El Imparcial / Columnas / Columna Sonora

El ocaso del panismo sonorense

El panismo sonorense atraviesa un ocaso. Está por verse si deviene una larga y oscura noche o una mañana renovadora. La actual dirigencia parece estar arrastrando al partido a lo primero.

El PAN en Sonora atraviesa sus horas más oscuras en décadas. La semana pasada tuvimos dos probaditas.

Por un lado, la encuesta más reciente de Massive Caller levantada el 30 de septiembre y publicada el 3 de octubre sitúa su intención de voto a Gobernador(a) en un raquítico 11.4%, ubicando al partido en un distante tercer carril y reafirmando los números publicados por El Financiero (8.0%) y Demoscopia Digital (8.3%) en semanas anteriores.

Por otro lado, durante la discusión y votación en comisiones de la iniciativa de ley del matrimonio igualitario fueron dos de sus escasos tres diputados locales los que votaron en contra del proyecto e inclinaron la balanza, provocando el rechazo del círculo rojo y del elector progresista ávido de pruebas de que las fracciones parlamentarias tienen un auténtico interés en frenar el inmovilismo legislativo.

Estas expresiones echan raíz en al menos dos golpes que mandaron al PAN en la lona. El primer derechazo lo propinó el sexenio de Guillermo Padrés y la amplia percepción de prácticas antidemocráticas y corruptelas extendidas, con varios funcionarios pisando la cárcel.

Abonando a un rechazo trazable al menos desde el año 2015, la entonces candidata Claudia Pavlovich acusó en campaña al partido de aceptar moches en San Lázaro y pintó de cuerpo entero al Gobierno estatal que antecedió al suyo como uno cleptocrático.

Pero la elección del año 2018 a nivel federal y sus secuelas fue un fulminante gancho al hígado. A dos años de los comicios, el PAN sigue enfrascado en atribuir su derrota electoral a un complot de Enrique Peña Nieto contra Ricardo Anaya.

Lejos de la autocrítica, el partido ha sido incapaz de diferenciar su propuesta programática y sus formas políticas a nivel federal y local de aquellas de su añejo rival (el PRI), esforzándose al mínimo por romper la narrativa Prian- y, al contrario, reforzándola en reiteradas ocasiones.

El panismo sonorense ejemplifica continuamente el errático intento cupular de disociar al partido de la órbita priista. Estratégicamente, la dirigencia sigue abrazando un discurso monotemático contra Morena y continúa renunciando al rol de contrapeso del Gobierno estatal: Riesgosa medida que desafía el ánimo electoral recogido por las urnas en aquel verano del año 2018 y que invalida una diferenciación táctica de cara a los comicios venideros.

Quienes interpretan la elección del 2021 como un referéndum de las políticas federales del Presidente incluso pregonan la posibilidad de una alianza con el PRI, desestimando que esta podría relegar al partido a un tercer lugar o incluso a un cuarto si el PT o Movimiento Ciudadano deciden ir por la libre.

Sin embargo, parte de la militancia mantiene veladoras encendidas para que el partido descubra su espíritu creativo alejado de uno meramente reaccionario y postule un programa electoral propio y una alternativa de Gobierno que intente regresar al partido a días soleados.

El panismo sonorense atraviesa un ocaso. Está por verse si deviene una larga y oscura noche o una mañana renovadora. La actual dirigencia parece estar arrastrando al partido a lo primero.

En esta nota