunciada que la de Sonora, pero mantiene porcentajes satisfactorios. Por su parte, sólo Tamaulipas arrastra una tasa de pobreza que sobrevuela a la de Sonora: 34.5% a 34.9%. Este indicador se suma a muchos otros que alertan un estancamiento de la economía sonorense y a un retroceso relativo frente a sus comparables.

Al menos tres factores explican que la pobreza haya aumentado en Sonora a pesar de su escasa actividad turística en comparación a Quintana Roo (+17.3 puntos en la tasa de pobreza) y Baja California Sur (+9.0 puntos).

En primer lugar, la falta de inversión pública ha estancado el crecimiento económico y la productividad agregada. Sin transporte público eficiente, los trabajadores rechazan vacantes distantes, particularmente las mujeres que típicamente absorben los trabajos domésticos; sin salud pública extendida, una población constantemente enferma eleva su ausentismo, y sin infraestructura estratégica en proyectos rentables e inseguridad pública rampante, los costos logísticos y administrativos impiden que las empresas florezcan.

En segundo lugar, la baja recaudación propia de Sonora eleva la dependencia con la Federación. Frente a sus pares fronterizos, nuestra entidad no cobra tenencia, cobra el impuesto a la nómina al 2%, no grava progresivamente la venta de bienes muebles e inmuebles y recauda mal el predial. Sonora ocupa la última posición fronteriza en recaudación propia como porcentaje del presupuesto o el PIBE, y está atada de manos para elevar la inversión pública o escalar los programas sociales estatales que mitiguen la pobreza.

Finalmente, la Secretaría de Desarrollo Social incumple impunemente su mandato. Además de su magro presupuesto, la excesiva burocracia -los estudios socioeconómicos absorben el recurso humano- y la duplicidad con ciertos programas federales limita su capacidad de intervención. Por si fuera poco, el ISAF registra observaciones de programas de despensas simuladas y recursos desviados por intermediarios, particularmente en fechas electorales.

Si el próximo Gobernador de Sonora logra reactivar la inversión pública, rediseñar los programas sociales estatales y elevar sustancialmente la recaudación propia, entonces podríamos tener un círculo virtuoso que potencie la reactivación económica y el esfuerzo federal para que, ahora sí, en el 2022 tengamos una reducción en la tasa de pobreza. Tan sencillo y tan complicado a la vez.

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